Por Mateus Ramos
Cuando se habla de trabajo esclavo, o forzado, la primera imagen que muchas personas tienen en la mente es de africanos llevados a la fuerza en navíos negreros para trabajar en las colonias europeas. Ésta fue, por mucho tiempo, la realidad del mundo. Hoy, más de un siglo después del fin de la esclavitud, aún no se puede decir que el mundo está libre de esa práctica. Millones de personas continúan siendo sometidas a actividades análogas al trabajo esclavo. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), solamente en América Latina y el Caribe, son cerca de 1 millón 300 mil personas las que trabajan en condiciones que hieren los derechos humanos.
Trabajos forzados – Foto OIT
Esta semana, la OIT divulgó el informe, «Lucro y Pobreza: Aspectos económicos del Trabajo Esclavo”, que muestra los números del lucro generado por las prácticas de trabajo forzado en todo el mundo en el sector privado. «Mientras se registran progresos en la reducción del trabajo esclavo impuestos por el Estado, debemos orientar nuestra atención sobre el trabajo esclavo en el sector privado”, afirma Beate Andrees, directora del Programa Especial de Acción para Combatir el Trabajo Esclavo de la OIT.
En América Latina, se estima que el lucro en el sector privado con trabajo esclavo es de 12 mil millones de dólares anuales. De ese total, cerca de 10 mil millones provienen de la explotación sexual, donde cerca de 400 mil personas trabajan en forma forzada. El sector que más ‘emplea’ es el de la agricultura y también es el que menos recauda.
En el informe también se revela la división por género en este tipo de trabajo. Más de la mitad de las víctimas de los trabajos forzados son mujeres y niñas, principalmente en la explotación sexual comercial y en el trabajo doméstico, mientras que los hombres y niños son más propensos a la explotación en la agricultura y en la minería.
Números en el mundo
Según el informe de la OIT, en todo el mundo, el lucro generado por la explotación del trabajo esclavo es de 150 mil millones de dólares por año. De ese total, 99 mil millones provienen de la explotación sexual y los otros 51 mil millones corresponden a la explotación económica, como por ejemplo el trabajo doméstico, la agricultura y otras actividades económicas, en las industrias y las minas.
«150 mil millones de dólares es un negocio enorme. Este lucro es generado por actividades delictivas que no benefician a los gobiernos, porque no reciben impuestos, ni a las víctimas, por razones obvias, ni a las demás empresas que respetan la ley, que son puestas en desventaja y no pueden competir con esto. Al final de cuentas, no es bueno para nadie», afirma el oficial señor de la OIT, Houtan Homayounpour. Para él, es necesario que se realicen investigaciones en todos los países para que una mayor cantidad de información sea reunida, posibilitando la formación de una serie histórica y la comparación de la eficacia de los programas de combate al trabajo forzado.
Casos de explotación
Recientemente en Brasil seis personas, cinco hombres y una mujer, fueron rescatados de la esclavitud, mientras producían piezas de ropas de la marca N. Officer. Todos eran inmigrantes bolivianos y estaban sometidos a condiciones degradantes y jornadas exhaustivas. El grupo trabajaba en una habitación apretada sin ventilación, un lugar con hilos expuestos al lado de pilas de tejido y bastante suciedad acumulada. La fiscalización ocurrió el 6 de mayo en la Villa Santa Inés, en el extremo este de San Pablo.
Éste es el segundo caso de explotación de trabajo, en menos de un año, en la cadena productiva de la N. Officer. En el mes de noviembre del año pasado, dos trabajadores fueron rescatados cosiendo ropas de la marca el Bom Retiro, región central de San Pablo. En aquella época, la Justicia llegó a determinar el bloqueo de bienes a pedido del Ministerio Público del Trabajo para garantizar el pago de indemnizaciones, pero la empresa consiguió revertir la decisión.
La N. Officer alega que la responsable del trabajo esclavo es de una empresa tercerizada.
Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com