Pressenza Colombia y Pressenza Francófona han decidido abrir sus redacciones a todas aquellas personas que deseen compartir sus historias y reflexiones inspiradas de este periodo de confinamiento.
Continuamos esta serie con este relato, lleno de poesía, compartido por Constance Latourte, una francesa que vive en París y que divide su tiempo entre dos pasiones: la escritura y la enseñanza del español.
Constance Latourte. París, Francia
Gemido de tórtolas en el balcón. Raspaduras de garganta y ruido de persianas del anciano, en el piso de abajo. Ronquidos suaves a mi lado, en la cama. El estruendo del despertador pronto pondrá fin al insomnio.
Luz deslumbrante del baño. El radio pasa una y otra vez informaciones del virus, de la recesión, de la crisis, del confinamiento, de Trump, de las prohibiciones, de las máscaras. El olor de las tostadas. La cara cansada de mi compañero. El dulce calor del té en mi estómago. Una caricia en mi mejilla. Nos vemos esta noche. La puerta se cierra.
Aire pegajoso de samba. Movimientos de gimnasia. Articulaciones crepitantes. Aceleración de los latidos de mi corazón. Chorro cálido y reconfortante de la ducha.
Ruido de inicio de la computadora. Soplo del ventilador. Ecos de canales de música y de noticias en el vecindario. Clics en las teclas bajo mis dedos. Tragos de té caliente. Tic-tac de mi reloj. A medida que las palabras oscurecen la pantalla, mi mente se escapa cada vez más lejos de mi jaula de confinamiento, hermética a las sirenas de las ambulancias en el horizonte y a las ansiedades de las posibles secuelas.
Discusión violenta en el piso de arriba. Pierdo el hilo de mis pensamientos. Chirrido de la puerta de la nevera. Ruido sordo del cuchillo en la tabla de cortar. Tintineo de los cubiertos en mi plato. El radio emite un sempiterno mensaje de alerta.
Computadora. La página se niega a oscurecer. Mis dedos se congelan. Suspiro. Chapoteo en el fondo de la regadera. Música. Aspiradora. Frote del trapeador. Un ruido estridente marca el fin de ciclo de la lavadora. El teléfono suena. Chismes de mi hermana. Silencio. Susurro regular de las páginas. Bostezo. Testimonios de personas confinadas en la radio.
Traqueteo de llaves. Sonrisa en la cara cansada de mi compañero. Ruido lejano de la ducha. Empiezan las noticias. Aplausos en el vecindario.
Mi compañero empieza a toser.
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Hay vivencias que dejan una marca en nosotros, y que sin duda pueden servir de inspiración para muchas otras personas. Les invitamos entonces a enviar sus historias al siguiente correo electrónico: mauricio.alvarez@pressenza.com
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