Terco, temperamental, suave, afectuoso, cómplice. Algunas de las palabras que me vienen inmediatamente cuando siento a Alejandro Roger. Lo conocí cuando él todavía era adolescente, con sus cachetes colorados, la mirada chispeante y esa risa tan particular. Se reía con todos los músculos de la cara y te invitaba a reír con él. O reía escuchando algo muy serio y te invitaba así a que le sigas contando, sin miedo, sin freno.
Alejandro cumplió muchos sueños. Algunos de ellos, los convencionales, los que podemos soñar todos los mortales. Ser querido, construir una familia, crecer en afectos y en capacidad de acción social. En fin, cosas que quizás muchos de nosotros también cumplimos. Pero hay un sueño que cumplió, en el que casi todos fracasamos.
Su terquedad lo llevó a no dudar de que iba a lograrlo y persistió, persistió y en el año 2018 obtuvo su recompensa. El municipio de Moreno, en el que vivió prácticamente toda su vida, acunó la idea de la noviolencia como motor de acción política. Y así se creó la Subsecretaría de Noviolencia y Desarrollo Humano de esa localidad. Pero no solo eso, sino que se convirtió en el primer subsecretario y tuvo que trabajar arduamente para solazar corazones muy agitados por la muerte de la docente Sandra Calamaro y el portero Rubén Rodríguez, en una escuela del municipio, por las fallas de mantenimiento cometidas por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Explotó una garrafa y estalló un municipio, así que Alejandro tuvo que avanzar sobre la marcha y ser creativo para acompañar en el dolor, en los reclamos y en la búsqueda de superación de esta situación tan traumática.
Siempre apostó por la comunicación directa, por el cara a cara, por decirse todo y si bien era aventurero y osaba hacer cosas fuera de lo aconsejado, lo hacía con la suficiente humildad para aceptar que “estaba aprendiendo todo” y que su único anhelo era “que se exprese el espíritu con todo su vigor”.
Pese a la distancia hemos discutido, debatido, consensuado y disfrutado de las ideas del otro. Nos hemos mirado, seguido, contemplado. Su danza, su forma ágil de moverse, su gestualidad, su voz con tantas capacidades de modulación eran algo que me fascinaban, que me hacía tenerlo presente, sentirlo, saberlo en esta obstinación nuestra de humanizar todo lo que estuviera a nuestro alcance.
En 2018 Pressenza cumplió 10 años de su creación y en Argentina pensamos que el mejor lugar para celebrarlo era Moreno. Porque hacía pocos meses se había creado la subsecretaría antes nombrada y porque era un territorio muy simbólico de resistencia frente al antihumanismo que encarnaban los gobiernos de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Perdón Roger por incluir estos nombres pestilentes en tu despedida, pero pusiste cuerpo y alma en enfrentarlos, así que es justo que se sepa.
Hoy es 09 de abril, todavía no pasó una hora desde que me enteré que no vas a estar más de cuerpo presente entre nosotros, pero te cuento algo que de pronto me resulta significativo. El 24 de marzo confeccionamos aquí en casa unas guirnaldas de pañuelos blancos, en homenaje a la lucha tenaz por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Y necesitábamos unas cartulinas. Bueno, aquellas que usamos en la celebración de los diez años de Pressenza, con tu nombre y el de otros invitados que participaron del evento organizado en Moreno, sirvieron de cuerpo para decir desde nuestros balcones, que este pueblo sigue de pie, sigue lúcido y sigue defendiendo la verdad histórica.
Adiós, cómplice. Adiós, avivador del fuego sagrado. Gracias por el aliento, los elogios, los abrazos, las miradas, la desobediencia. Silo en la arenga de La Curación del Sufrimiento critica la moral filistea, increpa a los hipócritas y a aquellos que quieren imponer su proprio punto de vista, “¿pero quién te ha dicho que eres un ejemplo que debe seguirse? ¿Quién te ha dicho que puedes imponer una forma de vida porque a ti te place? ¿Dónde está el molde y dónde está el tipo para que tú lo impongas?”. Yo les digo, amigas y amigos que ojalá tuviéramos un molde para hacer muchos Alejandros, la vida sería una celebración.
No derramemos ni una lágrima, bailemos y derramemos muchas risas en su homenaje.
¡Paz, fuerza y alegría, Alejandro!