El 17 de mayo quedó marcado en la agenda internacional como el ‘Día de lucha contra la Homofobia y la Transfobia’. La fecha alude al 17 de mayo de 1992, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) quitó a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Desde entonces, la efeméride viene siendo utilizada como marco para crear una conciencia global sobre los efectos nocivos de la homofobia y de la transfobia, además de llamar a la sociedad a deconstruir prejuicios y volverse más inclusiva.
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La fecha es también una oportunidad para poner en evidencia las conquistas y los obstáculos que las personas LGBT todavía deben enfrentar, en especial los y las transexuales.
Dediane Souza, educadora social, travesti e integrante del Grupo de Resistencia Asa Branca (GRAB) y de la Asociación Brasilera de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis y Transexuales (ABGLT) destaca en una entrevista con Adital que, en el sector de la salud, el gran desafío es avanzar en el respeto a las identidades y educar para que no haya reproducción de la violencia.
«El Sistema Único de Salud (SUS) propone pautas importantes, como la equidad del sistema, pero todavía debemos avanzar en las políticas de salud y pensar en una cobertura integral. Lo que ocurre muchas veces es la falta de compromiso de los funcionarios. La coacción todavía ocurre y es muy fuerte, pero tenemos que pensar a nivel macro, en una política de respeto a las identidades. Un gran problema hoy en el SUS es la falta de respeto al nombre social adoptado por transexuales y travestis. Debemos pensar en un trabajo de equidad para que no se reproduzca la violencia”, señala.
El derecho a usar el nombre social está garantizado en el decreto 2.836, de 2011, del Ministerio de Salud, orientado a los derechos de acceso a la salud de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis y Transexuales. Por ello, el nombre social debe ir impreso en la tarjeta del SUS. Sin embargo, esta conquista también abre las puertas al prejuicio, porque el nombre de bautismo consta en la tarjeta y está impreso de manera más destacada.
Jorge Pinheiro, coordinador de Diversidad Sexual de la Municipalidad de Fortaleza (CE), señala que recibe varios casos de denuncias de travestis y transexuales que encontraron dificultades para registrar el nombre social en la tarjeta del SUS. El procedimiento debería ser simple: llevar RG, CPF y comprobante de residencia al puesto de salud más cercano para que se realice la impresión de la tarjeta de salud, pero también ese derecho choca con el prejuicio.
«A pesar de una legislación federal que exige la colocación del nombre social, todavía recibimos denuncias de falta de respeto y prejuicio en relación con la identidad de género. Por eso, estamos actuando en puestos de salud y hospitales para dialogar con los profesionales sobre las leyes y los derechos de las personas LGBT. También estamos sensibilizando sobre la atención a las mujeres lesbianas, a los fines de evitar abusos y violencias y pautando sobre el proceso transexualizador”, señala Pinheiro.
Otro desafío a enfrentar es la violencia que todavía se muestra rutinaria en la vida de travestis y transexuales que viven del servicio sexual. No es infrecuente encontrar noticias sobre travestis agredidas y asesinadas. Para enfrontar ésta y otras situaciones de violencia e intolerancia, la profesora Luma Nogueira, primera travesti con el título de doctora en Brasil, resalta la necesidad de educación y de no tratarnos todos como iguales, sino de respetar las diferencias.
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«Necesitamos avanzar en la deconstrucción de esa sociedad machista, patriarcal, homofóbica, transfóbica y lesbofóbica, pero eso no ocurre de la noche a la mañana. Es preciso trabajar en un proceso de reeducación en las escuelas y universidades, para que se estimule a los niños y jóvenes a comprender las diferencias. No es respetar a todos como iguales, sino respetar a cada uno con sus diferencias”, reivindica Luma.
Señala Luma que los movimientos LGBT están en una constante lucha por el respeto a la diversidad, pero las leyes todavía son incipientes y no reconocen y no respetan las singularidades, provocando una negación de la ciudadanía.
«A pesar de eso, conseguimos mejoras que, de a poco, se reflejan en la práctica social. Recientemente, vivenciamos una ruptura, pues el líder religioso de la Iglesia Católica abrió un diálogo; también supimos que representantes religiosos apoyaron la última Parada Gay de San Pablo, pero todavía debemos sensibilizar a otras religiones. Hoy hay mayor inserción de la diversidad en espacios en que las personas LGBT pueden hablar sobre sí mismas y no que los otros hablen sobre nosotros; además, hay una apertura un poco mayor del mercado de trabajo. En mi caso, la presencia del diferente en los espacios de poder causa una ruptura y ayuda a abrir caminos”, destaca la profesora.
Autora: Natalia Pitts- Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com