¿Qué tiene que ver la imagen de una mimosa florida con la emergencia del coronavirus, que en particular en Lombardía está dando lugar a medidas drásticas e inmediatas y causando pánico en la población?
Está en esto, está en esto, aunque a primera vista no puedas ver la conexión. Durante días, pero especialmente este fin de semana, las noticias han estado llegando en un flujo continuo, como un boletín de guerra cada vez más apremiante, o una avalancha que se hace más grande a medida que cae en picado río abajo. Bajo este bombardeo me hice una serie de preguntas: ¿por qué el calor primaveral, las mimosas y prímulas floridas que han estado apareciendo desde hace semanas casi con placer, como si no fueran manifestaciones aparentemente inofensivas de un problema real?
¿Por qué se ignoran las dos verdaderas emergencias de este momento: el cambio climático y la presencia de miles de bombas nucleares, principalmente de EE.UU. (150 de las cuales en varios países europeos y entre 60 y 90 en Italia)? ¿Por qué no se hace nada al respecto, aparte de hacer declaraciones falsas que no van seguidas de acciones acordes con la gravedad de la situación?
¿Por qué no escuchan las advertencias de personalidades autorizadas como Giovanni Maga, director del Instituto de Genética Molecular del CNR, quien en una nota de prensa oficial afirma «Para evitar un excesivo alarmismo es bueno recordar en primer lugar que 19 casos de una población de 60 millones de habitantes hacen que el riesgo de infección sea aún muy bajo», o Maria Rita Gismondi, directora del laboratorio del hospital Sacco de Milán ocupada durante días en examinar muestras de posibles casos de coronavirus, quien escribe en Facebook: «¡La semana pasada la mortalidad por gripe fue de 217 muertes al día! Para el Coronavirus 1. Me parece una locura. Confundió una infección ligeramente más grave que una gripe con una pandemia letal. ¿No es así?»
Y en cambio aquí están las decisiones tomadas por el alcalde de Milán y el gobernador de la Región de Lombardía: escuelas, museos y lugares de reunión cerrados durante una semana, partidos de fútbol suspendidos, eventos o iniciativas de cualquier tipo, eventos y cualquier forma de reunión en lugares públicos o privados, incluyendo los culturales, recreativos, deportivos y religiosos, aunque se celebren en lugares cerrados y abiertos al público.
Y eso no es suficiente: con la intervención del ejército, el gobierno ha establecido zonas rojas en algunos municipios de Lombardía, Emilia y Véneto, donde los trenes y el transporte público no llegarán y las escuelas, oficinas y empresas tendrán que permanecer cerradas, mientras que la gente es invitada a quedarse en casa.
Las directrices también abarcan el comportamiento personal, en algunos casos incluso tocando lo ridículo, por ejemplo, cuando se recomienda no tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos.
Bueno, ¿cuál es el efecto más obvio de tal alarmismo? La propagación de un miedo irracional no sólo hacia los demás y hacia cualquier forma de socialización, sino también hacia uno mismo. Todo se convierte en un peligro, empezando por el propio cuerpo. Es mejor estar solo, encerrarse en la casa, conducir evitando el transporte público y desconfiar de los que tienen un simple resfriado y estornudan en la calle.
Es probable que esta «emergencia» termine y que pronto volvamos a la normalidad, pero sus peligrosos efectos podrían durar mucho tiempo: una vez que la población haya experimentado un terror real o imaginario, estará más propensa a caer en la trampa de un nuevo peligro, a encontrar culpables y a dejarse llevar por un delirio colectivo como el que está vaciando las farmacias de las máscaras en estos días.
La historia está, desafortunadamente, llena de ejemplos de este tipo; la ignorancia y la manipulación han producido tan a menudo falsos culpables, persecución e incineración. Ya no estamos en el negocio de la unción y la caza de brujas, pero la reacción compulsiva e irresponsable de quienes deben cuidar el bienestar colectivo, amplificado por los medios de comunicación social y los medios de comunicación, puede conducir a fenómenos igualmente dañinos.
Ahora más que nunca es esencial oponerse a la propagación de la irracionalidad, no alimentar el miedo, permanecer lúcidos y abiertos e insistir en las verdaderas emergencias de este momento. Una mimosa de floración temprana es mucho más perturbadora que una falsa peste.
Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide