La escritora acaba de publicar su más reciente novela, Sara, un libro que versa sobre las dificultades a las que una mujer se enfrenta cuando debe jubilarse en el Chile contemporáneo. Carencias, temores, expectativas y una pobreza cargada de melancolía reflejan de manera cruda y veraz la existencia de una población cada vez más creciente en las calles de nuestro país.
Por Eva Débia Oyarzún
Maivo es una mujer consciente, de andar pausado y mirada reflexiva. La escritora pasó su infancia y adolescencia en Argentina, donde estudió Trabajo Social. Aprendió a leer a los siete años y así llegó a fascinarse con la literatura; como ella misma comenta, “leía lo que me tincaba, sin mucha orientación. En casa no había muchos libros, pero en todos los pueblos argentinos que viví existían bibliotecas así que siempre fueron mi primer lugar por conocer”. Asume que todavía sigue siendo “usuaria de lo prestado”, ya que es fan de la Biblioteca de Santiago, lugar que define como su oficina ya que vive a apenas un par de cuadras.
Si bien cuando adolescente incursionó en la poesía y en la dinámica de los diarios de vida, y luego comenzó a escribir las historias que escuchaba cuando ejerció su profesión, su acercamiento concreto a la escritura como vocación fue bordeando los cuarenta, cuando se inscribió en un primer taller literario: “lo que partió como un pasatiempo poco a poco me fue como invadiendo, conquistando, haciéndose vital. Quería escribir más, aprender más, así que busqué nuevos talleres y dediqué (todavía dedico) horas y horas al aprendizaje autodidacta”, explica.
Con la retroalimentación recibida en los talleres, Maivo se envalentonó y, como ella misma cuenta, “luego me puse patuda y comencé a participar en concursos de cuentos. Gané varios. Publicar comenzó entonces a ser un sueño. Tenía ganas de que me leyeran. En 2014 me tomé un año sabático y escribí un conjunto de relatos, los que, gracias a la ayuda de Víctor Hugo Ortega, periodista, poeta y escritor, se convirtió en Lo que no bailamos, mi primer libro que autopubliqué en 2016. El libro tuvo buena acogida de parte de los lectores y muy buenas reseñas. Después gané un FONDART de creación para escribir mi primera novela, Sara, manuscrito que en 2017 ganó el premio Juegos Literarios Gabriela Mistral, y que a fines de 2019 publicó Editorial Kindberg”.
¿Qué te llevó a escribir sobre la tercera edad?
Sentía que el tema de envejecer estaba en la boca de muchos, pero no en los libros que se estaban publicando. Un día escuché una conversación acerca de envejecer y me dije: yo voy a escribir la historia de una vieja. Tenía una vaga idea de unos personajes conviviendo en un edificio, pero la vieja no era el personaje principal. Así que la transformé en protagonista y me puse a leer y a escuchar con mayor atención historias de las hermanas mayores, o de las madres de mis amigas más jóvenes. Por supuesto también indagué en mis propios fantasmas. Poco a poco la historia de Sara fue emergiendo.
Eres trabajadora social… ¿Conoces a muchas Saras?
Creo que algo de Sara puede haber en algunas mujeres que conozco, a medio camino entre el miedo a envejecer, las ganas de vivir, la rabia, proyectos nuevos, la envidia, el desamparo, el temor a la pobreza. Sara es como una suma de miedos cuando pasas el umbral de los sesenta años.
La soledad y las expectativas frustradas son un tropo constante en la novela… ¿Cómo sacar del desamparo y la depresión a nuestros adultos mayores?
Sería muy bueno no llegar a la depresión ni al desamparo cuando envejecemos; después de todo es una etapa natural del ser humano, pero lamentablemente vivimos en una sociedad que desprecia a quienes no producen y más encima, en nuestro país, los castigamos con pensiones miserables. Y si a esto le sumamos la mala cobertura en salud me parece que es casi de sentido común, al menos en Chile, sentir miedo a envejecer. Y junto al miedo sentir también mucha rabia. Creo que el desamparo de los adultos mayores pasa por un cambio profundo de cómo estamos pensando y construyendo sociedad, cambio que debería reflejarse en un nuevo sistema de pensiones. Mientras buscamos la forma de comenzar esos cambios, yo intento día a día una actitud de disfrute, gozar los momentos, compartir con los amigos, cuidar los vínculos familiares que te hacen bien. Y muy, muy importante, canalizar la rabia, encontrarle un sentido. Que el individualismo no te la gane.
¿Cómo desarrollas tus procesos creativos?
Tiene que ver con cada historia. A veces es una imagen que se me instala y la dejo crecer en la cabeza hasta ver de qué se trata. Otros cuentos han nacido de una conversación que escuché por ahí. En otros, me interesa ahondar en un tema, en un punto de vista, entonces investigo, leo, me fuerzo a buscar respuestas, a crear situaciones. También me permito sentarme en el computador y escribir sin ton ni son. Claro que con la novela fue más trabajo de investigación, de planificación, de ir construyendo las escenas, de hacer diagramas, meterme en la cabeza, en el cuerpo del personaje, contactarme con mis propios miedos respecto a la vejez y escribir mucho, mucho y desechar el doble. No me cierro a ningún proceso creativo y me sigue fascinando como algo, a veces dos palabras danzando en mi cabeza, termina transformado en una historia.
Este es un libro súper feminista. ¿Qué significa para ti ser parte de AUCH!?
Escribir puede llegar a ser muy solitario, por lo que instancias colectivas te revitalizan. Ser parte de AUCH! (autoras chilenas) es un gran desafío porque es un colectivo feminista de mujeres relacionadas con el mundo del libro, muy, pero muy diverso, y construir desde la diversidad no es fácil. Más en estos tiempos que a ratos parece que volvemos al blanco y negro, estás conmigo o estás contra mí, así que se ha convertido en un espacio donde, además de conocer y compartir con escritoras que admiro, es un espacio de aprendizaje, de discusión, de avances y retrocesos, de mirar lo que está pasando en Chile hoy y buscar la forma de aportar desde nuestra especificidad como autoras y desde una mirada feminista. Además, son muy necesarios todos los esfuerzos que desde AUCH! o desde otras instancias busquen visibilizar la escritura de mujeres.
¿Qué proyectos literarios tienes en carpeta en lo inmediato?
En lo inmediato, seguir empujando para que Sara llegue a más lectores, se publicó recién en diciembre de 2019, está iniciando su camino. Así que te agradezco tu lectura y esta entrevista. Respecto a otros proyectos, estoy trabajando en una segunda novela, pero eso tiene para largo, y lo que sí se viene, en octubre de este año, es un segundo libro de cuentos que publicaré con Ediciones de la Lumbre.