A veces la vida es una mierda y en palabras mayúsculas. No nos acostumbramos nunca a perder a las personas que amamos y apreciamos, a las que forman parte de nuestra familia, y a aquellas de las que nos sentimos orgullosos por haberse cruzado nuestros caminos en la vida. Mariano era uno de estos.
Es curioso que Mariano, que era un hombre de acción, práctico y nada teorizador, de lucha en la calle, de construcción desde abajo de los movimientos sociales, me diera una verdadera lección doctrinal. Estábamos en una asamblea en un local ocupado de El Prat. A veces sucede en las asambleas que las izquierdas nos enzarzamos en discusiones abstractas sobre la praxis política, que si primero tomar el poder y luego la transformación o bien, primero iniciemos la transformación revolucionaria que nos llevará a alcanzar el poder de forma inevitable… En aquella reunión la bronca era un miembro de Podem, regidor en una localidad, y miembro de la CGT. El tono iba aumentando con cada acometida verbal, pasando del nivel puramente teórico al personal y político, y las recriminaciones de unos hacia otros habían alcanzado ya la fractura provocada por la caída del modelo soviético y el Eurocomunismo de Carrillo. Faltaba muy poco para partirnos la cara por el Fets de maig de 1937… Y eso que estábamos en plena segunda década del siglo XXI. No es que las izquierdas llevemos mas cicatrices por luchas fratricidas que por cornadas del sistema capitalista, es que nos duelen más.
En ese momento apareció Mariano. Con su habitual tono sosegado, que recordaba a un maestro, calmó a la marabunta. Su personalidad se impuso instantáneamente por consenso tácito de todos y allí mismo, de pie, nos dio la lección.
Nos recordó que podíamos estar horas y horas discutiendo sobre la revolución, el ejercicio del poder, el modelo socioeconómico, pero que si la persona tenía la nevera vacía y él y su familia no tenian que llevarse a la boca, la cuestiona principal que había que resolver era como les llenábamos la nevera ya, para que él y su familia subsistieran hoy, y como se podía hacer, ahora, para que también mañana y pasado tuvieran alimentos y sobrevivieran con dignidad. Se acabó la discusión. Ni catedráticos de historia, ni profesores de teoría marxista, ni discursos magistrales de políticos. La pura y dura realidad se imponía en el día a día de las personas. Algo tan simple que a veces, los que nos decimos de izquierdas, no queremos darnos cuenta.
Mariano me dio la oportunidad de poder ser partícipe de experiencias interesantísimas. Recuerdo ir a una jornada a Sant Vicenç dels Horts donde coincidiríamos activistas de diferentes movimientos sociales. Ninguno de los horarios se cumplió, pero daba igual. Empezamos tarde, entre un recital de poesías y un compañero que se puso a tocar la guitarra eléctrica con gran arte. El ambiente fue fenomenal. La vida es luchar, pero también vivir y alegría. Valentía para vivir y luchar. Y eso nos lo transmitía Mariano con su sonrisa socarrona y sincera.
Era muy difícil negarse cuando te pedía que fueras a una reunión o a un encuentro o que participaras en un acto. Una tarea titánica. Y acababas en Vilanova i la Geltru en la Escuela de Verano de la Marea Básica. Cuando la gente de los diferentes colectivos y movimientos sociales hemos de colaborar es difícil, ya que hay que generar confianzas y complicidades. Se trata de un proceso largo. Pero con Mariano los tiempos se acortaban. Desde el primer momento tenias la sensación de estar en familia. Como si nos hubiéramos conocido en el patio de la escuela cuando eramos chiquillos.
Necesitamos que nos siga acompañando en nuestra lucha día a día, para que justicia y dignidad no se queden en puros sueños sino en realidades para todas y todos.
Va por ti