Si estamos de acuerdo en dar palizas, machacar cráneos, patear a personas en el piso y hacer que el que las hace, las pague, propongo ir por todo. ¿Para qué quedarnos en tibias acciones espasmódicas? Organicémonos y hagamos las cosas bien, por una vez en la vida, los argentinos.
Linchemos a todos los carteristas y arrebatadores y, de paso, a las mafias que obligan a trabajar a los chorros. Y, ¿cómo no? A los atrevidos que compran productos robados. Linchemos a los desarmadores de autos, a los que los ganzúan y a los agentes del servicio penitenciario que los hacen salir para que cometan el delito. Linchemos a los que venden drogas, a los que las consumen y a los directores de los laboratorios que producen drogas adictivas para generar un negocio de por vida. No nos olvidemos de los científicos, que tras las batas blancas seguro esconden mentes psicopateadas.
Linchemos a las chicas que tienen hijos para cobrar planeas sociales, por querer engañar al Estado y ya que estamos a todos los evasores que generan más exclusión e inseguridad. Linchemos a los que secuestran chicas para la trata y a los que las explotan sexualmente y a los que consumen esa miseria y, ya que estamos, a los jueces y fiscales que los dejan libres y les perdonan los crímenes.
Linchemos a las mujeres que matan a sus hijos en un aborto y a las comadronas que lo ejecutan y, por supuesto, a todos los violadores y a los que no donan sus órganos. Linchemos a los que maltratan a los animales, a los que maltratan seres queridos, a los que maltratan a los diferentes y a los que no ceden el asiento.
Linchemos a los periodistas que no justifiquen en cadena nacional los linchamientos, y a los políticos que no busquen rédito electoral con estos bajos instintos. Linchemos a los garantistas que dejan a los delincuentes libres y a los que quieren la pena de muerte, que corresponde que se los trate del mismo modo que ellos quieren tratar a los otros.
Linchemos a las Madres de Plaza de Mayo y a las Abuelas, por pretender retrasar nuestro camino evolutivo manteniendo un discurso antirevanchista. Linchemos también a los que miran a un costado y no se suman a los linchamientos por no cumplir con su deber democrático y ciudadano.
Linchemos a todos los que se lo merezcan e, incluso, linchemos por si acaso, quizás cuando alguno se lo merezca, ya esté demasiado lejos. Si después de esta seguidilla de ajusticiamiento por mano propia queda alguno vivo, que apague la luz y cierre la puerta, no vaya a ser que se le meta alguien que quiera lincharlo.