¿Será capaz el nuevo gobierno español de apoyarse en lo que les/nos une? ¿Será capaz de avanzar en la dirección de legislar para mejorar la vida de la mayoría? ¿Se atreverá a tomar medidas que nos ayuden a profundizar en democracia? No lo tiene fácil pero, ante grandes retos, ojalá ose poner en marcha grandes soluciones que sean positivas para todos. A veces, lo «imposible» es el único camino para resolver los problemas de raíz.
España tiene nuevo gobierno finalmente. Un gobierno de coalición progresista que se ha conformado con resultados muy ajustados. Para la investidura, ha sido necesario el sí de 6 grupos políticos además de PSOE y Unidas Podemos, socios de gobierno, y la abstención de los independentistas de Esquerra Republicana de Cataluña -cuyo líder Oriol Junqueras está en la cárcel por motivos políticos- y de EH Bildu -el ala política de la desaparecida ETA-. Algo que habla de la búsqueda de diferentes actores de lo que “nos une” poniendo la mirada en el futuro.
Las negociaciones para hacerlo posible han sido complejas como lo es el panorama que se vislumbra, igual de complicadas que la situación que vivimos a nivel social, igual de difícil que el momento en el que estamos inmersos a nivel internacional del cual no podemos desligarnos… pero igual de esperanzador y apasionante ante los nuevos caminos y las nuevas posibilidades que se presentan. No le resultará fácil avanzar a este gobierno conformado por sensibilidades distintas y apoyado por grupos muy diversos pero las mayores dificultades, si hace de la valentía su bandera, puede convertirlas en grandes oportunidades.
Si es cierto –como apuntan periodistas como Iñaki Gabilondo, respetado por propios y extraños- que es imposible para este gobierno resolver, por ejemplo, el tema que más ha influido en las últimas elecciones y que tiñe toda la realidad hoy, es decir el tema catalán, no queda otra opción que buscar e imaginar soluciones que se salgan de lo “razonable” y lo “previsible” y afrontar temas tabú incluso. A veces, lo imposible es la única vía para resolver los problemas en su raíz.
Veamos algunos de los retos urgentes que ha de afrontar el gobierno español y el parlamento.
Lo ajustado de los resultados (167 votos a favor y 165 en contra, además de 18 abstenciones) plantea un hándicap enorme. Va a exigir del diálogo y la negociación permanentes. Ello en positivo puede resultar enormemente enriquecedor si se ve como un aporte de la diversidad de miradas, como un aporte de la inteligencia conjunta. Además, qué bueno será incorporar este estilo de trabajo como forma de relación entre fuerzas políticas, como modelo parlamentario y gubernamental y como ejemplo para una población que debería exigir a sus representantes un comportamiento ejemplar.
Por otro lado, la mayoría de la otra mitad que ha votado NO a la investidura, representantes de la derecha más recalcitrante de este país y heredera de la dictadura franquista, no va a poner fácil la gobernabilidad.
Ya han demostrado en estos días que convertirán el hemiciclo en una bronca permanente, que seguirán judicializando la política aprovechando que los máximos órganos judiciales españoles están en sus manos, tensando más aún la relación del Estado con Cataluña. Todo ello sumado al papel de ciertos medios de comunicación afines que se ocupan de recordar –en forma de amenaza soterrada o explícita- que el anterior gobierno de coalición de izquierdas en España “trajo” una guerra civil y una dictadura, en referencia al Frente Popular que gobernaba España en 1936 cuando el dictador Franco dio un golpe de estado y declaró una guerra entre hermanos, todo ello va crispando el ambiente ¡No tienen medida!
Esta derecha casposa y fascista, según calificativos de muchos, que en absoluto cree en la democracia pero se aprovecha de ella se apropió del símbolo que representa la bandera, casi se apropia del nombre de España y en esta carrera desenfrenada también quiere hacer suya la figura del Rey (ya les llamó la atención Pablo Iglesias sobre el tema ayer mismo). En realidad, vive de violentar y rezuma miedo, miedo a perder y a que las instituciones se pongan al servicio de todos.
Pero a poco intuitivos que seáis, queridos lectores, comprenderéis que todo esto nos parece una gran ventaja también.
¿Para qué queremos trapos que nos separan o instituciones que nos dividen y solo defienden a ciertas minorías privilegiadas? ¡Que sigan forzando las situaciones! En una de esas, se hace realidad alguno de nuestros anhelos y el de muchos, que la monarquía se ponga en cuestión y de paso la Constitución del 78. Si después de la utilización de la figura del Rey ayer en el Congreso, la Casa Real no dice nada, quedará más patente si cabe a qué intereses y con quien está la monarquía, una institución -por cierto- que debería desaparecer por obsoleta, medieval, anti histórica y antidemocrática, además de por estar asociada a la corrupción.
Se necesitan medidas urgentes
Entendemos que no es posible en cuatro años (si consiguen terminar la legislatura) cambiar todo y no imaginamos del Partido Socialista medidas especialmente valientes pero, con la presencia de Unidas Podemos en el gobierno, esperamos que se avance en ciertos temas vitales. A saber:
- Medidas socioeconómicas que hagan que la brecha económica entre una minoría cada vez más rica y la mayoría de la población disminuya. Para ello, que se legisle respecto a salarios mínimos como se ha prometido, una renta básica incondicional para toda la población que asegure la subsistencia a todos, modificación del sistema impositivo de tal modo que quienes más tienen paguen más y no al revés, la necesidad de una ley que regule los alquileres, la revisión de las pensiones y la negociación de un sistema que las asegure, entre otras medidas.
- En otros campos, la eliminación inmediata de la llamada Ley Mordaza, la eliminación de la judicialización de la vida política, la amnistía de los presos políticos, etc. Para ello, necesitamos que la ciudadanía pueda elegir directamente a los representantes del poder judicial. Pero claro, esto supone la modificación de la constitución, empezando por cambiar de nuevo el artículo 135 para priorizar a las personas antes que la devolución de una deuda ilegítima.
- En política internacional, España más que nunca necesita ponerse del lado de quienes defienden la paz. Este gobierno ha de tomar medidas urgentes dada la situación peligrosa que se vive a nivel planetario, incluido el peligro nuclear: ha de denunciar ya el asesinato de Qassem Soleimani por parte de EEUU, retirar las tropas españolas de Irak, no reconocer al gobierno de Jeanine Añez en Bolivia, ayudar en el diálogo entre las partes en conflicto en Venezuela, denunciar las muertes y empleo de la fuerza por parte del gobierno de Chile, reconocer el estado de Palestina, firmar el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares… En definitiva, posicionarse a nivel internacional del lado de quienes ven que este mundo está por explotar y están dispuestos a reconstruirlo sobre otras bases en el que se ponga la Vida en el centro.
- Para ello, ha de legislar de manera urgente también sobre políticas verdes y que este país se ponga a la cabeza en la lucha por frenar el cambio climático.
Solo una nueva constitución podría resolver los grandes problemas que tiene España
Sin duda, lo que resolvería de una vez por todas las grandes dificultades que tenemos sería convocar un proceso constituyente y darnos una nueva constitución… pero para esto quizás no haya llegado el momento, aunque deseamos que no se produzca por desbordes sociales violentos como está ocurriendo en otros países.
Seguramente, piensen que lo escrito en esta nota es una ingenuidad y pueden tener razón. Pero la situación que vivimos no está desligada de lo que está pasando en numerosos puntos del planeta. Las poblaciones están despertando y lo hacen por hartazgo y por el anhelo que siempre ha acompañado al ser humano de vivir mejor, un derecho que hoy saben que les pertenece.
Este gobierno que ha nacido débil puede transformar esa fragilidad en su mejor virtud y comenzar a diseñar una España más pacífica, dialogante, respetuosa e inclusiva con la diversidad, y contar para ello con la mayor cantidad de actores posibles… lo que facilitaría, quizás, el querer construir un futuro compartido entre todos, con otras reglas y tal vez otra forma pero sobre las bases de una sociedad más democrática, libre, sabia y fuerte.