Por: Gustavo Adolfo Cesped Cariaga

Interesantes declaraciones emitieron ayer por la tarde los diputados Edwards (RN) y el ex presidente del Partido por la Democracia (bueno recordar el significado de la sigla), Pepe Auth, en relación al proyecto de Ley presentado por los diputados de la “bancada estudiantil” Giorgio Jackson y Gabriel Boric, que rebaja la dieta parlamentaria en un 50%.

Recordemos que Edwards expresó que le resultaba “pintoresco que una persona que un año atrás recibía la mesada de sus papás, hoy día esté reclamando esto”; y que Auth se cuadró con el mismo “léxico colegial” al señalar que la dupla Boric-Jackson “hasta el 10 de marzo vivían de una mesada y hoy día cualquier salario es elevadísimo”.

Las declaraciones de los diputados RN y PPD son interesantes, reiteramos, no porque se diferencien de la tupida flora de declaraciones “memorables” a las que nos tiene acostumbrados nuestra clase política (memorables más por su desgracia que por su ingenio), sino porque nos permiten entrever el pensamiento de los políticos que suelen habitar en el Congreso, en relación a estos colegas más nóveles que lo ocupan desde el 11 de marzo.

Sociológicamente se etiqueta, encasilla o incluso estigmatiza, aquellas “conductas desviadas”, que más que alejarse de lo que dicta la normalidad estadística, en realidad son de tal manera estereotipadas por un grupo social mayoritario, que ve en dicha diferenciación una potencial amenaza -real o construida- a sus propias prácticas culturales y en consecuencia a la situación de poder que gozan. Es decir, a través de las declaraciones de los parlamentarios de mayor antigüedad, transversales al gobierno o a la oposición (recordemos que el UDI Felipe Ward y el PS Fidel Espinoza, ya habían hecho lo propio), podemos entender la manera como los “políticos profesionales” visualizan y en consecuencia valoran a sus colegas más nóveles y por oposición, la manera en que se autoperciben y aprecian.

En resumidas cuentas, para la bancada veterana los diputados de la bancada estudiantil (no hay que olvidar que están donde están, gracias al buen juicio de la ciudadanía sobre su rol en el movimiento educacional), con acento en las figuras de Jackson-Boric, serían prácticamente adolescentes recién salidos del techo paterno y que en consecuencia desconocen el funcionamiento del mecanismo parlamentario y de la política en general. Por el contrario, y sin ningún pudor, los “parlamentarios de carrera” nadarían a sus anchas desde el “know how” al “do how” del accionar bicameral y en un plano más general, de la política propiamente tal, disciplina profundamente pragmática en su imaginario.

Por tanto, el comportamiento de los “parlamentarios de profesión”, así como el léxico desplegado al etiquetar a Jackson-Boric y su proyecto de Ley, nos hacen recordar nuevamente aquella conceptualización desplegada por Gaetano Mosca y que tanto parece molestar a nuestros representantes de profesión  de la clase política, es decir un conjunto de personas que, dada su posición en la estructura social, administradoras del modelo vigente, sea cual sea este, poseen intereses particulares, por ejemplo, la perpetuación en dicha posición, y en consecuencia claramente diferenciables del electorado que los encumbra a tal posición.

En consecuencia, es muy posible que tanto Edwards-Auth como Jackson-Boric, en el subtexto se dirijan a sus respectivos electorados en vista a uno de los temas cruciales de la agenda política: la reforma tributaria. Es así que mientras Jackson-Boric mantienen en la praxis presente el acento en la relación entre ética y política, dando el ejemplo de la reforma tributaria necesaria para el país a costa de sus propias dietas, Edwards y sobre todo Auth, parecen señalar que “habrá reforma tributaria, pero nunca tanto”, lo que es válido para Edwards, pero muy preocupante en relación a un importante dirigente de uno de los partidos de la Nueva Mayoría y el programa de gobierno de dicha coalición.

Aun cuando Edwards-Auth estén en lo correcto respecto a la política y su carácter pragmático, no menos cierto también es que dicha labor e incluso “profesión” se vincula a valores culturales y que éstos son profundamente dinámicos, y que claramente en el mundo, éstos han ido variando en los últimos años. En dicho contexto, y para simplificar,  mientras Edwars-Auth resuenan fuertemente portalianos, Jackson y Boric, tienen esa fragancia “mujicana” (por el presidente uruguayo) que tanto gusta y acerca a la gente hoy por hoy. Juzgue usted quien está más acorde a las necesidades de la ciudadanía en los nuevos tiempos.

Finalmente es bueno señalar que, aun cuando ayer por la mañana la diputada Vallejo haya  marcado distancia con la propuesta Jackson-Boric, sosteniendo que “la desigualdad no se combate disminuyendo la dieta de los parlamentarios”, pues desafortunadamente, no del todo acierta nuestra muy respetada parlamentaria: el año recién pasado, el portal The Kantar Information is Beautiful Awards, que premia a las mejores infografías presentes en la web, reconoció el trabajo elaborado por Ahmad Barclay et al, titulado “Politicians’ Salaries & Income Inequality” (“Salario de Políticos e Desigualdad del Ingreso”), en el cual los autores desarrollan de manera bastante clara y estética, la relación existente entre el salario per cápita promedio existente entre una serie de países y el sueldo promedio de los políticos. Es así (véase la fotografía de esta columna) que en dicha infografía se destacan a través de altura y obesidad, los salarios de los políticos kenyanos (98 veces el sueldo per cápita promedio), el de la autoridad palestina (24 veces) y el de la clase política jordana (más de 15 veces el salario per cápita promedio). En ese sentido, bueno es recordar que, aun cuando no corresponda al “salario político promedio” (pues el de otros “profesionales” de dicha labor muy probablemente lo arrastre a la baja) actualmente la dieta parlamentaria es de $8.195.692, es decir más de 39 veces superior al actual sueldo mínimo ($210.000) sin considerar los descuentos legales.

Si bien es cierto, Camila y los matices expresados por Twitter durante la tarde de ayer, pudieran  tener parcialmente la razón respecto a que la variable “salario de los políticos” puede no ser la causa eficiente en la explicación de la concentración de la riqueza, (sino más bien una variable concomitante o incluso un indicador de dicha concentración), lo cierto es que también la esposa del César debe también parecerlo, no tan sólo serlo, por lo que bien vale la pena preguntarse si con un congreso de dichas características podrán impulsarse reformas reales que apunten hacia una mejor distribución de la riquez., pues no olvidemos que a diferencia de la mera pobreza, el tema de la desigualdad es político, y si en el parlamento (que debiera ser el órgano político de representatividad por antonomasia) imperan las observaciones al estilo Auth-Edwards, claro está el nivel de optimismo que podemos albergar respecto a la prognosis de su accionar.

Imagen: “Politicians’ Salaries & Income Inequality”. The Kantar Information is Beautiful Awards.

Gustavo Adolfo Cesped Cariaga

Sociólogo.
Master en Cooperación Internacional y Gestión de Proyectos. Instituto Ortega y Gasset – Univ. Complutense de Madrid.
Santiaguino de nacimiento, Ariqueño por profesión.
http://gustavocespedcariaga.blogspot.com/