Por Natasha Pitts.-
Seis indígenas mapuches de Chile que estaban siendo juzgados por la Ley Antiterrorista consiguieron una importante victoria en los últimos días. Después de pasar más de un año y medio en prisión preventiva y realizar una huelga de hambre para conseguir responder el proceso en libertad, el Tribunal Penal Oral en Temuco, Chile, divulgó la absolución de todos. Sin embargo, además de la victoria, los mapuches también tienen muchos otros motivos para luchar. La posesión de sus tierras ancestrales y el prejuicio, aún hoy, son obstáculos para que ellos puedan vivir dignamente.
Los indígenas liberados fueron José Antonio Ñirripil, Eliseo Ñirripil Cayupán, Elvis Millán Colicheu, Jorge Cayupán Ñirripil y Cristian Alexis Cayupán Morales de la comunidad Mateo Ñirripil Autónoma del Lof Muko y Daniel Canio Tralcal del Lof Yeupeko-Katrileo de Vilcún. Ellos eran acusados por un atentado incendiario a la propiedad Brasil, en la comuna de Vilcún, en septiembre de 2009. Algunos también eran acusados de robo con intimidación, pero los jueces que intervinieron en el caso rechazaron todas las acusaciones.
Otros aún luchan por libertad. Cristian Pablo Levinao Melinao, de la Comunidad Rayen Mapu; Luis Humberto Marileo Cariqueo, de la Comunidad Cacique José Guiñon; y Leonardo Eusebio Quijón Pereira, de la Comunidad Chequenco fueron condenados a 10 años de prisión por delitos de robo con intimidación y homicidio. Los tres iniciaron una huelga de hambre en la prisión de Angol, el último 9 de abril, pidiendo la revisión de sus penas y el indulto humanitario para José Mariano Llanca, que está padeciendo una enfermedad terminal.
Los presos políticos también solicitan transferencia hacia el Centro de Educación y Trabajo, pues alegan no haber tenido acceso a una defensa justa y al debido proceso, pues el Ministerio Público utilizó «testigos sin rostro”, para acusarlos. La transferencia, inclusive, ya era parte de un acuerdo, que fue incumplido por las autoridades. Los indígenas aseguran que la huelga de hambre es de carácter definitivo y sólo terminará con el cumplimiento de las reivindicaciones.
Como también viene ocurriendo en territorios de otras etnias, los mapuches están viendo como sus tierras son invadidas por megaproyectos eléctricos y de minería. En carta a la presidente chilena Michelle Bachelet, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, manifestó su preocupación por la trasgresión de esos derechos y pidió la aplicación del Convenio 169, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ratificado por el país. El Convenio establece los derechos de las comunidades indígenas de aprobar o no proyectos en sus tierras mediante consulta previa.
En la región de Araucanía, es posible ver un ejemplo claro de esa situación de violación a los derechos. Hace varios años se desarrolla un conflicto por la posesión de tierras. De un lado, los mapuches alegan ser dueños de propiedades ancestrales, y del otro, las empresas agrícolas figuran como propietarias legales. El conflicto ya costó la vida de indígenas, policías y agricultores de la región, pero los enfrentamientos continúan.
Situación semejante enfrentan los mapuches de Osorno, donde líderes indígenas están siendo juzgados por un atentado a la propiedad Pissú Pisué, en Río Bueno. Los indígenas alertan que las detenciones y acusaciones son una forma de intentar parar la lucha en defensa del Río Pilmaiquén, donde la empresa Osorno S.A. quiere instalar la Central Hidroeléctrica Osorno, que va a inundar terrenos ancestrales, un cementerio y el espacio sagrado «Ngen Mapu Kintuante”. Esta lucha dura ya más de ocho años.
A comienzos de abril, al mismo tiempo que comenzó la preparación del juicio oral de los acusados del atentado a la Pissú Pisué, los mapuches fueron a Santiago para interponer un recurso en contra del titular de la Dirección de Aguas por no consultar a los grupos indígenas sobre el proyecto hidroeléctrico en Osorno. Ellos piden apoyo y solidaridad de la población chilena, pues esta es una lucha justa, ya que permitir la inundación de territorios tradicionales sería lo mismo que promover un genocidio.