Durante miles de años, la mujer jugó un papel central en una sociedad donde la espiritualidad, la estructura social y la relación con la naturaleza, conformaban un todo en el que las partes no se oponían entre sí, sino que se complementaban. Con esta publicación en el mes de la Mujer, queremos rescatar y homenajear esa historia.

Por Madeleine John

El video que presentamos aquí, integra la serie El principio femenino, disponible en el canal  Buenas ideas que tal vez no conozcas.

Esta producción aporta una nueva mirada sobre la espiritualidad y el papel central de la mujer durante el matriarcado, buscando rescatar elementos que caracterizaron aquella etapa y que hoy vuelven a manifestarse. Son elementos esenciales que pueden ayudar en este momento crítico para construir otro futuro, en el que no se opongan la energía masculina y femenina, sino que ambas se complementen y desarrollen en cada ser humano.

Hablamos de un mundo interno y externo que busque la reconciliación entre individuos y pueblos, en el que cada persona sea un ser sagrado, en el que las relaciones sean horizontales, inclusivas, noviolentas… desde donde construir un futuro que comienza a despuntar, que nos merecemos y al que aspiramos la mayor parte de la Humanidad.

Este vídeo, el tercero de los cinco, explica las características de la energía femenina y la masculina, que no son otra cosa que manifestaciones de la energía que habita en cada ser humano.

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Lo femenino y masculino podemos caracterizarlo desde muchos diferentes puntos de vista. Aquí proponemos verlo desde la mirada de la energía psicofísica.

Sí, esa energía que anima nuestro cuerpo y conciencia y nos permite en realidad todo. Cualquier cosa que hagamos requiere energía: pensar, correr, bailar, cantar, emocionarse…

Una de las tantas características de la energía psicofísica es su capacidad para concentrarse o difundirse. Seguramente has notado esa diferencia por ejemplo cuando estás haciendo un trabajo intelectual con la energía muy concentrada. Hasta que te cansas y se difunde la energía y no logras juntar una idea con la otra.

Las atletas conocen bien la necesidad de concentrar la energía cuando se preparan para hacer un salto alto o largo. Si se difunde la energía produciendo emociones y pensamientos, seguramente no podrías pasar la valla de un metro. Por el contrario, cuando vas a dormir, difundes la energía y te distensas. Si mantienes la energía concentrada en un pensamiento, tendrás dificultades para conciliar el sueño. Para una linda experiencia en el acto sexual, primero se difunde la energía con caricias diversas, erotizando todo el cuerpo, desde la punta del pie, hasta el cuero cabelludo. Pero en algún punto, esa energía difundida se concentra al máximo para llegar al clímax.

Desde muy antiguo se asoció la capacidad de difundir la energía con lo femenino y de concentrarla con lo masculino. Porque las mujeres tienden a tener mayor facilidad para difundirla y los hombres para concentrarla. Más o menos facilidad, no incapacidad.

Desde muy pequeñas se alentaba a las niñas a desarrollar esa capacidad de difundir la energía, o energía circular como la llaman hoy algunas, jugando al té con sus amiguitas, por ejemplo. En cambio, a los niños se los estimulaba a desarrollar la facilidad de concentrarla luchando entre ellos o jugando a la guerra con espadas y/o armas. En los hombres se valoraba el ser luchadores, decididos, etc. y de las mujeres el ser maternales, dulces y cariñosas.

Si una mujer demostraba capacidad de concentrar la energía, se la consideraba masculina y viceversa, al hombre con capacidad de difundirla, se lo miraba como femenino, con el respectivo juicio negativo.

Nos llenaron de modelos femeninos de vírgenes y se nos olvidaron las diosas felinas, que domaban la energía. Como Durga montada sobre un tigre o león, Freyra, atravesando el cielo en su carruaje jalado por gatos gigantes, o la mesopotámica Ishtar con sus leones como guardianes.

 

No es posible mantener la energía concentrada ad infinitum. Necesariamente en algún momento se va a comenzar a difundir. Puedes hacer la prueba: Trata de imaginarte un gato de ojos azules. Concentra la energía para sostener la imagen con brillo y nitidez… Al poco tiempo observarás que la imagen se va desdibujando y se cruzan otras imágenes distractoras.

La concentración y difusión de la energía tiene sus ritmos y ciclos.

Ambos términos se retroalimentan. Si no puedo difundir ampliamente, ya sea por tensiones, inhibiciones u otras limitaciones, tendré dificultades para concentrar bien. Seguramente muchas descubrimos que al estudiar para un examen redituaba más hacer pausas “relajantes”. Luego retomar con nuevos bríos el estudio en lugar de intentar sostener la atención concentrada más allá de cierto límite y al final una no se acordaba de nada de lo que supuestamente leyó.

Mencionamos que a veces no podemos difundir la energía ampliamente porque tenemos tensiones, inhibiciones u otras limitaciones. Aspiramos a que la energía circule libre y ampliamente en nuestro cuerpo y podamos disponer de ella y direccionarla según nuestros requerimientos.

Si tuviéramos una cámara que graba la circulación de nuestra energía tendríamos cuadros a veces surrealistas. Imagínense. Veríamos vórtices de energía, verdaderos nudos de sobrecarga de energía y otras zonas anestesiadas, negadas por las que se bloquea la energía y zonas por las que directamente no pasa la energía.

Esa energía con puntos sobrecargados, atascados o anestesiados se expresa en nuestra conducta y forma de estar en el mundo. Por ejemplo, en un corazón cerrado, sobresaltado, a la defensiva o en ideas fijas y mucho ruido mental. 

Eso es así porque está íntimamente ligada a nuestras acciones. Hay acciones contradictorias que nos producen más nudos y atascos. En cambio, las acciones coherentes, en las que hay acuerdo entre lo que pienso, siento y hago, nos dan unidad interna y nos dejan una sensación de liviandad, libertad y bienestar que delata la libre circulación y disponibilidad de la energía. De manera que, gracias a nuestras acciones coherentes y unitivas, podemos desatascar la energía.

Seguramente lo han experimentado cuando han logrado reconciliarse con alguien con quien estaban resentidas. ¡Qué liberadora es la reconciliación!

Tenemos otro indicador: la energía atascada, que no fluye bien, es más densa. En cambio, la energía unitiva que circula libremente es liviana y luminosa.

Podemos reconocerlo rápidamente al observar a la gente pasar: a algunas se las ve radiantes, luminosas y a otras francamente grises.

Y también lo podemos reconocer en nosotras mismas: días en que nos sentimos luminosas como si brillara el sol dentro de nosotras y otros días sombríos. Y eso se refleja hasta en nuestra postura corporal. La energía liviana, luminosa, se expresa en el cuerpo con el pecho abierto, el cuerpo recto, con la mirada al mundo. En cambio, la energía atascada, densa nos lleva a posturas de encerramiento, con los hombros caídos y el pecho cerrado.

Y hay algunas experiencias no habituales muy plenas, que se experimentan desde una profundidad distinta de la propia conciencia. Por ejemplo, ¿alguna vez te has sentido verdaderamente comunicada con alguien, incluso si recién lo conocías? Una experiencia de comunicación abierta en que te sintonizabas con la otra.

¿O alguna vez te has sentido en comunión con la naturaleza, como si formaras parte de ella? ¿Alguna vez te has sentido acogida por el universo? ¿O has sentido una gran alegría sin razón aparente? ¿Has sentido por un momento un amor profundo por un ser querido?

Todas esas vivencias se experimentan con una cierta profundidad. Se habla de un amor profundo, diferenciándolo de uno superficial, o de una comunicación profunda, distinta de una banal.

Esas experiencias se producen cuando la energía activa en nosotros zonas de mayor profundidad. Dicho de otro modo, cuando la circulación de la energía adquiere más volumen.

Esas inhibiciones, anestesias o bloqueos de la energía no son solamente personales. Responden a las valoraciones y creencias de una cultura y época.

Muchas de ellas hoy están en franca crisis y cuestionamiento y, con ello, se abre un nuevo horizonte para todas nosotras.