Por Raquele Colella

Llegar a la Piazza del Popolo es difícil, rodeada como está por al menos dos cordones policiales que disuaden a los ciudadanos de acercarse porque la plaza, dicen, ya está llena. Y de hecho las vías de acceso están congestionadas, pero desde la terraza del Pincio, desde donde la policía siempre prohíbe asomarse, está claro que en realidad hay sitio, incluso para acceder. También se puede ver la cubierta del enorme escenario que ocupa un cuarto de plaza repleta hasta lo inverosímil, ¡incluso las paredes de la fuente de via D’Annunzio! Banderas azules ondeando junto a las ucranianas, un escenario equipado con tres megapantallas, uno se pregunta: ¿quién patrocina todo esto?

Un gran encuentro en el que se silenció la voz del «pueblo por la paz». Sólo se podía aplaudir. Un pueblo de espectadores-consumidores. En definitiva, una plaza educada, de mediana edad, para la que la paz se hace preparando la guerra, y a la que le importa que ese dinero sirva a Leonardo y a la industria bélica italiana y mundial. Una plaza que se gasta en Ucrania pero olvida que Israel ocupa Palestina y no tiene intención de renunciar a Siria y el Líbano. Olvida las guerras fratricidas en África, ¿armadas por quién sino por la industria bélica «occidental»? «Mientras haya esperanza para la guerra» era el título de una película en la que Sordi interpretaba el papel de un traficante de armas.

Una plaza que no responde a la pregunta de qué Europa queremos: ¿la ideada de Spinelli o la Europa monetaria que levanta muros contra los que no son o no se reconocen como portadores de valores «occidentales» y democráticos? Valores, por otra parte, todos por definir si, como nos enseña el profesor Canfora, la democracia nunca existió ni siquiera en tiempos de Pericles, de la familia de los Alcibíades y sus miembros, por tanto, de la oligarquía ateniense. ¡El término nació entonces con un significado despectivo! Todo por rehacer, pues.

Muy distinto era el ambiente relajado, múltiple y harapiento de la plaza Barberini. La habitual furgoneta con altavoces fue insuficiente para hacer llegar el sonido a toda la plaza, que poco a poco se fue llenando a rebosar, por lo que se organizó una manifestación que luego se interrumpió en la plaza Esquilino. Más de 20.000 personas, una estimación aproximada a la baja, principalmente estudiantes y numerosas organizaciones.

Entre otros presentes con su pancarta estaban los de NO AD – ¡contra la autonomía diferenciada, contra una política que quiere una Europa unida pero acepta «diferenciar» Italia! También hay una pancarta serbia en solidaridad con los estudiantes que han ocupado Belgrado contra un gobierno corrupto y con la exigencia de reforzar el estado del bienestar. Están los ‘ayunantes’ del padre Zanotelli, que no son muchos pero desde luego y profundamente pacifistas. Una plaza que se niega a crear enemigos ‘ad hoc’. Una plaza de los que quieren ser protagonistas y no espectadores/consumidores. En la gorra de un anciano trabajador de la CGIL se leía en inglés «make Italy antifascist again». ‘Por qué en inglés’ pregunté, ‘así lo entiende todo el mundo’; ‘pero es el idioma del capitalismo’ reiteré y él ‘dejemos claro que los conocemos bien’.

Faltó al encuentro un sector más radical y en disidencia con ambas plazas, que se citó en el CSOA – ex Snia, para presentar el folleto ‘Sionismo qué es y por qué combatirlo’ y recaudar fondos para Palestina.

Roma 15 marzo 2025
piazza Barberini
cartello serbo