De un lado, Celulosa Argentina, la Universidad Nacional de La Plata y gobiernos de distintos colores. Del otro, cinco comunidades del Pueblo Mbya Guaraní. Luego de dos décadas de reclamar derechos y movilizarse, lograron el título comunitario de 6035 hectáreas. A dos años de ese logro histórico, habrá celebración en el Valle de Kuña Piru. «Vivimos de la tierra, del monte, del agua, y eso es lo que necesitábamos», explicaron.
Por Emipa, Equipo Misiones de Pastoral Aborigen
Fue una lucha de dos décadas. Las comunidades Mbya Guaraní no sabían si lo lograrían, pero sí tenían claro que aquel territorio de cerros y selva nativa de 6035 hectáreas les pertenecía. Y no se rindieron. Los viajes para exigir derechos fueron largos y tediosos, las noches frías, pero la esperanza ardía. No dejaron de intentarlo, sin importar cuánto les costara. Porque era lo justo, lo que les pertenecía, un derecho erguido sobre la preexistencia y la ancestralidad de su ocupación, negándose a ser invisibilizados. El 27 de marzo de 2023 se concretó: las comunidades indígenas recuperaron el territorio que estaba en manos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Crónica de una recuperación territorial
La historia se remonta 1992, cuando la empresa Celulosa Argentina le donó ese territorio a la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), donde ya habitaban, desde hacía más de 100 años, comunidades Mbya. Comenzaron entonces a recibir visitas de estudiantes y docentes que, desconociendo la causa, invadían su territorio, les hacían preguntas, los medían y pesaban; ubicándolos en el mero lugar de un objeto vivo de estudio.
Decidieron en 2001 iniciar el reclamo por el territorio. En sus primeros viajes a La Plata los líderes indígenas debieron explicarles a las autoridades académicas sus derechos como pueblo preexistente. Éstas les respondían con falsas promesas. Parecía que iban con viento a favor y les creyeron, pero el tiempo comenzó a correr y la restitución territorial nunca llegaba.

Foto: Marcos Otaño
Entonces se iniciaron las propuestas y presiones para convencerlos de aceptar una parte del territorio en condominio, buscando que se conformaran con migajas y así dar por cerrado el asunto. El hartazgo fue en aumento y en 2007 las comunidades iniciaron un juicio contra la la Universidad de La Plata y el Estado Nacional. Este nuevo capítulo llegó a su fin en 2019, cuando se firmó un acuerdo histórico, en el que la UNLP manifestó su voluntad de transferirles la propiedad del territorio de manera definitiva.
Pero se concretó recién el 27 de marzo de 2023, cuando las comunidades Ka´aguy Poty, Kapi´i Poty, Ka´aguy Mirĩ Rupa, Yvy Pytã e Yvytũ Porã recibieron su título de propiedad comunitaria por las 6035 hectáreas. Ese momento quedó en la memoria de todo el Pueblo Mbya y días más tarde se realizó un festejo en el valle de Kuña Piru (cerca de la localidad de Aristóbulo del Valle), al que asistieron líderes y miembros de muchas comunidades, personas y organizaciones que acompañaron la lucha. Aunque hubo quienes partieron antes y no llegaron a vivenciar ese momento, fueron recordados allí con mucho orgullo por su integridad y perseverancia en la lucha, dado que participaron en innumerables viajes a La Plata y reuniones.

Foto: Prensa Emipa
Todo está guardado en la memoria
A dos años de ese histórico momento, la Kuña Karai (mujer sabia) Santa Chamorro explica: “Hace mucho tiempo que estamos aquí, en este territorio, en esta selva, hace más de cien años que estamos aquí, desde antes que esté la ruta. Queríamos seguir viviendo aquí, en el monte”. Y recuerda los primeros viajes de los líderes, acompañados del Equipo Misiones de Pastoral Aborigen (Emipa) que estuvo con ellos todo el conflicto.
Aunque lamenta que algunos de los que iniciaron el camino ya no estén, agradeció su lucha y la posibilidad que le dejaron a otras generaciones de vivir en paz.
“Ñande Ru (Nuestro Padre) nos dejó este territorio para que vivamos bien, todos. Y se consiguió el título gracias a la fuerza espiritual de los niños, de los ancianos también, de todos, porque juntos luchamos por esto y lo logramos. Pero la lucha continúa, por eso les digo a los mburuvicha (autoridad de la comunidad) y todas las comunidades que se fortalezcan para seguir en la lucha juntos, porque la unidad nos da fuerza, que no bajen los brazos porque a pesar de que ya conseguimos el título tenemos que seguir fortaleciéndonos entre nosotros”, manifiesta.
Chamorro tiene más de 80 años y fue partícipe del proceso desde el inicio. Así como ella hubo muchos otros, también niños, quienes crecieron viendo a sus madres, padres, tíos y abuelos luchar por su territorio. Uno de esos niños es Omar Duarte, hoy mburuvicha de la comunidad Ka’aguy Poty: “Vi a mi tío Juan de Dios Castillo, a los abuelos… Yo era chico, me acuerdo que veía los videos de los viajes y eso me impactó y así fui aprendiendo sobre la lucha, de la que hoy me siento parte, fue muy duro todo lo que pasaron, pero se logró”. Hay algo que le marcó para siempre y fue la determinación frente a la injusticia: “Me acuerdo una frase de Salustiano González, que era mburuvicha de Kapi´i Poty, que cuando les ofrecieron sólo una pequeña parte del territorio, él se levantó y se puso en frente de las autoridades y dijo ‘yo no voy a aceptar eso’, para mí fue impactante”.

Foto: Marcos Otaño
Voces del Pueblo Mbya
Cuando les entregaron el título, era mburuvicha segundo, y considera que fue Ñande Ru quien le dio esa posibilidad y honor tan grande. Aunque a la relación del Mbya con el monte no la cambia un título, Omar Duarte afirma que este logro les trajo “paz y seguridad” para pararse frente al “jurua” (el no indígena). Sin embargo, lamenta que aún tengan que lidiar con intrusos dentro de su territorio, quienes están asentados desde hace tiempo y ni el título bastó para que se fueran.
Además se refiere a las otras comunidades en Misiones que siguen en pie de lucha, y los motiva a no perder la fe, “que tarde o temprano Ñande Ru les va a dar ese momento como nos pasó a nosotros después de 22 años de ir, luchar, pasar momentos difíciles, con los caciques y abuelos que hoy en día ya no están entre nosotros. Ellos fueron con esperanza y se logró”.
Héctor Benítez, actual mburuvicha de Kapi’i Poty, rememora la alegría del momento cuando recibieron el título y que todavía perdura: “Ahora tenemos libertad, que era lo que queríamos. Nosotros vivimos de la tierra, del monte, del agua, y eso es lo que necesitábamos”.

Foto: Prensa Emipa
Eliseo Chamorro, referente Mbya y ex mburuvicha de Ka’aguy Poty, reflexiona sobre lo logrado: “No fue solamente un triunfo o una conquista, como dicen los españoles, sino que recuperamos la fuerza, la vida misma, porque en la naturaleza está la fuerza del pueblo Mbya, en la naturaleza está la vida del Mbya y firmar ese título reforzó nuestra fuerza”.
Y explica: “Yo vi a los ancianos y ancianas llorar de alegría, de emoción, y por todo lo que fue la lucha también. Se sufrió, se lloró, se han pasado muchas cosas, inclusive hubo mburuvicha que ya fallecieron. Todo eso, esas sensaciones de tristeza, dolor, emoción, todo junto… es algo que no se puede explicar. Eso es lo que sentimos ese día, que fue tan especial para nosotros. A pesar de que siempre nos sentimos dueños del territorio, lamentablemente tuvimos que esperar ese papel que tanto anhelamos como comunidad, como comunidades del Valle del Kuña Piru”.
Refiere, sin embargo, que “los intrusos aún persisten, siguen ahí”, y lamenta que las entidades provinciales que debieran hacerlo no se ocupen del asunto.

Foto: Prensa Emipa
Un camino colectivo
Aunque nunca hubo ayuda por parte del Estado, sí hubo personas que acompañaron este proceso, como Joselo Schuap (hoy Ministro de Cultura de Misiones pero en aquel entonces, un simple músico comprometido con la causa). En una oportunidad dispuso su colectivo —que era utilizado por artistas— para que pudieran trasladarse a La Plata.
Otro trabajador de la cultura que tendió una mano fue Rodolfo Cesatti, un realizador audiovisual que viajó a Misiones y emprendió el viaje desde Aristóbulo del Valle hasta La Plata, para registrar todo la película llamada “Jurua, hombres de hierro”.
También recibieron apoyo y acompañamiento de personalidades como Adolfo Pérez Esquivel —Premio Nobel de la Paz—, el biólogo Raúl Montenegro y la antropóloga Ana María Gorosito, entre muchas otras personas y organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles y culturales.
Hoy nuevamente habrá festejos y actividades, como la proyección de la película mencionada para recordar la lucha y acercar esta historia a los más jóvenes.
Quedó demostrado que la única lucha que se pierde es aquella que se abandona. La lección está ahí para quien quiera y pueda verla, oírla, la haga propia para crecer como sociedad.