Presentación de Jhon Sánchez tras la proyección de Borderland | The Line Within. El documental no solo expone el rentable negocio de la inmigración y su coste humano, sino que entrelaza las historias de heroínas y héroes inmigrantes que resisten y muestran un camino a seguir, con la intención de construir un movimiento a la sombra del complejo industrial fronterizo, reconociendo los derechos humanos de todos».

Gracias a todos por estar aquí esta noche. Puede que no les diga nada nuevo que no hayan visto ya en la televisión o leído en los periódicos, pero esta reunión sirve como un llamado a la acción: salir de sus casas y hacer algo. Debemos protestar contra las políticas de Trump, que no solo atacan a los inmigrantes, sino que también socavan la Constitución y los derechos fundamentales.

Hace solo tres meses, cuando advertí sobre los peligros de las propuestas de Trump, muchos amigos y familiares descartaron mis preocupaciones como exageradas o poco realistas. Una querida amiga mía, cuando mencioné que Trump planeaba negar la ciudadanía a los hijos de padres indocumentados, dijo: «Oh sí, van a ser ciudadanos del espacio». Cuando le expliqué que esto no era una exageración, sino un concepto real en el derecho internacional—la apatridia—, ella respondió: «No soy tonta. No uses tu lenguaje para burlarte de mí».

Pero luego sucedió: Trump firmó una orden que limita la ciudadanía por derecho de nacimiento, y los titulares demostraron que mis temores eran correctos. La reacción de mi amiga es solo un ejemplo de cómo las personas se niegan a reconocer lo que esta enfrente de sus ojos, hasta que la realidad las obliga a despertar. Y, al igual que ella, millones se aferran a mitos que les impide ver las amenazas inminentes.

Esta noche, quiero abordar los mitos que las personas usan para lidiar con esta horrible situación—mitos que fomentan la indiferencia, una falsa sensación de seguridad y la falta de solidaridad.

Mito #1: «Esperemos a ver como se dan las cosas»

Algunas personas argumentan que debemos esperar y ver cómo se desarrollan las políticas de Trump antes de reaccionar. ¡Qué ilusión! Ya sabemos lo que sucedió durante el primer mandato de Trump; estas no son políticas nuevas, sino una intensificación de las anteriores, ahora ejecutadas con mejores planes. Durante la primera administración de Trump, obstáculos legales, incluida la oposición del ala más liberal de la Corte Suprema (cuando la magistrada Ruth Bader Ginsburg todavía estaba viva), impidieron la implementación completa de muchas medidas. Pero Trump también tuvo que enfrentar una pandemia. Aunque durante el COVID-19, Estados Unidos creó la orden «Manténganse en México» para los solicitantes de asilo, la pandemia causó tanta confusión que impidió la implementación de otras políticas.

Ahora, con cinco trumpistas en la Corte Suprema y sin una pandemia que lo frene, Trump tiene un camino claro para pisotear la Constitución, intensificando políticas como:

  • El Muro
  • El cierre de fronteras
  • La desnaturalización de ciudadanos y los ataques a la ciudadanía por derecho de nacimiento, algo que Stephen Miller ha tenido en la mira desde 2019.
  • La prohibición de entrada a residentes, estudiantes y trabajadores que tienen visas, lo cual es una expansión de la prohibición  de entrada a los musulmanes.

Sin embargo, algunas personas todavía dicen: «Es solo el primer día de su administración». No. Ya hemos visto esto antes. Sabemos el caos que causó. Y esta vez, el daño será aún peor, a menos que lo detengamos ahora.

Mito #2: «No me afecta, Trump está cazando sólo a los criminales»

Esto no es cierto. El zar de inmigración de Trump se refiere abiertamente a «arrestos colaterales», lo que significa que incluso personas sin antecedentes penales están siendo detenidas. Según NBC News, de las 1,179 personas arrestadas en una redada de inmigración el 26 de enero, solo 566 tenían antecedentes penales. En cierto modo, Trump está cumpliendo su promesa de perseguir a los criminales, y estoy siendo sarcástico aquí cuando repito lo que dijo Karoline Levitt, la secretaria de prensa: «Si eres ilegal, por definición eres un criminal». Una cosa es cruzar la frontera sin autorización de migración que es una mera contravención al igual que lo es manejar por encima de los límites de velocidad establecido y otra muy distinta es robar, asesinar, violar, o como en el caso de Trump, falsificar documentos mercantiles. Esto es un juego de palabras, pero seamos claros: según el derecho penal de coquito, las personas indocumentadas no son criminales. Creer lo contrario es una estupidez descarada. Pero a Trump no le importa.[1]

La realidad es que esto no se trata solo de deportar a aquellos con antecedentes penales. Veamos:

Se ha autorizado redadas en escuelas, iglesias y hospitales, lugares que durante décadas han sido considerados santuarios para que las personas puedan estudiar, practicar su fe o recibir tratamiento sin miedo. Por supuesto, las escuelas primarias no se salvan. ¿Dónde más iban a ir? Y si, ya tuvimos una redada reciente en una escuela primaria de Chicago que cumplió su objetivo: aterrorizar a los niños. Por Dios, ¿qué tipo de criminales puedes encontrar en una escuela primaria? Porque, obviamente, las escuelas primarias son el epicentro del crimen organizado.

Su máquina de terror no se detiene ahí.

Bajo la Ley Laken Riley, recientemente firmada por Trump, cualquier migrante acusado de robo menor—sin condena—puede ser puesto en proceso de deportación. Sí, bajo esta ley, una mera acusación—robar una manzana, un cigarrillo, cualquier cosa—puede desencadenar un proceso de deportación. Una persona puede ser erróneamente—o malintencionadamente—blanco de acusaciones (elija cualquier adverbio que desee) para justificar su deportación. Fácilmente, la policía, ICE o cualquier persona puede fabricar la acusación de robar unos chicles para deportar a un migrante o a un grupo de ellos. Imaginen lo que los empleadores que no quieren pagar salarios y los propietarios que quieren desalojar a sus inquilinos pueden hacer con eso. Recuerden el caso de la mujer mexicana embarazada de nueve meses que fue arrestada por una violación menor de tráfico—solo para ser esposada mientras daba a luz. Imaginen lo que ese tipo de policías harían contra ciertas personas latinas, que no hablan inglés y que simplemente están conduciendo sus autos de regreso del supermercado.

Esos no son criminales. Esos son niños de escuela primaria, personas falsamente acusadas de robar dulces. Ser indocumentado no es ser un criminal. Esta retórica no solo justifica las políticas de Trump, sino que alimenta la violencia de los autoproclamados patriotas que ven a trabajadores inocentes como tiro al blanco.

Mito #3: «Solo los inmigrantes indocumentados están en riesgo»

Este es otro concepto erróneo. y peligroso. Las políticas de Trump apuntan incluso a aquellos con estatus legal. Por ejemplo:

  • Revocó el Parole Humanitario para haitianos, venezolanos, nicaragüenses y cubanos, dejando a miles en un limbo legal.
  • Revocó el Estatus de Protección Temporal (TPS) para venezolanos, despojándolos de protecciones legales.
  • Su administración ha ordenado a las agencias federales que compilen una lista de países cuyos procedimientos de verificación de sus ciudadanos son «insuficientes», para hacer que sus nacionales sean inadmisibles. Esto es una expansión de la prohibición  de entrada a los musulmanes, donde personas con visas de residente, por ejemplo, no pudieron reingresar al país. Esas eran personas que vivían aquí legalmente.
  • Bajo una de las órdenes ejecutivas de Trump, ICE podría deportar a cualquier «extranjero» que exprese hostilidad hacia el gobierno de los EE. UU., sus ciudadanos y su cultura. Recientemente, Trump incluso sugirió revocar las visas de estudiantes de aquellos que participaron en protestas pro-palestinas. Estamos a centímetros de escuchar que se revoquen visas tan solo por ser anti-Trump. Sus palabras generarían un efecto silenciador en miles que vienen a la tierra de la Primera Enmienda, la libertad de expresión y la libertad de prensa.

Ya vemos; no se trata solo de personas indocumentadas; los residentes legales y los portadores de cualquier tipo de visas también están en riesgo, y, al parecer, todos aquellos que tienen boca para expresar su opinión.

Mito #4: «Las deportaciones masivas seguirán el debido proceso»

La deportación masiva bajo Trump no sigue el debido proceso.

  • Las redadas de inmigración a menudo se llevan a cabo utilizando órdenes administrativas, que no otorgan autoridad legal para el ingreso forzado. Además, la magnitud de las redadas y la velocidad de las deportaciones hacen que impugnar esos procedimientos sea casi imposibles. Incluso si la redada fue ilegal, ¿qué puede hacer un abogado cuando su cliente, o docenas de ellos, ya están en Guatemala o Senegal?
  • Las procedimientos acelerados permiten deportaciones sin que exista el aval de un juez. Un policía de migración, por llamarlo de alguna manera, simplemente te hace firmar un papel, y estás en de vuelta. ¿De qué sirven las protecciones legales cuando las personas son deportadas antes de que puedan siquiera defenderse?
  • Declarar ciertas nacionalidades como «inadmisibles», como en la prohibición de la entrada de los musulmanes, es una forma de deportar personas sin ningún control judicial.

Mito #5: «Más migrantes, más crimen»

El decir de Trump  que los migrantes somos los responsables del crimen en EEUU es una mentira.

Las leyes existentes ya permiten la deportación de personas con antecedentes penales. No hay necesidad de campañas de terror masivo dirigidas a comunidades enteras.

Además, las estadísticas contradicen la idea de que la inmigración aumenta el crimen:

¿Será que tenemos que mandarles una copia del informe a Texas y Florida? No, mejor mandémoselo a los noticieros, a ver si dejan de hacer maratones sobre cada crimen cometido por un migrante—porque si fuera por ellos, uno pensaría que la Estatua de la Libertad anda robando carteras en el metro.

  • Si la seguridad es realmente la preocupación, ¿por qué no enfocarse en la verdadera amenaza—la violencia armada? Les doy un dato: De 2014 a 2022, hubo 4,011 tiroteos masivos en los EE. UU. Estos tiroteos no incluyen aquellos que ocurren durante la comisión de un delito. Eso significa que una persona loca o extremista se levanta todos los días en los EE. UU. y decide ir a matar a un grupo de personas. ¿Y qué se ha hecho al respecto? Nada. Nunca. En cambio, facilitamos la posesión de armas. Después de que 19 niños fueron masacrados en Uvalde, ¿qué hizo el gobernador Abbott, además de enviar flores y «rezar» por las almas de los muertos? Bueno, hizo algo: firmó una ley que autoriza la posesión de armas sin licencia en Texas. ¿Eso es seguridad?

Vale la pena señalar que ser migrante no es un factor que determine la demografía de los perpetradores en tiroteos masivos. Creo que lo contrario podría ser más cierto: ser no migrante es un factor en la comisión de tiroteos masivos. Los tiradores masivos son abrumadoramente no migrantes—y ciertamente no personas indocumentadas, que ni siquiera pueden comprar armas legalmente. Si somos serios acerca de la seguridad, deberíamos dejar de culpar a los migrantes y comenzar a abordar el problema real.

Cuando un migrante mató y violó a Laken Riley, los legisladores se apresuraron a aprobar una ley extremista que deporta a migrantes sospechosos—no condenados—de delitos tan menores como robar un cigarrillo. Sin juicio, sin debido proceso. Sin embargo, cuando un tirador masivo masacra a niños en una escuela, nada cambia. Esta llamada «seguridad» no es más que hipocresía. Migrantes peligrosos; armas inofensivas. Que lógica tan impecable! ¿Cuánto vale un crimen migrante en capital político? ¿Y cuánto valen las vidas de los 19 niños de Uvalde o los 27 de Sandy Hook? Aparentemente, no lo suficiente.

Mito #6: Mil quinientos al día no es una deportación masiva.

Algunos afirman que deportar a 1,500 personas por día no es una «deportación masiva»—y que a este ritmo, Obama habría deportado a más personas que Trump. Una cosa es un plan estratégico para detectar y deportar a las personas que han cometido faltas y otra es la persecución a comunidades enteras. Una cosa es un cirujano que opera con precisión y un bulldozer que arrasa con todo. En todo caso, la deportación masiva no se trata solo de números; se trata del impacto devastador en vidas y comunidades.

  1. La separación de familias. Dejar hijos sin padres, prácticamente huérfanos.
  2. El golpe económico en los negocios. Los negocios sufren a medida que los inmigrantes tienen demasiado miedo de salir—a restaurantes, bares o incluso a la tienda local.
  3. Las violaciones a las libertades estadounidenses. Los migrantes tienen derecho al debido proceso y muchos vinieron aquí creyendo en la libertad de expresión. Pero bajo Trump, ambos derechos están bajo asedio.
  4. La creación de caos legal. La incertidumbre sobre mantener un estatus legal no solo perturba las relaciones personales, sino también estructuras económicas enteras. ¿Cuántas personas cancelan sus planes de vacaciones, temiendo que no se les permita regresar al país? ¿Cuántas pueden posponer sus planes de boda y sus estudios porque sería inseguro hacerlo en los Estados Unidos, ya que Trump puede despojarte de tu estatus legal, declarar inadmisibles a los nativos de tu país o simplemente ordenar tu deportación basándose en un Tik-Tok que a Trump no le gusta?
  5. Eso sí, más cárceles de migración manejadas por los particulares. Cárceles con ánimo de lucro donde la justicia es un negocio y la vida de los migrantes es sólo una mercancía más. Las políticas de Trump enriquecen a los gigantes de la detención privada como GEO Group y CoreCivic—ahora incluso subcontratando la detención al gobierno de Bukele, donde las protecciones legales de los EE. UU. no aplican. Ello piensan: «Simplemente envíenlos, dejemos que nuestros amigos con sus empresas obtengan ganancias, y lo mejor de todo—sin responsabilidad. Si las familias quieren demandar, buena suerte metiéndose con Bukele».

Mito #7: «Este es nuestro país, y debemos protegerlo»

Este país no es solo lo que vemos—no es ni la Avenida Roosevelt ni la Estatua de la Libertad, sin importar cuánto ames u odies esos lugares. Este país es su Constitución, sus principios fundacionales: igualdad de oportunidades, libertad de expresión.

Algunas personas sienten que se ganaron un tiquete de primera clase porque nacieron antes de 2025. Pero la Constitución no es una lotería—se supone que debe defender los derechos de todos, no solo de los afortunados que llegaron antes de una fecha arbitraria.

Los EE. UU. nunca fueron concebidos como un lugar donde las personas tengan miedo de hablar o buscar atención médica, pero eso es exactamente lo que sucederá si se niega la ciudadanía a los hijos de inmigrantes sin estatus legal permanente.

No podemos convertirnos en una tierra llena de personas invisibles, despojadas de sus derechos, con miedo de participar en la sociedad. Ese no es el Estados Unidos que conozco. Ese no es el Estados Unidos que tú conoces.

No, nosotros—los llamados «invasores»—no somos los que estamos robando este país. Abran los ojos. Los que están violando la Constitución, despojando libertades y robando sus derechos son Trump y sus compinches.

No se quede ahí comiéndose las uñas. No repitan consignas vacías sin pensar—sin mirar la realidad que tienen frente a ustedes.

Estamos en una crisis constitucional, y finalmente entiendo lo que eso realmente significa. Una crisis constitucional es una crisis de confianza.

  • Los abogados no pueden dar un consejo legal adecuado porque todo lo que sale de la  Casa Blanca es un caos.
  • Los empleadores no saben si sus trabajadores se presentarán mañana.
  • Los padres están optando por tener a sus hijos fuera de los hospitales—temerosos de que un registro médico se convierta en una notificación de deportación.

Porque no confiamos. Y sin confianza, el sistema colapsa.

[1] El New York Times informa el 10 de febrero de 2025 que, según las estadísticas del gobierno, ‘los tipos de arrestos no ha sido detallados, lo que deja incierto si los criminales que están siendo perseguidos representan una parte significativa de los detenidos.