En una conversación entre la Presidenta de México y de EEUU, Donald Trump, llegaron a varios acuerdos, entre ellos, se cancela la imposición de aranceles, cuando parecía que se aproximaba una “catástrofe” económica y social.
“Es importante siempre tener la cabeza fría”, ha recomendado Claudia Sheinbaum Pardo ante las preocupaciones de los mexicanos y los cuestionamientos de los medios de comunicación. Por supuesto, ante una oposición política de Derecha que ya se frotaba las manos al ver que el presidente de Estados Unidos cumplía sus amenazas, como imponer las tan mencionadas tarifas arancelarias del 25 por ciento.
Observar el fenómeno como primer paso, con mirada científica, haciendo a un lado el “ruido” político y propagandístico, sin asustarse por el apoyo a Washington de los dueños de las gigantes tecnológicas y del comercio electrónico. En calma, Sheinbaum ha analizado cada uno de los pasos y discursos que ha dado Trump respecto a México y con todo detalle, ha explicado abiertamente en la mañanera del Pueblo.
Gustavo Petro, Presidente de Colombia, hace dos semanas, en una primera reacción dijo: “Los EE UU no pueden tratar como delincuentes a los migrantes. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio” y luego: “Como se habrá degradado buena parte de nuestra prensa que creen que la dignidad es una borrachera”.
Ante la furia de Trump que ordenó imponer 25 por ciento de aranceles a los productos colombianos y que se incrementarían al 50 por la negativa de recibir los vuelos de EEUU, además de retirar visas de los funcionarios del gobierno sudamericano, Gustavo Petro respondió igualmente, ordenando al ministerio de Comercio, también elevar al 25 los productos que lleguen desde Estados Unidos.
Es claro que ni Claudia Sheinbaum es la “dama de hielo” como su adversaria electoral la etiquetó, ni Gustavo Petro se deja llevar solo por impulsos momentáneos.
La postura de estos dos representantes de países latinoamericanos no podía ser otra, vienen de lejos, con causas sociales y cercanas al sentir de las juventudes y las clases populares, así como Lula, Xiomara Castro y en su momento Pepe Mujica, Rafael Correa y Evo Morales. Hugo Chávez, a pesar de su perfil militar, también era cercano a la gente.
Mencionamos en una entrega anterior, tres factores que serán una barrera de contención para los deseos de dominio unipolar y expansionistas de Donald Trump. El primero, que hay indicadores de una probable implosión que se observa en esporádicas agitaciones de descontento, el segundo, la resistencia que presentará América Latina ahora con esta situación de emergencia y si encuentra por fin ese elemento de identidad regional que apunte a la unificación, para no seguir siendo el patio trasero, y tercero, la respuesta geopolítica de China, Rusia y el bloque BRICS+ que no necesitan de grandilocuencias y actúan de forma estratégica y oportuna, como vimos hace unos días con el lanzamiento del chat de inteligencia artificial (IA) DeepSeek por una empresa china del mismo nombre y con notables ventajas sobre sus competidores norteamericanos de OpenAI; por otro lado, Rusia ha autorizado a México, el ingreso a su mercado de divisas. Y Europa, tímidamente quiere tomar distancia de EEUU y veremos si finalmente se deshace de su atadura que lo tiene ligado por la ayuda recibida con el Plan Marshal para la reconstrucción del viejo continente, después de la Segunda Guerra Mundial.
Lo que nos ocupa ahora es el segundo factor, América Latina y cómo afrontará los embates del trumpismo. EEUU cuenta con su maquinaria militar, propagandística y financiera que en cualquier momento puede echar a andar para continuar con su agenda, aun cuando llegue el retiro de Donald Trump, a esto se suma esa Derecha que con partidos políticos y organizaciones, han iniciado lo que llaman la “batalla cultural” y con una agenda “anti-woke”, trata de instalarse y lograr aceptación social en muchos lugares del continente.
Dejando a un lado el folklore, las gastronomías, las danzas regionales y las reivindicaciones vernáculas o locales, se observa que Latinoamérica tiene la oportunidad de ver culminados sus deseos de cohesión que ha buscado desde la época independentista y que los legados culturales prehispánicos y de los próceres no terminan de ofrecer, que las instituciones religiosas tampoco, porque muestran un gran descrédito; porque el nefasto neoliberalismo va desapareciendo y deja huecas a las instituciones, los tratados comerciales no ayudan mucho, el Foro de Sao Paulo no ha tenido seguimiento ni operatividad y la CELAC, que es un mecanismo de concertación e integración intergubernamental, canceló su reunión del 30 de enero por falta de consenso.
Cada país deberá implementar su reindustrialización, atender a su mercado interno y seguir con acuerdos comerciales pero, por otra parte, la coyuntura puede ser aprovechada para construir los escenarios que conduzcan a tomar una nueva dirección en las relaciones de nuestra región y para que se empiecen a cerrar esas venas abiertas de América Latina que relató Galeano.
El diccionario del Nuevo Humanismo (silo.net/es/collected_works/dictionary_new_humanism), nos arroja información en la explicación de dos entradas (momento histórico y momento humanista), que nos pueden ayudar a rescatar y reconocer esos momentos humanistas de nuestras culturas y qué semejanzas encontramos en este tiempo que nos toca vivir. Esta producción de un volumen, fue entregada oportunamente por Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido como Silo, en el año 1996, a petición del Centro Mundial de Estudios Humanistas (https://www.cmehumanistas.org/),
Vamos a las definiciones:
El momento histórico es aquel en el que “coexisten diversas generaciones y se diferencia de otro cuando aparece una generación de ruptura que disputa el poder a la generación que lo detenta”.
Lo anterior es perfectamente entendible y ya conocemos esa dinámica generacional que transcurre de alguna manera en forma mecánica. A diferencia de un momento humanista que es la “situación histórica en la que una generación más joven lucha con la generación asentada en el poder, modificando el esquema antihumanista dominante. Frecuentemente, se identifica este momento con la revolución social”.
Aquí podemos reconocer los proyectos de principios de siglo que surgieron en América del Sur, como la Bolivia de Evo Morales con la “Refundación del País” o la “Revolución Ciudadana” de Rafael Correa en Ecuador, la gestión de José Mujica en Uruguay, Lula Da Silva en Brasil en su primera etapa y de los peronistas Néstor y Cristina Kirchner en Argentina. En México, esta revolución parece ir un poco más lejos: una generación joven lucha por ocupar un lugar protagónico y no necesariamente es de militancia partidaria, aunque sí, muy informada y politizada. Por lo anterior y continuando con este concepto, “el momento humanista adquiere plena significación si inaugura una etapa en la que sucesivas generaciones pueden adaptar y profundizar las propuestas de fundación de ese proceso”. México se encuentra en esta posibilidad.
También cita algo que sucede con frecuencia, que la generación que logra la apertura, fracasa en su intento o bien, cuando llega al poder, cancela ese momento humanista para producir un cambio de esquema, tal vez para no provocar mucha oposición.
Seguimos con el diccionario:
“Algunos han querido ver en la conciencia social de distintas culturas la aparición de momentos humanistas, representados por una persona o un conjunto de ellas que tratan de institucionalizarlo desde el poder (político, religioso, cultural, etc.) y de una manera elitista y “descendente”.
Andrés Manuel López Obrador y actualmente la Presidenta Claudia Sheinbaum, ponen de relieve las aportaciones de las culturas prehispánicas pero entienden que en esta civilización mundializada e interconectada por la tecnología, no sería posible instaurarlo “desde arriba”, desde el poder político. En otras épocas las reacciones de la generación desplazada fue con furia y se dieron a la tarea de destruir todos los cambios realizados, esta destrucción provocó incluso, éxodos de las poblaciones hacia otras ciudades.
El apartado que nos ocupa señala ejemplos de esto:
“En la Mesoamérica precolombina por la figura del gobernante tolteca de la ciudad de Tula, Topiltzin, a quien se adjudica la instauración de la actitud humanista denominada “toltecayotl”. Otro tanto ocurrió con el gobernante de Chichen-Itzá y fundador de la ciudad de Mayapán, llamado Kukulkán. También con Netzahualcóyotl, en Texcoco, se observa la apertura de un nuevo momento humanista”.
“En la Sudamérica precolombina, la misma tendencia aparece en el Inca Cuzi Yupanqui, que recibió el nombre de Pachacútec, “reformador”, y en Tupac Yupanqui. Los casos se multiplican a medida que las culturas son más conocidas…”
Entonces, en las diferentes culturas de nuestro continente, podemos rastrear estos aportes históricos y en este entorno político y económico efervescente que se nos presenta, tenemos la condición y capacidad de enfrentar a cualquier poder que intente someterlo.
Así, a lo largo de nuestra América, poco a poco nos vamos encontrando en el camino para darle una oportunidad al Humanismo.