Javier Milei y la vicepresidenta mantienen una disputa que escala y de la que parece no haber retorno. En medio y como tercero en discordia está Mauricio Macri, quien mientras come milanesas con uno, teje alianzas con la otra. La relación de la presidenta del Senado con el ex presidente no es nueva: empezó en campaña, se afianzó en enero de 2024 en Cumelén y continúa con reuniones quincenales entre hombres clave del macrismo y del villarruelismo.
por Ivy Cángaro para Data Clave
Hace exactamente un año y a pocos días de haber asumido como vicepresidenta, se hizo público y evidente lo que hasta entonces solo tenía calidad de rumor: los encuentros entre Victoria Villarruel y el expresidente Mauricio Macri y las negociaciones para que sea ella quien tome el mando en caso de que Milei tenga que dejar el sillón presidencial; una suerte de «conspiración» que en su momento fue denunciada hasta por Juan Grabois.
El Financial Times, en un artículo del 9 de enero de 2024, definía a Villarruel como a una mujer «lista para lo que sea» y a quien «hay que vigilar de cerca». La nota del medio inglés estaba firmada por la cronista corresponsal en Buenos Aires, Ciara Nugent, habría sido negociada por Fulvio Valerio Pompeo, actual Secretario General y de Relaciones Internacionales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Secretario de Relaciones Internacionales del PRO y sobre todo, hombre clave de Mauricio Macri que, a través de una empresa propia con sede en Londres, pautó la salida del artículo. Darío Nieto habría sido quien hizo en el nexo entre Pompeo y la periodista, con quien lo une un vínculo amistoso.
Mientras en el Reino Unido se anoticiaban de quién era la recién electa vicepresidenta de Argentina, en los medios locales se daba cuenta del viaje al sur de Victoria Villarruel, de sus visitas públicas y protocolares, y de algunos encuentros fuera de agenda de gobierno. La mujer había llegado a Bariloche a las 22.30 del 6 de enero, en el mismo avión en el que viajaba, por pura casualidad, el ministro de economía y también amigo inseparable de Mauricio Macri, Luis «Toto» Caputo.
Villarruel visitó la Escuela Militar de Montaña, fue a la sede de la empresa estatal Invap, recorrió los pasillos y aulas de la Universidad del Comahue y mantuvo una reunión con el intendente, Walter Cortes, que la recibió con honores en el Centro Cívico. Ninguna de estas actividades tenían algún tipo de urgencia de gobierno, y muchos creyeron por entonces que solo eran una cortina de humo para ocultar la verdadera intención del viaje: recorrer los 76km que separan Bariloche de Cumelén, donde por entonces estaba Mauricio Macri pasando sus vacaciones.
Mientras la presidenta del Senado estaba en Bariloche, Mauricio Macri se tomó una tarde libre para salir a navegar por el Nahuel Huapi. Durante dos horas no pisó puerto y su lancha estuvo anclada en el medio del lago, en paralelo a otra embarcación tipo Day Cruiser que había zarpado de Puerto Blest, al otro extremo del espejo de agua y cercano a la frontera de Argentina con Chile.
Unas horas más tarde, y lejos de las cámaras que la habían seguido durante todos los actos protocolares, Villarruel llegó al Country Cumelén, se dirigió a la casa de la familia Letemendía a donde pocos minutos después de su llegada y recibimiento por parte de algunos amigos de Juliana Awada que estaban en el lugar, arribó Mauricio Macri en el auto de su custodia personal.
En su momento solo parecía una percepción de Karina Milei y su paranoia de que Villarruel pretendía tener juego propio, tejer sus propias alianzas, mantener diálogos de forma directa no solo con militares y policías, sino con dirigentes políticos. Pasado el tiempo, su presunción fue real: no solo existió esa primera reunión con Macri en el sur, sino que antes hubo otros acercamientos y a posteriori y hasta ahora, siguieron otros.
Guillermo Montenegro, hoy alejado de la vicepresidenta pero hasta hace unos meses un indispensable de su círculo más íntimo, durante todo el 2023 tuvo fluídos intercambios con el macrismo y sus referentes, al punto que negoció cierre de listas con Darío Nieto, quien también habría colaborado en la coordinación de caminatas y eventos callejeros de Victoria Villarruel.
En muchos de esos actos participó otro personaje fundamental: Diego Spagnuolo, abogado personal de Javier Milei, hoy director de Andis, quien además mantiene una gran amistad personal con la vicepresidenta. A Spagnuolo no solo se lo ve en actos de campaña como el de Rosario, sino que fue uno de los acompañantes de Victoria cuando tuvo que enfrentarse en el debate al otro candidato vicepresidencial, Agustín Rossi. En varias ocasiones, incluso Spagnuolo fungió como su chofer llevandola de un lado a otro.
Diego Spagnuolo, cuando no va a la Quinta de Olivos a escuchar ópera con Javier Milei, se junta a cenar con Villarruel, semana por medio, en el restorán Kansas de Vicente López o bien, en la casa de Virginia de las Nieves Villarruel, la hermana de Victoria.
La menor de la familia no tiene gran visibilidad pública. Madre de cuatro hijos, de intensa actividad religiosa que tuvo su apogeo militante en el tiempo previo a la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, no es una persona reconocible en el medio político. Virginia considera que su hermana es demasiado progre para pertenecer a la familia Villarruel, al punto de dejar de hablarle durante varios años como consecuencia de que Victoria decidió separarse de su primer marido. Así y todo, y con el vínculo filial recuperado, Virginia apareció por primera vez en público en el acto conmemorativo del 2 de abril, donde se tomó fotos con diversos seguidores de su famosa hermana.
A partir de allí, tanto ella como su marido, Santiago Guimaraes, empezaron a colaborar activamente con el armado político de Victoria, incluso con algunas cuestiones más domésticas: según el influencer biografo de Javier Milei, Nicolás Marquez, habrían sido Guadalupe Jones -la fiel secretaria parlamentaria de Villarruel- y el cuñado Guimaraes quienes habrían alquilado una lujosa casa de verano en un country de zona norte para que descanse la vicepresidenta.
Virginia, que está registrada en Afip como consultora en informática, es docente especial y supo trabajar en la Sociedad Militar de Seguros de Vida es parte, además, de la Fundación «Oíd Mortales», que dirige Eduardo Llorente y quien, con la llegada de Victoria al gobierno, decidió cambiar la estructura de la Fundación y darle un lugar de privilegio a la hermana menor, a quien nombró como secretaria del Consejo Asesor. Como si esto fuera poco, Llorente además mandó a pintar un retrato de Eduardo Villarruel para colgar en la sala principal de la Organización.
Llorente tenía toda la intención de que «Oíd Mortales» fuera el think tank en el que se iba a apoyar Villarruel para liderar la construcción de un espacio ultraconservador con, sobre todo, la capacitación de dirigentes jóvenes. No sucedió. A la distancia sentimental con Montenegro, fundamental en la Fundación, se sumó que Villarruel apenas visitó una vez la nueva sede y su hermana mostró apenas un poco más de voluntad de colaborar, aunque también dejó de ir.
Los desoídos dirigentes de la Fundación llegaron a la conclusión de que muchos de los “villarruelines” habían utilizado la estructura como “trampolín” y decidieron tender otros puentes con La Libertad Avanza y con dirigentes de otros espacios que estén alineados a sus ideas. Todavía repiten que Villarruel es una gran referente de la agenda conservadora y reconocen sus virtudes, pero dicen que en su entorno falta “idoneidad”, “patriotismo” y “capacidad para construir un proyecto más allá de los nombres individuales”.
Sin embargo, el núcleo duro de Victoria sigue trabajando en pos de su posicionamiento político y su familia la ayuda. Hasta la casa de Virginia de las Nieves Villarruel (que lleva el mismo nombre que su madre y su abuela) suelen llegar, cada quince días, Darío Nieto y Fulvio Pompeo; quienes junto a Spagnuolo y la vicepresidenta, planean estrategias y lobbys comerciales y políticos.
Claudio Gallardo, exjefe de la Agrupación de Inteligencia de Campo de Mayo y Director General de Inteligencia del Ejército en 2016 es otro integrante de la mesa chica del villarruelismo y un jugador clave de Mauricio Macri. Fue el mismo Gallardo quien le sugirió a Victoria Villarruel – aparentemente por pedido del expresidente- que sume a su equipo de trabajo en el Senado, como asesor, al Comandante Mayor Jorge Domínguez, alias «El Potro».
«El Potro» es un exdirector de inteligencia de Gendarmería Nacional durante el macrismo que, en 2019 desembarcó en la AFI en la Dirección Operacional de Contrainteligencia. Fue acusado de hacer espionaje ilegal en el caso de Santiago Maldonado y en el intento de golpe en Bolivia. Domínguez, bajo el amparo de ser miembro de la Comunidad Latinoamerciana y del Caribe de Inteligencia Policial (CLACIP) ya había tenido seis encuentros con la vicepresidenta, entre el 11 de diciembre -un día después de asumido el cargo- y el 8 de enero, por lo que tenerlo como asesor fue casi una consecuencia ineludible. Algunas fuentes cercanas al gobierno afirman que Domínguez habría montado una suerte de AFI paralela en el mismo Senado.
Las tensiones entre Milei y Villarruel volvieron al centro de la escena después de la expulsión del senador Edgardo Kueider, pues desde el Ejecutivo culpan a la vice por perder un legislador. Las paranoias de la Rosada huelen aroma a «traición» y para exponerla no faltaron los «influencers» de redes sociales, como el violento abogado paraguayo Alejandro Sarubbi Benítez que tuiteó «ni siquiera hicieron falta dos carpetazos» como respuesta un posteo de Villarruel en el que decía: «no estoy participando de ningún armado político y cuando lo haga, lo haré donde el Presidente Milei me lo pida».
Milei, por su parte, instaló la frase: «Roma no paga traidores». Solo hay que esperar a ver cómo sigue la puja interna, en un año electoral que lleva un día y sin embargo, empezó hace rato.