Por Javier Cabrero G.
De niño escuchaba con cierta frecuencia que los “pecadores” o “niños malcriados” terminaban yendo de cabeza al infierno, lugar que describían como un sitio muy caliente, con llamas por todas partes, instrumentos de tortura y torturadores, etc. El tener un padre agnóstico que jamás asistió a culto alguno y una madre católica, pero crítica con la iglesia, me salvó de llegar creer en tal embuste.
Sin embargo, en nuestro hermoso planeta, poco a poco, gradualmente, se está desatando un infierno, en realidad varios. En Bolivia, donde vivo, hace pocos meses ardieron 10 millones de Has de bosques y de praderas. Muy cerca, en la Amazonia, el Pantanal y otras áreas de Brasil, los incendios forestales destruyeron entre enero y noviembre del pasado año, un área casi del tamaño de Italia, superior en un 90% a la arrasada en los once primeros meses de 2023, según un estudio divulgado por MapBiomas. Se trata de la mayor área destruida por el fuego en los últimos seis años. Los incendios registrados en 2024, se incrementaron en 80% en comparación con el año 2023. Según un boletín publicado por el Gobierno Federal, todos los incendios detectados en el Pantanal, entre mayo y julio, fueron provocados por la acción humana. En el caso del Perú, los incendios forestales en Perú aumentaron un 81% en el 2024. Este drástico incremento en el número de incendios se produjo en los últimos cinco años; más de 800. 000 incendios, según el Sistema de Información sobre Incendios para la Gestión de Recursos (FIRMS) de la NASA.
La crisis climática no solo incrementa la frecuencia de estos eventos, sino que también disminuye la capacidad de recuperación de los ecosistemas afectados. Esto implica que los incendios, no solo aumentan en número, sino que afectan áreas cada vez mas amplias y sus efectos perduran a más largo plazo, generando en los ecosistemas un estado de constante degradación por efecto del ciclo negativo de retroalimentación provocado, el cual va agudizando la crisis climática de manera exponencial.
Como ya comentamos, una gran parte de los incendios fueron generados intencionalmente. La lógica del capital, el culto al dinero, actuó despiadadamente. Los terratenientes, al comprobar que para desmontar bosques -sea para ganadería o cultivar soya- es mucho más barato usar el fuego que hacerlo con maquinaria pesada, provocaron miles de incendios, generando un verdadero infierno en estos lugares. Este acoso a la Naturaleza ha contribuido a profundizar los efectos del mal llamado cambio climático, que en realidad es una profunda crisis climática. Los ríos de la Amazonia redujeron su caudal a tal punto que se convirtieron en arroyos, el humo cubrió por semanas el cielo de muchas ciudades. La deforestación generada por décadas, provocó que la sequía, junto a la velocidad de los vientos, especialmente en las zonas tropicales, se incremente notablemente; y que las temperaturas asciendan notablemente, convirtiendo los inviernos en veranos.
En algunos sitios de Bolivia los pobladores soportaron y soportarán, hasta 45 °C, o más. En Tarija, el valle donde vivo, teníamos en primavera lluvias tempranas y una temperatura que usualmente oscilaba entre 20 a 24 °C durante el día. En estos últimos años, el calor ascendió a 32 °C con picos de hasta 35 °C, y las lluvias llegaron recién en diciembre, con una precipitación concentrada en poco tiempo.
El pasado año fue el más cálido registrado en el mundo, es el primer año en el cual la temperatura media mundial superó en 1,5 °C al nivel preindustrial, según ha confirmado el Servicio de Cambio Climático del programa europeo Copernicus. Que vivamos los efectos de tal calentamiento era solo cuestión de tiempo, aunque el último informe Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) predecía que los posibles desastres no sucederían hasta principios de la década de 2030, los últimos datos no invitan al optimismo. Ahora los expertos asocian el calentamiento con fenómenos como la DANA 1 que causó mas de 200 muertos en España hace unos meses, y con los incendios que en estos momentos están arrasando los bosques en los países que hemos comentado, junto a varios otros.
Algunas personas, y muchos medios de prensa, dirán de manera muy equivocada -y en la mayoría de los casos, intencionada- que son “desastres naturales”, el llamado negacionismo. Empero, las causas fueron identificadas por científicos desde hace varias décadas, entre ellos está Rachel Carson, que en 1962 que escribió La Primavera Silenciosa, denunciando el impacto de los agrotóxicos sobre la biodiversidad; el Informe Meadows por el Club de Roma en 1972, que alerta sobre los límites de crecimiento en la Tierra, informes que aportaron al informe publicado en 1987 por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CMMAD) de la Organización de las Naciones Unidas, titulado “Nuestro Futuro Común” que establece el concepto de desarrollo sostenible, que se suponía guiaría el accionar del planeta entero en el sentido de promover un “desarrollo que satisfaga las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para hacer lo mismo”. Como podemos apreciar todo quedó en buenas intenciones. El Establishment jamás lo iba a permitir.
En base a estas investigaciones y muchas otras y las experiencias que estamos confrontando, no cabe duda de que la principal causa es la estupidez y ceguera de los lideres mundiales -en particular los del G27- y los medios de prensa, que buscan ocultar y reducir los peligros del calentamiento global; alentando el crecimiento infinito de la economía en un planeta finito. Todo ello para salvaguardar sus intereses económicos, asociados a las empresas vinculadas al petróleo, las industrias contaminantes y a la especulación financiera.
En el caso de Bolivia, el ex presidente Evo Morales, durante su gestión, contribuyó de manera muy amplia y decidida a la quema de bosques y praderas, todo con el afán de ganarse la buena voluntad de los empresarios dedicados a la soya y la ganadería para así tener más poder. Hace pocas semanas la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), emitió sobre el tema un informe. Según sus estimaciones, los incendios afectaron más de 10 millones de hectáreas. En su infome, la CIDH expresa su preocupación por la magnitud de los incendios, manifestando que la tasa de deforestación es sin precedentes y que está “impulsada por un marco normativo que facilita el
desmonte y la quema de bosques, marco conocido en Bolivia como las ‘leyes incendiarias`. Su sucesor, Luis Arce, actual presidente de Bolivia, siguió su ejemplo, impulsando la producción de biodiesel a costa de miles de Has deforestadas.
Los incendios también asolan a Estados Unidos y antes a Canadá. En estos días arden los bosques que circundan a Los Ángeles y lo hacen de manera incontrolable, pues los vientos en esta región, tienen ahora una elevada intensidad: 160 Kms por hora, a lo que se suma una elevada sequedad de la región. Algunas fuentes calculan las perdidas en 150 mil millones de dólares, en tanto que las personas que tuvieron que ser evacuadas fueron 180.000.
Según el científico de la NASA y activista ambiental Peter Kalmus, quien vivió hasta hace dos años en la zona de los incendios, hasta que el aumento del calor y la sequedad lo empujaron a abandonar la zona de Los Ángeles por temor a su seguridad. En su opinión “tenemos que reconocer que la causa (de los incendios) es la industria de los combustibles fósiles, que lleva mintiendo casi medio siglo, bloqueando la acción”. Asimismo afirma que, “en el futuro, si no cambiamos de rumbo muy rápidamente – tal vez ya sea incluso demasiado tarde- para evitar algunos de estos impactos mucho más catastróficos, pero es posible esperar olas de calor donde 100.000 personas mueran, y luego, tal vez, un millón de personas mueran, y luego tal vez más … porque no hay no hay límite superior, ¿verdad? mientras seguimos quemando combustibles fósiles, la industria petrolera sigue mintiendo. El planeta sigue calentándose. Estos impactos seguirán empeorando”
Con estos datos, ahora pienso que de verdad vamos de cabeza al infierno, provocado por los incendios forestales, si no empezamos a ver la realidad tal como es: que nuestro planeta esta siendo destruido por la acción insensata y egoísta de una parte de la humanidad, quienes están cometiendo un acto de violencia suicida, alimentados por la codicia y la ignorancia. Aquí es necesario también un acto de contrición: la mayoría de las personas, incluso las que tienen sensibilidad ambiental, no tomamos parte de manera suficientemente activa y coherente en el cuidado del planeta: derrochamos recursos, consumimos de forma desmedida, generamos residuos que bien podríamos evitar o reciclar y, sobre todo, nuestra conducta ante los gobiernos es, por lo general, de laissez faire, laissez passer.
Afortunadamente, existen -existimos- feministas, ambientalistas y humanistas en el planeta. Como muestra está que hace pocos días culminó la 3era Marcha Mundial por la Paz y la Violencia que recorrió 5 continentes y 43 países, recibiendo un apoyo multitudinario. Entre sus objetivos buscó “denunciar el expolio de los recursos naturales por parte de las grandes corporaciones multinacionales”, denuncia hecha bajo el lema de que “La Tierra es la casa de todos”. Esperemos estar a la altura de las circunstancias.
1 DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) se refiere a un fenómeno climático que genera tormentas muy intensas