Por Daniel Raventós y Sergi Raventós*

De pequeños nos dieron un buen consejo que años posteriores, ya en la universidad, con motivo de los debates de algunos científicos con los posmodernistas, nos repitieron: saber de qué se habla. Nadie tiene la obligación de hablar de todo tenga o no la más mínima idea, a pesar de que las mesas de tertulianos suelen ser una realidad contraria a este buen propósito, pero sí se tiene la obligación de dar argumentos que justifiquen la opinión que se defiende. Y si no, es mejor callar.

Esto viene a cuento porque hemos leído hace pocas semanas un artículo titulado “Un programa económico para una izquierda renovada”. Y nos sorprenderon algunas de las afirmaciones del artículo hechas a finales del año 2024, fecha en que ya existe un conocimiento sólido sobre las propuestas mencionadas por el autor. Cuando sobre un determinado tema no hay literatura abundante y de calidad, tenemos más excusa para hacer afirmaciones imaginativas atrevidas (la imaginación no tiene más límite que el cerebro de quien la utiliza), pero cuando hay un bagaje potente académico y también no académico, ya no hay excusa y no se puede decir lo primero que se nos ocurre.

En el artículo mencionado se pretende hacer una aportación a la “renovación” del programa económico de las izquierdas proponiendo eliminar de los programas políticos de la CUP y de ERC: la renta básica universal (RB), los derechos de las minorías étnicas y sexuales y la inmigración. El autor sabrá por qué llama de izquierdas a su opción que es más de eliminación de estas propuestas que de proposiciones. A nosotros nos recuerdan letras y música no precisamente de izquierdas ya abordadas varias veces en el pasado. El autor tiene todo el derecho a pensar que el blanco es negro, que la derecha es izquierda y que el vudú es ciencia. Y nosotros tenemos derecho a pensar que lo que propone es conocido, erróneo y muy dudosamente de izquierdas. Pero vayamos al grano. En este escrito no entraremos por cuestiones de espacio a hacer una defensa bien merecida de los derechos de las minorías étnicas y sexuales, y de los inmigrantes, los grupos vulnerables más explotados, oprimidos, discriminados y carentes de derechos y libertades, y que creemos que cualquier izquierda transformadora que quiera llamarse así, debería defender sin fisuras. El autor llega a decir: “’Queremos acoger’ puede ser un clamor humanitario, pero en modo alguno de izquierdas” (sic). No vale la pena el menor comentario.

Nos centraremos sólo en la propuesta que más hemos trabajado y defendemos desde posiciones de izquierdas desde hace años: la RB. Miquel Puig, autor del artículo, llega a decir que «es radicalmente antilaborista, y ya debería resultar sospechoso que en su día la impulsara Nixon y más recientemente le hayan defendido algunos magnates de Silicon Valley.» El recurso a “debería resultar sospechoso que…” es la muy habitual y floja falacia ad hominem. Invocar nombres como Nixon o magnates de la tecnología para desacreditar la propuesta no es un argumento sustancial, sino una técnica para generar una asociación negativa basada en figuras percibidas como adversarias. También se podría utilizar con tonterías del tipo: dado que personas como Trump, o partidos como VOX, PP y JUNTS están en contra de la RB quiere decir que desde la izquierda debemos defenderla. O, como la xenófoba y ultraderechista Aliança Catalana está a favor de la independencia no debe ser una propuesta a considerar desde la izquierda. O que los derechos humanos no deben defenderse “porque es sospechoso que…” Madeleine Albright proclamó que los defendía. Muy pobre e insustancial esta (falta de) argumentación.

Cualquier persona que se haya adentrado un poco en el abundante material escrito sobre la RB sabe que existen propuestas de izquierdas (y no todas son exactamente iguales) y de derechas (que sí son más homogéneas). Resumamos muy condensadamente las diferencias.

1) Una RB puede ser financiada de varias formas. La diferencia entre las propuestas de izquierdas y de derechas se determina fácilmente, preguntándose por quién gana y quién pierde. Esto lo responde la forma de financiación. Una propuesta de izquierdas supondría una progresiva reforma fiscal, que implica una gran redistribución desde los ciudadanos más ricos hacia el resto de la sociedad.

2) Cualquier propuesta de RB que defienda el desmantelamiento del Estado del bienestar es una propuesta de la derecha. La defensa de la RB junto con la defensa y fortalecimiento del Estado de Bienestar es la opción de las izquierdas.

3) Los defensores de izquierdas de la RB también entienden que esta propuesta aumentaría el poder de negociación de los trabajadores. Cuando la relación laboral es tan institucionalmente asimétrica que los contratos entre una multinacional o gran empresa y cualquier trabajador toman legalmente ambas partes como “iguales”, no es complicado ver cómo una RB mejoraría la posición de la parte más vulnerable, que al menos tendría un ingreso por encima del umbral de la pobreza sobre el que apoyarse. La derecha no quiere oír hablar de ello.

4) Como algunas feministas han señalado repetidamente, muchas mujeres maltratadas no dejan a sus parejas agresoras porque no se pueden ganar la vida o sobrevivir de forma independiente. Una buena proporción de mujeres que sufren acoso son materialmente dependientes de parejas violentas el disponer de una RB les daría la independencia material que necesitan tan urgentemente. La derecha que defiende la RB no es una realidad que le preocupe.

5) La RB tiene un importante potencial emancipador también para las personas jóvenes, los trabajadores más vulnerables y los colectivos minorizados, que suelen ser las personas que sufren más situaciones de discriminación laboral y realizan los trabajos más precarios. Así lo han visto entidades y colectivos por los derechos de las personas LGTBI, del mundo de la cultura, entidades y organizaciones juveniles y colectivos que luchan por la mejora de la salud mental que han impulsado manifiestos en favor de la RB, entendiéndola como una herramienta para la autonomía, la libertad y la reducción de las desigualdades.

6) La RB sería una medida de política económica, pero no es una “política económica” por sí sola. La diferencia entre las propuestas de RB de izquierdas y de derechas también se hace evidente por la cantidad y el tipo de medidas adicionales que implican en el campo de la política económica. Por ejemplo, alguna izquierda defiende la RB acompañada de una renta máxima. La derecha ni pensarlo.

7) A diferencia de las prestaciones condicionadas, que implican altos costes administrativos, estigmatizan a los receptores y aún peor, causan y perpetúan la trampa de la pobreza, queda clara que por su propia naturaleza, una RB incondicional evitaría estos inconvenientes eliminando burocracia y mecanismos de seguimiento y control. Más importante, existe una enorme diferencia en los conceptos básicos. Las prestaciones condicionadas son para personas problemáticas, “perdedoras”, “fracasadas”, gente incapaz de encontrar trabajo, incapaz de ganar dinero suficiente para vivir, o con serios problemas asociados a sus ingresos, a sus capacidades, a sus competencias cognitivas, en la salud mental y física, etc. La pobreza es vista por la derecha como una derrota personal. La norma es tener un trabajo y ganarse una vida respetable. Pretensión que se esfuma al encarar la realidad actual en la que tener un trabajo no es garantía contra la pobreza, como el creciente porcentaje de trabajadores pobres atestiguan. Concebida desde la izquierda, con la libertad, la justicia, la igualdad y la dignidad humana como sus principios inherentes, una RB garantizaría la existencia material de cada persona por el mero hecho de ser ciudadanos o residentes registrados.

Quede claro: nosotros hacemos una defensa de la RB republicana de izquierdas. O republicano socialista para hablar quizás con más propiedad. Entendemos que el autor aludido esté tan alejado del republicanismo, ya no digamos socialista, concepción que no desliga la libertad de las condiciones materiales de existencia, como nosotros lo estamos del liberalismo según el cual la libertad y las condiciones materiales de existencia pueden separarse. Para esta concepción de la libertad un pobre puede ser libre. Para la concepción republicana-socialista, no. Cada uno elige campo.


* Daniel Raventós es profesor titular de la Facultad de Economía de la Universitat de Barcelona, editor de Sin Permiso y presidente de la Red Renta Básica
* Sergi Raventós es Doctor en Sociología y ex director de la Oficina del plan piloto de la renta básica universal de la Generalitat de Catalunya

El artículo original se puede leer aquí