El pasado 20 de enero entrevistamos a Marah Al-Zeq [1], ella es una de las miles de personas afectadas por el asedio de Gaza. Hoy nos llegan nuevas noticias de su parte y queremos compartirlas. Estamos seguros de que os emocionará conocer de primera mano cómo sigue su historia en estos días en los que todo está cambiando velozmente.

La tregua tiene sabor a victoria para los palestinos. El hecho de sobrevivir es en sí una victoria y, también, el no tener que vagar por el mundo como refugiados desarraigados de su tierra natal.

En la distancia, a través de los medios de comunicación, imaginábamos a un pueblo exhausto, incapaz de levantarse, en cambio, lo que estamos viendo ahora es la fuerza de la vida que emerge en una corriente humana que ilumina el futuro. El año pasado los expertos de Naciones Unidas estimaron que retirar los escombros de Gaza podría llevar 14 años, etc., pero los expertos no entienden de fenómenos psicosociales.

En Gaza está sucediendo uno de esos acontecimientos con los que a veces nos sorprende la historia, algo que escapa a todo pronóstico y que, una vez más, nos muestra que la conciencia no es pasiva. Rostros de entusiasmo entre los palestinos y sonrisas son hoy y han sido siempre las mejores armas de este pueblo que, a mediados del siglo pasado, recibió con los brazos abiertos al pueblo judío, acogiéndolo sin reservas y que finalmente fue traicionado en su buena fe. Pero no cambiarán, son conscientes de su superioridad moral.

En esta oportunidad citamos algunas de las palabras expresadas por Marah.

La petición de ayuda llevaba por título “Help Safely Evacuate My Family From The War In Gaza”, pero ahora las cosas han cambiado y los aportes son destinados a alimentos y reconstrucción de nuestra vida.

Nuestras vidas estaban en peligro, podíamos sentirlo cerca y buscábamos desesperadamente una salida del infierno. Ahora que hemos sobrevivido queremos levantarnos de nuevo y reconstruir nuestra nación.

Gracias a Dios llegamos a los escombros de nuestra casa después de nueve horas de caminata, con nuestros niños y cargando con las cosas de nuestras necesidades básicas. Fue un viaje muy, muy cansado. Durante largas horas nos encontramos separados y perdidos unos de otros, pero al final nos encontramos en los escombros de nuestra casa. Juro por Dios que es un barrio fantasma, no hay nada.

¿Cómo será nuestro día a día ahora, dormir, asearnos, cocinar…? todo es incierto en estos momentos.

A todos los que nos han apoyado deseo que les pueda llegar nuestro agradecimiento. Nunca olvidaremos vuestro apoyo vital, cada aporte ha servido para nuestra supervivencia y significa mucho para nuestra esperanza y fe en la humanidad.

 

1: La historia de Marah