Con casi 50 años de experiencia en la difusión del Sistema Biodanza por el mundo, la didacta argentina Maite Bernardelle ha conseguido dar respuesta a lo que impulsó su vida desde muy joven: contribuir a la transformación de la sociedad de una manera profunda, para remover todo aquello que no permite desarrollar plenamente el potencial humano.

Por: Luis Daniel Botero Arango

Maite, una de las alumnas directas del creador de Biodanza, el chileno Rolando Toro, que durante décadas se ha dedicado a la formación de facilitadores del sistema Biodanza, es actualmente y desde hace ya más de 15 años directora de La Escuela y Centro Hispánico de Biodanza de Madrid en España.  La creación  del profesor  Rolando Toro es un camino de desarrollo personal hacia la integración del ser y la plena expresión de los potenciales humanos, pues busca la renovación orgánica, la reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de vida, a través de una metodología consistente en inducir vivencias integradoras por medio de la música, del canto, del movimiento y de situaciones de encuentro en grupo.

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Conversamos con ella para conocer más detalles sobre los beneficios de la Biodanza en la vida de las personas, lo que busca más allá de la huella directa en sus practicantes, lo que hizo que dedicara su vida a ello y cómo podría tomar parte alguien que apenas por primera vez lee sobre este sistema que aún no resulta tan familiar a muchos cuando se lo nombra, a pesar de estar en varios países del mundo y contar con miles de involucrados.

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¿Cómo fueron tus principios en Biodanza?

Desde muy joven fui siempre una curiosa, una buscadora de alguna cosa que veía que no era lo que la sociedad nos mostraba. Siempre sentí que el mundo debería de ser algo más profundo de lo que se veía y que la vida de las personas y, me incluía, debía tener un elemento mayor de pasión, de riesgo, de locura en nuestro hacer cotidiano; que había una vertiente más poderosa. Eso siempre me llevó a buscar, con un sentimiento muy altruista y exploré en una profesión de ayuda, pues mis actitudes siempre fueron muy colaborativas, con una tendencia muy fuerte hacia las personas mayores y hacia los niños, como para proteger a lo que sentía más vulnerable.

Era muy joven y eso me fue llevando a hacer caminos diferentes a lo que la sociedad te muestra: a buscar en el camino del Yoga, de la meditación, leía a Sartre, Simone de Beauvoir, Antonin Artaud, lo más rompedor y transcultural, por lo que había en mí algo un poco revolucionario y contestatario, que se sentía irritada por esta manera de vivir.

Fui buscando, pero nunca me quedé en ninguna disciplina; pasé hasta por religiones: la Yoruba, rituales en el Brasil, cosas con los espiritistas; soy máster Reiki, buscando siempre en este plano consciente y concreto, dónde estaba esa parte invisible de la vida. De esta manera, me especialicé en técnicas que tenían que ver con la sanación y con el contacto. Me daba cuenta que, cuando hacía disciplinas donde era solo meditación o solo el plano energético, este tipo de cosas que no comprometían el área corporal, emocional, humana y terrenal, me iba enfriando.

Después me fui iniciando en los caminos del masaje: elohim, tailandés, hawaiano, porque encontraba que había un poco de espíritu en estas técnicas. Pero como soy una admiradora del cuerpo, que es tan noble, me interesaba todo, por ejemplo, el masaje deportivo y ver cómo las personas que tienen un alto rendimiento van construyendo su cuerpo de una manera fabulosa.

Se ve que esos potenciales que yo encuentro del ser humano, aún en la corporeidad, me gusta cuando se expresan. Hasta a veces miro el fútbol y mi familia se muere de risa porque me dicen que detesto el fútbol, pero me gusta mirar la destreza del movimiento, la sagacidad, la habilidad de las personas, la fuerza muscular de los jugadores, por lo que todo este caudal, se fue encaminando más hacia lo corporal, sin perder toda esa admiración del mundo invisible.

Hice muchas técnicas de masaje, pero no encontré lo que quería hacer hasta que conocí la Biodanza, eso para mí fue increíble, a pesar de que hacía años estaba con lo del masaje y había creado uno propio al que llamaba: masaje y movimiento. Cuando conocí Biodanza, me di cuenta que lo que hacía era otra cosa, era algo vivencial, a lo que yo no le había podido poner nombre por desconocimiento y, por eso, le puse Masaje Vivencial: human integration process.

Masaje vivencial: human intregation process por Maite Bernardelle, quien también desarrolló la extensión de Biodanza en masaje

Maite Bernardelle y el masaje vivencial (Tomada de: https://masajevivencial.com/)

Este encuentro con el sistema de Rolando Toro fue una explosión llena de hilos dorados, que se entremezclaban, porque empecé a comprender todo lo que había hecho, pues se juntaban y tenían una explicación y eso fue en el inicio de la Biodanza, en una época bastante oscura en Argentina, pues había mucha represion, así que nos reuníamos a escondidas para hablar sobre la vida. Ahí conocí una vivencia de Biodanza y me quedé fascinada.

En esos meses, Rolando llegó a Argentina para dar una charla y yo, que ya había comenzado a hacer Biodanza con Luisa Zabarraín en una comunidad llamada Multiversidad, en la que estábamos todos los jóvenes, pero ya era madre, me escapaba de casa a arreglar el mundo, como decíamos, porque estábamos en estado de sitio y, a veces, nos juntamos con peligro.

La charla de Rolando era sobre psiquiatría y la relación con el movimiento, con el mundo de la expansión de la conciencia. Allí él ofreció una vivencia y habló de lo que era mi pasión: los anillos de tensión de Wilhelm Reich; se apasionó tanto, tanto, contando por qué las emociones creaban conflictos cuando no se habían resuelto y esos conflictos no trabajados ni incorporados, sedimentados, dejaban secuelas a través del cuerpo físico. Todo hizo sentido en ese momento, porque era como un rompecabezas donde estaba el amor de madre, las cosas que hay que hacer, el altruismo, el deseo del cambio social, la sexualidad, así que con la Biodanza mi vida fue reticular para siempre.

Eso me dio unas nuevas gafas para ver la vida, la empecé a ver tal y como Rolando lo planteaba, de una manera totalmente sistémica y, de cómo lo que ocurría en una parte del planeta, nos involucraba a todos. Fue un enamoramiento de un hombre flaco, con unos movimientos exagerados, rápidos, con una adrenalina pura, ágil, creativo, un hombre de fuego. De hecho, él dice que tenía tanta creatividad y tanto deseo de acción y de cambiar, que se consumía como un fuego en sí mismo, en una época en la que él ya era cinturón negro en arte marcial.

Y así como lo veías, tan bondadoso y con lágrimas en los ojos por el dolor de la humanidad, era un tigre y un animal feroz cuando algo lo encendía. Desde ese primer instante lo empecé a seguir y quería que supiera lo que yo hacía, porque fue por eso que lo había entendido tanto, cuando trabajaba en un lugar de niños abandonados, a través del masaje vivencial con juegos, el teatro, la música y los cuentos.

Así que Rolando me acompañó a las aldeas juveniles, que ahora son más conocidas, pero en ese momento recién iniciaban y quedó tan fascinado que me nombró profesora de Biodanza  y yo no sabía todavía. Sin embargo, me dijo que lo que yo hacía era Biodanza. Me dio mucho ímpetu y comencé la Escuela, venía y me hacía supervisiones, me iba encaminando, hasta que a los dos años comencé con otras personas y a difundir lo que yo conocía.

Allí me puse a organizar encuentros en Argentina para Rolando, hasta que, en uno de aquellos, me faltaban personas para la programación y dije: pues lo voy a hacer yo y, mira lo que es la inocencia. Eran unas 150 personas y, apenas estuve allí, vi toda esa gente y de inmediato se me fue la voz, por lo que terminé con un micrófono hablando de las tensiones producidas por las emociones, cómo se van marcando en el cuerpo, en nuestro comportamiento. Me fui tranquilizando y recuperé la voz y la gente feliz, me aplaudía. Estaban mi esposo y mis hijos pequeñitos y fue impresionante; mi familia siempre me apoyó y, si no fuera por ellos, no hubiera llegado hasta donde llegué.

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¿Qué tiene Biodanza que llega a esa profundidad de la vida que estabas buscando?

Yo creo que tiene una mirada transgresora, que rompe con las estructuras sociales con las que las personas nos vamos habituando. Cuando Rolando abrió para mí este abanico de posibilidades, vi que él era un hombre que quería una transformación social y me di cuenta que yo tenía esa semilla, o sea, lo hacía como alguien hace política, pues yo con el contacto. Pero mi posición interna era esa, de estar parada frente a la vida, en una posición que podríamos llamar política sin hacer lo que se entiende por política que, para mí, era una manera de existir, pues no me sentía representada por el funcionamiento de la sociedad en ningún sentido, ni en sus hábitos de vida, ni en sus estructuras institucionales.

Entonces, cuando Rolando hablaba de la educación y por qué era una porquería, pues se les enseña a los niños a todo, menos a vivir; por qué la salud era terrible, pues siempre se va a curar los síntomas y jamás las causas; por qué las relaciones humanas son infelices, porque las personas viven dentro de una coraza y nunca entran a expresar directo de su corazón. Así que cuando Rolando Toro ponía palabras en lo que yo sentía, fue una iluminación.

Yo hice un poema para él que decía: en tu feroz vuelo de águila, el roce de tus alas tocó para siempre mi corazón. Porque cuando Rolando Toro hablaba, era un hombre firme y dulce, y con la percepción de un águila que subía y que miraba panorámicamente, que también tenía acción, que tenía agresividad natural, que la mostraba. Fue como un flechazo de vida, de verla en un instante y, por eso, me quedé apasionada con la Biodanza, porque descubrí cómo lo que yo creía que era solamente mío, pertenecía a la humanidad; este deseo de transformar, de cambiar, de ser un rebelde en el fondo del corazón, de estar buscando siempre la verdad en el mejor sentido, la verdad del ser, del corazón iluminado. Me sentí muy identificada, fue muy fundador para mí.

¿Cómo es la historia de la Escuela Hispánica?

Yo siempre viajé mucho por Biodanza, como participante al inicio y luego como facilitadora, y tuve la gran suerte de ser invitada a muchos países. Y posiblemente lo que hice de novedoso fue fusionar lo que ya traía y entré bajo la matriz de Biodanza con lo que yo quería decir en el masaje. Eso fue un boom porque introduje la palabra masaje, que estaba mal vista, así que expliqué a Rolando que el masaje también podía ser una caricia que, a veces era a la piel, otras veces a la musculatura, otra a las articulaciones, pero siempre el mensaje era para desarrollar los potenciales humanos, la vinculación, la humanidad con la otra persona, la calificación y así fui haciendo muchas cosas bajo la mirada profundamente observadora de Rolando, hasta que un día llegué a Milano, cuando él ya había expandido la Biodanza por Italia.

Conocí a una facilitadora de la Escuela, la querida Tizziana B. que tenía una casa en Cerdeña donde buceaba, fuimos en barco y quedé fascinada con la isla y ella me contó que, a veces, daba clases a las personas que querían, sin una intención formal, así que me propuso hacer una, de modo que ofrecí una clase de Biodanza en masaje que ya constituía una extensión de Biodanza. Y el grupo comenzó a invitarme, así que viajaba desde Argentina. Vi que la gente de Cerdeña era particular, con mucha raigambre de la tierra, con mucha fiereza por sus ancestros; me gustó mucho la identidad de ese pueblo, así que les pregunté si querían poner una escuela y les encantó. Hablé con Rolando Toro sobre esto y fue por lo que fundé la Escuela de Cerdeña, hace unos 35 años.

Después de trabajar unos ciclos en Cerdeña, era muy sacrificado para mí viajar tanto, tenía que vivir en Italia un tiempo. De modo que hablé con Rolando, pues había visto unos alumnos muy buenos, disponibles y comprometidos. Angélica Scotti y Nicoletta Quadu se formaron entonces como didactas con Rolando en Milano, junto a otros facilitadores de la Isla y hemos dejado la Escuela, que continúa hasta hoy en sus manos. Rolando, por lo tanto, me dió dos Escuelas en Italia, una en Cerdeña y otra en Roma, pero ésta última nunca partió. Alrededor de los años 2000, Rolando me propuso que abriera otra Escuela en alguna parte de España, donde estuviera representada la Biodanza pura que él hacía. La pusimos en Madrid porque mi hija, que vivía en Inglaterra, pasó por España y se quedó en Madrid enamorada y yo, que ya vivía en Italia en ese tiempo, dije: pues me quedo y la abro allí.

Dimos tres o cuatro clases de preformación muy encantadoras y los chicos de Biodanza Ya me introdujeron en la ciudad y en el país. Pusimos el Centro Hispánico, para preservar el método originario de Rolando Toro y la Escuela Hispánica que, finalmente fusionamos, porque era necesario integrar la investigación y la Escuela. Inició el primer módulo con 20 personas invitadas y 14 se quedaron para hacer la formación, muchos de estos enseñantes que iniciaron la formación acompañan la Escuela hasta el día de hoy. La Escuela y Centro Hispánico -Biodanza de Origen-  organizó varias visitas de Rolando Toro y numerosos encuentros de Biodanza en España con la presencia del maestro. En la actualidad estamos en el decimosegundo ciclo de formación de facilitadores y funcionamos con un espléndido equipo didáctico, con la dirección compartida con el profesor Fernando Tucho.

La Escuela Hispánica de Biodanza de Madrid tiene más de 15 años formando facilitadores de Biodanza en España, dirigida por Maite Bernardelle y Fernando Tucho

La Escuela Hispánica de Biodanza de Madrid tiene más de 15 años formando facilitadores de Biodanza en España (Tomada de: www.escuelahispanicabiodanza.org)

¿Cuáles son los factores diferenciadores de la Biodanza que propone la Escuela Hispánica en el universo de Biodanza?

Yo creo que la matriz fundadora de todo esto, que es la matriz de Rolando Toro, es un sistema surgido, no solamente para dar bienestar a las personas, sino que es un movimiento mucho más ambicioso y que algunos de los discípulos pudimos comprender y llevar adelante.

Lo que Rolando deseaba es una transformación social y no únicamente bienestar, ni que  solo tengan un buen dormir o te pongan un poco más comunicativo, sino que transformen los argumentos más profundos de tu vida, que cambien tu estilo de vida, frente a lo que propone la cultura, con mandatos de muerte, alteraciones estereotipadas, maneras que no están con la esencia de la persona y, para sintonizarse con la función original de conexión a la vida, debe apoyarse en el principio biocéntrico, donde se alcanza un alto nivel de percepción ampliada y de conciencia ética, tanto como el altruismo en todos los niveles de la vida: en el erotismo como conexión con todo lo viviente, en la vitalidad, en la afectividad y la creatividad existencial.

Para este propósito todos los ejercicios de Biodanza reúnen estas condiciones, pues todo está sucediendo, no un actuar “como si…”, pues tus verdaderos sentimientos se tienen que mover en el ejercicio, no es un movimiento teatral o estético, tiene que ser “en sí”, sin movimientos coreográficos o estereotipados. Lo que se busca es que todas esas maneras de ser para lo social se vayan disolviendo para buscar, cada vez más, la armonización con lo que tú eres, tu verdadera animalidad y conexión con tus instintos de vida y con el entorno.

Por eso llegamos a un punto de radicalizar la Biodanza, para ir mil leguas más adentro y que la persona transforme profundamente su vida y, no solamente, el aprendizaje de una técnica para moverse a nivel profesional, para ofrecer esto de una manera realmente genuina, como en el chamanismo, pues el chamán se convierte en tal, después de haber caminado por muchos senderos verdaderos para él trabajarse. Lo que nosotros ofrecemos es llevar algo de lo interno a lo externo, para llevar al otro, con un profundo nivel antropológico.

Una disciplina que se creó hace unos 60 años, ¿por qué sigue vigente y qué le dice hoy a la humanidad?

Esta debe ser una pregunta frecuente, pues hay una mirada que tiene que ver más con la línea del tiempo que con otra cosa. Rolando va a lo eterno, pues la mirada antropológica que tiene la Biodanza es para el hombre eterno, porque trabajamos con los universales humanos, con lo mejor y lo esencial que tiene el ser humano, toda su capacidad de fusión con los otros, de amor, de conexión, de acción altruista, de expansión de conciencia, que no pertenecen a una cultura o un tiempo determinado, vinculado a lo que el ser humano siempre tuvo capacidad de potenciar, todos sus mecanismos de acción.

Por eso, todas las danzas, ejercicios y músicas conforman un movimiento pleno de sentido. Por eso va a lo atemporal y no para hacer una diferencia entre lo pasado, lo actual y lo futuro. Todas las disociaciones que frenan la grandeza del ser humano, es lo que tiene que ser resuelto en la sociedad para que pueda asomar esa deidad interna de cada uno y encontrarse con la deidad del otro. Por eso es atemporal y es eso lo que lo hace infinito.

¿Por qué es importante dar el paso a la formación en Biodanza?

El grupo regular es un trabajo indispensable sobre sí mismo. Son los primeros escalones, sin los cuales es imposible llegar a ver el sentido de la Biodanza. Por lo tanto, es muy bueno hacer este trabajo sobre la disolución de las disociaciones que experimentamos, el inicio del cambio del estilo de vida y la actitud patológica habitual que la sociedad nos mete desde el inicio de nuestra vida. Así, la Biodanza, en una práctica regular, cada vez nos lleva a la búsqueda de saber lo que sentimos, a entenderlo y a defenderlo, a no ponernos en juicio permanente como la cultura lo hace, a dejar la culpabilidad, así que es indispensable para armonizar e integrar al individuo, abrirle capacidades que tenía sin utilizar, como la posibilidad de la comunicación, la gracia del cuerpo, la autorregulación, dormir bien, comer bien, todo esto.

Pero ya en un segundo año, todo este proceso tiene que comenzar a radicalizarse, haberse instalado a tal punto en tu vida, que ya todo tu movimiento en el planeta sea a partir de esa transformación que hiciste. No es que avances un poco y retrocedas otro, no hay camino de retorno hacia la integración, pues cada una de las respuestas va a ser cada vez más profunda y, así espontáneamente, esto hará que retires tu mirada de sí mismo, la pongas en los demás y sientas deseo de ese bienestar, esa transformación, esa capacidad de amar aumentada, esa decisión existencial de defender la vida para quererla pasar a las demás.

En la Escuela Hispánica de Biodanza de Madrid se forman facilitadores de Biodanza y se ofrecen extensiones como la de Biodanza en Masaje

Extensión de Biodanza en Masaje con la Escuela Hispánica de Biodanza de Madrid (Foto de: Escuela Hispánica de Biodanza)

Por lo tanto, Rolando Toro propone que las personas en el tercer año hagan grupos de profundización mayores que los regulares, seminarios, escuela, congresos y entren en una ebullición mayor, pues tres años de Biodanza ya son suficientes para alcanzar este proceso. A partir de allí, algunos dejarán la Biodanza porque ya estarán con ella metida en sus células y vivirán tranquilos sin tener que reaprendizar más en su vida, porque ya lo han aprendido y, otros dirán: quiero llevar esto a la humanidad porque a mí me ha transformado y quiero ofrecerlo a los demás.

¿Qué siente Maite Bernardelle cuando llega gente nueva a la Escuela?

Siempre es un desafío y es como el mayor deseo y el mayor temor. Cuando viene alguien tengo deseos de conocerlo y tengo temor de invadirlo, de darle tanto que se pueda asustar. Es para mí como abrir una carta de amor cuando éramos más jovencitos, rompíamos el papel, sacábamos la palabra manuscrita, eso es un alumno nuevo para mí. Es una nueva posibilidad de maternidad en el sentido de nacimiento y renacimiento. Yo me enamoro de las personas que llegan porque hay una fase real de procreación, pues un facilitador de Biodanza siempre está -simbólicamente- en un proceso de maternidad y paternidad exento de sobreprotección, acompañando en los primeros pasos para que los participantes comiencen a vivir en contacto con su propia esencia y sean capaces de poder transmitirlo a otros. Por eso podemos decir que Biodanza es una propuesta de verdadero renacimiento.