Vivimos en una sociedad que, aunque cada vez más globalizada e interconectada, todavía presenta innumerables obstáculos para muchas personas. Entre las herramientas más eficaces para construir una sociedad verdaderamente inclusiva se encuentran el braille y el diseño universal.
El braille es un código que puede aplicarse a diferentes lenguas, permitiendo que las personas con discapacidad visual lean y escriban en sus idiomas de manera independiente. Por su parte, el diseño universal busca crear, a través del trabajo de diseñadores y arquitectos, ambientes y productos accesibles para todos sin necesidad de adaptaciones específicas. Al unir ambos conceptos, se propone promover la accesibilidad y la democratización de las oportunidades, garantizando que todas las personas, independientemente de sus capacidades, puedan vivir con autonomía, dignidad y libertad.
Las celebraciones recientes relacionadas con el Día Mundial del Braille y el legado del francés Louis Braille, constituyen una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la accesibilidad para las personas con discapacidades visuales y, al mismo tiempo, reafirmar nuestro compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente el objetivo 10 – reducir las desigualdades – y el 16 – promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo –, ya que el braille y el diseño universal ayudan a garantizar que todas las personas, independientemente de sus habilidades, puedan participar plenamente en la vida social, cultural y profesional.
La construcción de un entorno social más inclusivo y accesible para todos es una necesidad creciente en la contemporaneidad. Este objetivo está intrínsecamente ligado al concepto de diseño universal y a su principio de uso equitativo, que consiste en crear espacios, productos y servicios que sean utilizables universalmente, sin necesidad de adaptaciones especiales. Esta situación resaltó la urgencia de repensar el diseño arquitectónico para garantizar accesibilidad a todos los individuos, como defendió Ronald Mace, el creador del Diseño Universal.
A principios de los años 90, el mencionado arquitecto estadounidense reunió un equipo multidisciplinario con el fin de generar los principios del diseño universal, defendiendo la creación de espacios que se acomoden a las necesidades y capacidades de todos, sin recurrir al segregacionismo, desde niños pequeños hasta adultos mayores y personas con discapacidades permanentes o temporales.
Al privilegiar la accesibilidad y la inclusión en el proceso de diseño, la propuesta de Mace elimina barreras y trasciende los límites tradicionales de la arquitectura y el diseño de interiores, abarcando varias disciplinas, incluyendo urbanismo, diseño de producto, diseño digital y diseño gráfico.
¿Las ventajas de esta conexión constituyen sólo un nicho de mercado?
En este artículo se propone una alianza entre ambos conceptos porque pueden ofrecer proyectos diseñados según la equidad, intuición, flexibilidad y percepción, sin restringir su uso a individuos con discapacidades y deficiencias visuales. Esta noción surgió en la mente del ingeniero Seiichi Miyake(1) en 1965 y más recientemente con el joven diseñador Kosuke Takahashi (2).
El primero inventó pavimentos táctiles con la función de alertar o orientar a los peatones sobre la proximidad de desniveles o pasos de cebra, a través de un piso con puntos de alerta. Además de crear un piso direccional, cuyo objetivo era orientar el sentido de marcha del peatón mediante un piso estriado con la finalidad de garantizar la movilidad y la seguridad de las personas con discapacidad visual y cognitiva, así como de las personas distraídas. Takahashi creó en 2017 una fuente tipográfica llamada Braille Neue, que combina caracteres en braille con letras convencionales, permitiendo que tanto personas ciegas como personas con visión normal, comprendan la misma información, haciendo los espacios públicos más inclusivos.
Por lo tanto, es legítimo declarar que la relación entre el braille y el diseño universal puede observarse en diversos puntos clave, basados en los principios del Diseño Universal:
- Uso equitativo: el diseño universal promueve soluciones que atienden a una diversidad de capacidades, y el braille es una herramienta esencial para garantizar el acceso a la lectura y la información para personas con problemas visuales y para los normovisuales, como en la fuente Braille Neue.
- Uso perceptible: un principio fundamental del diseño universal es que la información debe ser accesible para todos, sin excluir a nadie. El braille es un ejemplo de cómo la información escrita puede traducirse a un formato táctil, permitiendo que las personas con discapacidad visual accedan a contenidos de forma independiente y que las demás personas puedan ser educadas sobre la experiencia de aquellas.
- Uso flexible: el diseño universal propone que los ambientes y productos acomoden una amplia gama de habilidades y preferencias. El braille es una de esas adaptaciones flexibles, que puede complementarse con otras tecnologías asistidas, como la lectura en formato de audio y dispositivos de navegación por GPS, para hacer la accesibilidad aún más amplia.
El legado del braille y del diseño en la construcción de un futuro inclusivo
La accesibilidad y la inclusión se alinean con el braille y el diseño universal porque son coherentes con documentos, como la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que ambos refuerzan la necesidad de crear un entorno inclusivo y sostenible para todos.
Se concluye que el braille no es solo un código, sino una ventana de oportunidades para la invención de soluciones, la alfabetización y la autonomía de sus usuarios, porque permite a las personas ciegas o, con baja visión, acceder a la educación, empleos y situaciones socioculturales que, de otro modo, estarían fuera de su alcance. La interconexión entre ambos – diseño universal y braille – da lugar a más pasos para que la sociedad en su conjunto sea más justa, democrática, humanista e igualitaria.