HILMA AF KLINT
«Donde la guerra ha destrozado plantas y matado a animales hay espacios vacíos que podrían volver a llenarse con nuevas figuras, si hubiera suficiente fe en la imaginación y en la capacidad humanas para desarrollar formas superiores».
Estas palabras, muy acordes con nuestros tiempos, resumen el complejo y profundo arte de Hilma af Klint (Estocolmo, 1862–1944). Artista, creadora, a la que se describe con los atributos de visionaria y médium, por trabajar con las imágenes que le venían transmitidas en trance y dictadas por conexiones con seres superiores. Supuestos Guías.
Su interés venía marcado por una necesidad, curiosidad y gran trabajo de investigación para representar, pintar todas aquellas intuiciones que transmitidas con gran fuerza, le llevaban a un estilo de vida impulsado por un gran propósito de descubrir aquello que no es visible, que es trascendente, y que podría considerarse el origen y el propósito de la vida humana, de la naturaleza, del mundo.
Hilma decía en sus diarios:
“Soy tan pequeña, tan insignificante, pero dentro de mí habita una especie de fuerza que tiene que seguir adelante”.
El trabajo de Hilma, se considera en su esencia el trabajo de una mística, del mismo modo que lo fueron Hildegarda o Santa Teresa, donde la traducción de una vía devocional se expresaba en la construcción de órdenes religiosas o comunidades monásticas con el fin de transmitir un mensaje, mientras que en el caso de Hilma, se expresa por la vía artística, también con la finalidad de transmitir un mensaje espiritual.
Canalizando los mensajes que le llegaban de sus maestros, como Ananda, resuelve sus peticiones:
«realizar un arte que cambie la mentalidad del ser humano».
¿Pero cuál es ese mensaje que nos quiere transmitir en el siglo XXI? ¿Cómo cambiar esa mentalidad del ser humano en estos momentos? Desde luego que la situación social actual está necesitada de esas respuestas.
Su arte, es un arte de investigación, que conecta diversos campos del saber humano. La búsqueda de la expresión artística, nuevas formas de representar, siendo pionera en el arte abstracto, intereses comunes con la ciencia, con los descubrimientos del átomo, los estudios sobre la luz, el color, y su relación con “espacios” trascendentes.
A principios del siglo XX surge en Europa, el interés por el espiritismo y no son pocos los artistas o científicos que giran en torno a esta práctica. Hilma, con un grupo de amigas también artistas llamadas “Las Cinco”, se reúnen para realizar sus sesiones espiritistas, siendo ella sobre todo la principal mediadora o medium. Además, sus intereses por la teosofía (fundada en 1875 por Helena Petrovna Blavatsky), y la antroposofía (escisión de la teosofía, con Rudolf Steiner como representante), relacionan su arte e investigaciones con las mismas.
Sus cuadros transmiten un sinfín de emociones. El pincel, el mensaje y su cuerpo se unían para producir un único instrumento, tan poderoso que podía reflejar diversidad de emociones humanas. El arte de Hilma es un arte de investigación. Sus cuadernos son una riqueza en sí, un laboratorio de experimentación, que luego pone en práctica en el gran lienzo.
Pero lo que en estas líneas nos ocupa sería conocer el mensaje que ella quería transmitir a la humanidad. Qué es aquello que sus guías le quisieron decir para que ella transmitiese al mundo. Nos interesa descubrir esas investigaciones, mecanismos internos, que le llevan tanto a conectarse con los seres superiores, sus guías, de dónde viene la inspiración y, qué quiere transmitir con su obra.
Ciertamente la plasmación pictórica no deja de ser un sincretismo a veces difícil de desvelar. Algunas obras por sí solas pueden hablarnos si hemos transitado los mismos caminos, pero no todas pueden ser explicadas. Analizar la obra sólo desde un punto de vista simbólico, con interpretaciones convencionales no da respuesta a estas preguntas.
Cierto es que igualmente podemos contemplarlas desde una estética, desde un punto de vista formal, un equilibrio, una armonía, un color, una maestría pictórica, pero su arte no solo expresa eso.
Su legado
Hilma ha dejado un legado de más de 1.300 obras, y anotaciones en 125 cuadernos. Ella dejó dicho que no podía exponerse hasta pasados 20 años después de su fallecimiento, pues el mundo no estaba preparado para entenderla. Han pasado muchos más años de los 20 que preveía la artista y los museos no dan suficientes explicaciones que permitan entender su mensaje. Ella misma parece comentar en sus diarios que realmente actúa como canalizadora, pero desconoce el significado de sus mensajes.
Diferentes etapas han marcado diferentes producciones que se muestran siempre en series. Una de ellas quizá la más relevante o imponente son las obras de las pinturas para el templo. 193 pinturas pintadas en 10 años, con un descanso de unos cuatro años en los que se ocupó de cuidar a su madre. Entre estas, diez, denominadas “Los 10 mayores”, las pintó en 2 meses.
Los diez mayores
Los 10 mayores son una serie de 10 pinturas, murales de aproximadamente, unos 3m × 2 m cada una, que surgen de una revelación en la que a ella se le pide que realice 10 cuadros de “belleza paradisíaca”, que representen las cuatro etapas diferentes de la vida. Estas representaciones, de una gráfica sintética, simbólica, más allá del posible significado o relación con cada etapa de la vida, lo que transmiten es una energía vital, una alegría por la vida, un desasosiego e incluso una mirada inocente, plasmada en formas planas, líneas, curvas, espirales, y colores luminosos y vibrantes o tonalidades pasteles. Una celebración por la vida podríamos decir.
¿Cómo pudo la artista pintar estos murales en tan poco tiempo, preparando ella misma las pinturas al temple, a base de pigmentos y yema de huevo y actuando en el suelo sólo con su cuerpo encima del papel?. Este es un hecho muy relevante de su modo de trabajar.
¿Cómo conectaba ella con esa fuerza que le permitía simplemente ser una comunicadora entre un mensaje de otro espacio mental y su obra final y tener permanencia en la misma?
Visiones
La palabra “visionaria”, con la que se describe a la artista, nos acerca a entenderla como anticipadora de un futuro, de un lugar, de un espacio, de una situación, y ahí encontramos un ejemplo claro cuando ella se anticipa al diseño del museo de arte contemporáneo de Nueva York Guggenheim. Paralelamente a la proyección del mismo, Hilma había empezado a hacer sus bocetos para el Templo, lugar donde albergaría sus pinturas, entre 1930 y 1931. Un espacio de planta circular que debía transmitir energía y serenidad, y que se alzaba helicoidalmente varias plantas de tal modo que su obra podía ser expuesta en una suerte de avance o interiorización y se culminaría en la capilla del altar donde se encontrarían los tres retablos y la síntesis de las pinturas para el Templo. Este Templo no deja de ser otro que el mismo Guggenheim creado por Frank Lloyd Wright en Nueva York en 1943.
La forma y el mensaje
Tal y como escribiría Kandinsky en 1923, en su tratado : Punto y línea sobre el plano, Hilma, ya trabajaba al menos desde 1907, en su serie para el Templo, con esos elementos pictóricos. ¿Cómo se podía entender un cambio tan radical en la representación de imágenes que pasase desde la pura imitación de la naturaleza y sus leyes de perspectiva, de iluminación, a una representación donde los elementos gráficos dejaban de configurar aquello que los ojos veían externamente para pasar a una reproducción donde el color, la forma plana, la línea, fuesen los motivos de expresión?.
La extensa obra de la artista, nos permite hablar de muchos de los elementos que la configuran viniendo a transmitir mensajes constantes de su conexión interna, de sus revelaciones cenestésicas y traducciones en imágenes de las mismas, provocadas por estados inspirados y de conclusiones que sintetizan sus procesos de conexión espiritual.
La naturaleza queda reflejada en sus formas lineales y pictóricas, formas onduladas, alveoladas, que se encierran en ellas mismas. Formas sinuosas, elegantes, flexibles, en constante crecimiento. Espacios para meditar. Yantras. La paleta de colores implica un amplio dominio del espectro del mismo. Combinaciones totalmente armónicas en cada serie. Predominio de los pasteles, rosas azules y el negro muchas veces como fondo, otras el rojo. Explosión de colores. En algunas series, el naranja, el amarillo, el azul vibrante. Palabras. Círculos con colores opuestos, amarillo y azul, círculos que cuelgan de ramitas, círculos tangentes, círculos que se interseccionan, espirales. Círculos que forman flores, flores con pétalos de corazones, espirales que forman conchas. Círculos que son esferas, esferas que flotan, esferas que contienen otros círculos. Círculos que se besan. Formas que se abrazan. Formas que se incluyen. El nautilus, la espiral áurea. Espirales ascendentes sobre un eje. Masculino-femenino-mixto-opuestos-incluyentes. El triángulo, el prisma y la luz pasando a través, la unión de la luz de los diferentes haces, el blanco, el dorado, la luminosidad en lo alto, como un sol, el dios sol, y como fondo el negro, la oscuridad. Haces de colores primarios, confluencia en un centro. La profundidad, el punto final, el vacío.
Lo profundo, la sensación de luz, la sensación de fuerza. Concentración. El centro. El centro luminoso.
La forma mental estaba cambiando.
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La obra de Hilma af Klint, podrá visitarse en el Museo Guggenheim Bilbao hasta el 2 de febrero de 2025.
Las imágenes reproducidas en este artículo, son cortesía de dicho museo y los derechos de reproducción pertenecen al mismo así como a la Hilma af Klint Foundation.