Por Tadeo Casteglione* El reciente ataque terrorista contra la ciudad de Alepo marca un nuevo capítulo en la prolongada lucha de Siria contra el terrorismo y la intervención extranjera.
A más de una década del inicio de la guerra impuesta por potencias extranjeras, el gobierno liderado por Bashar al Assad se mantiene firme en su defensa de la soberanía, enfrentando un asedio que combina grupos armados, propaganda mediática y sanciones económicas.
La ciudad de Alepo, símbolo de resistencia y renacimiento, ha sido nuevamente blanco de ataques por parte de grupos terroristas. Esta vez, los objetivos no solo incluyeron zonas residenciales, sino también instituciones claves como la Universidad de Alepo y el consulado iraní.
Estos actos evidencian la naturaleza indiscriminada y despiadada de los grupos armados, cuyo objetivo es sembrar el caos y debilitar las estructuras sociales y estatales del país.
El presidente Bashar al Assad, en una reciente conversación con el presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed Al Nahayan, reafirmó el compromiso de su gobierno de defender la estabilidad del país. “Siria sigue defendiendo su estabilidad y puede, con la ayuda de sus aliados y amigos, derrotar y eliminar [a los terroristas], sin importar lo graves que sean sus ataques”, declaró el mandatario.
Detrás de los ataques se encuentran los persistentes intereses de Turquía y Estados Unidos en la región. Turquía, bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdogan, ha proporcionado apoyo logístico, armamento y refugio a varios de estos grupos armados, utilizando la causa kurda y el conflicto sirio como herramientas para sus propios intereses expansionistas.
Estados Unidos, por su parte, mantiene una política de apoyo indirecto a estos actores, bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo, pero con el claro objetivo de debilitar al gobierno de Al Assad y evitar una Siria unificada y estable.
La colaboración entre Turquía y Estados Unidos no solo se limita al financiamiento de grupos armados, sino también a una campaña mediática que busca legitimar sus acciones. Los medios occidentales presentan estas ofensivas como movimientos por la “libertad” o la “reforma política”, ocultando el carácter terrorista de los grupos implicados.
Sin embargo, la realidad sobre el terreno contradice esta narrativa: ataques a infraestructuras civiles, como la Universidad de Alepo, y asaltos a misiones diplomáticas, como el consulado iraní, muestran la verdadera agenda de estos actores.
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Terrorismo mediático: la primera víctima es la verdad
En el contexto de esta reciente ofensiva terrorista, los ataques mediáticos han resurgido con fuerza, buscando sembrar el pánico, la desmoralización y la confusión entre las fuerzas populares sirias y su población.
A través de noticias fabricadas y tergiversaciones, se ha intentado crear una sensación de caos y desequilibrio, afectando no solo a Siria, sino también al eje de resistencia nacional al cual pertenece.
Medios internacionales han difundido rumores sobre supuestos avances de los terroristas, deserciones masivas en las filas del ejército sirio, la caída de la estratégica ciudad de Hama y combates en ciudades como Homs, relatos que carecen de fundamento.
Este tipo de propaganda tiene como objetivo desestabilizar a Siria, generar desconfianza en sus instituciones y reequilibrar las fuerzas en favor de los actores extranjeros y sus aliados regionales. Sin embargo, la experiencia de Siria en resistir estas campañas demuestra la fortaleza del pueblo y la claridad estratégica de su liderazgo.
Ante este escenario de desinformación masiva, en la guerra total desde todos los ámbitos y áreas dirigidos contra el gobierno popular sirio del Partido Baaz Árabe Socialista y la estructura nacional del presidente Bashar al Assad, reflejan la necesidad de ahora más que nunca estar alertas y preparados para el respaldo de la verdad y de la heroica lucha del noble pueblo sirio.
La resistencia de las Fuerzas Armadas Sirias y el apoyo de los aliados
Desde 2011, las Fuerzas Armadas Sirias han demostrado una extraordinaria capacidad de resistencia. A pesar de las enormes presiones, sanciones y la constante amenaza de agresiones extranjeras, las FF.AA. han logrado no solo mantener la integridad territorial del país en gran medida, sino también derrotar a importantes facciones terroristas.
El papel de los aliados internacionales también ha sido crucial en esta lucha. Irán, con su apoyo logístico y militar, ha demostrado ser un socio confiable en la lucha contra el terrorismo, indudablemente sin su presencia en el territorio, la historia hubiera sido 100% diferente. Rusia, por su parte, ha proporcionado asistencia estratégica y militar, ayudando a equilibrar la balanza frente a las potencias occidentales. Esta cooperación no solo ha fortalecido a Siria, sino que también ha promovido la estabilidad en la región.
El primer ministro iraquí, Mohammed Shia al Sudani, también expresó recientemente su apoyo a Siria, reiterando la importancia de preservar la soberanía y la integridad territorial del país. Estas alianzas subrayan la creciente colaboración regional frente a la intervención extranjera.
Bashar al Assad ha demostrado ser un líder capaz de mantener la cohesión nacional en medio de una de las peores crisis de la historia reciente de Siria. Su mensaje es claro: la estabilidad y la soberanía no son negociables. Durante sus intervenciones públicas, Al Assad ha destacado que “Siria sigue defendiendo su estabilidad” y que, con el apoyo de aliados y amigos, es posible superar incluso los ataques más graves.
El respaldo internacional del eje de la resistencia y de los países regionales en Asia Occidental que poco a poco han vuelto a abrir el dialogo con el gobierno de Al Assad también refuerza su posición. El presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed, expresó recientemente su solidaridad con Siria en la lucha contra el terrorismo, reafirmando su compromiso con la soberanía y la integridad territorial del país.
Estos apoyos, tanto regionales como internacionales, son un testimonio de la legitimidad y la importancia del liderazgo de Al Assad en la estabilidad de Asia Occidental.
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La situación actual de Siria es un microcosmos de los conflictos geopolíticos más amplios que afectan al mundo. El país se encuentra en el epicentro de una lucha entre potencias emergentes, como Rusia e Irán, y los actores imperialistas liderados por Estados Unidos e Israel que buscan el caos constante en la región. El desenlace de este conflicto no solo determinará el futuro de Siria, sino también el de la estabilidad regional.
El compromiso de Siria con la defensa de su soberanía y estabilidad es un ejemplo para otros países que enfrentan situaciones similares. La resistencia de las FF.AA., el liderazgo de Bashar al Assad y el apoyo de aliados clave como Irán y Rusia han demostrado que, incluso en las condiciones más adversas, es posible resistir y avanzar hacia un futuro más estable y soberano.
A pesar de los logros alcanzados, la lucha de Siria está lejos de concluir. Los ataques terroristas recientes en Alepo y el constante apoyo de Turquía y Estados Unidos a los grupos armados subrayan que los desafíos continúan. Sin embargo, la determinación del pueblo sirio y el liderazgo de Bashar al Assad, respaldados por aliados internacionales, son un recordatorio de que la soberanía y la estabilidad pueden prevalecer ante las agresiones extranjeras.
La cuestión sigue abierta: ¿Cómo responderán las potencias occidentales y sus aliados regionales ante la resistencia de Siria? ¿Será posible alcanzar una paz duradera en la región? Por ahora, lo único seguro es que Siria seguirá luchando, con la mirada puesta en un futuro de paz y dignidad para su pueblo.
Tadeo Casteglione*. Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.