¡Que ningún ser humano sea ilegal!

El 18 de diciembre se celebra el Día Internacional del Inmigrante. Esta fecha fue elegida por la ONU para recordar la adopción, en 1990, de una convención que protege los derechos de los trabajadores migrantes y sus familias. Más que una celebración, es un momento para reflexionar sobre las dificultades que enfrentan los inmigrantes y reconocer sus contribuciones a las sociedades de todo el mundo.

La propia ONU, que creó esta fecha conmemorativa, no cumple su papel de mediadora de conflictos y promotora de la paz de acuerdo con sus documentos fundacionales. Ha fracasado en su acción en guerras en curso en las que poblaciones enteras, como está sucediendo ahora en Gaza, se ven obligadas a migrar sin rumbo fijo y sin apoyo internacional.

Los inmigrantes son personas que abandonan su país de origen en busca de una vida mejor. Pueden irse por diversas razones: guerra, pobreza, persecución o incluso desastres naturales. A pesar de enfrentar inmensos desafíos, ayudan a construir sociedades que los acogen, aportando nuevas culturas, conocimientos e ideas.

La migración es un fenómeno que acompaña la historia de la humanidad. La gente siempre ha buscado mejores lugares para vivir, trabajar y cuidar de sus familias. Sin embargo, muchos factores obligan a las personas a migrar, creando desafíos únicos:

1. Conflictos y violencia: Las guerras y la persecución obligan a millones de personas a huir para salvar sus vidas. Por ejemplo, las crisis en Siria y Afganistán han provocado que muchas familias dejen todo atrás en busca de seguridad. Lo mismo ocurre con los palestinos.

2. Desigualdad económica: En algunos países faltan empleos, alimentos y oportunidades. Esto hace que la gente busque una vida mejor en otra parte. Ejemplos recientes: Venezuela, Marruecos

3. Cambio climático: Las sequías, las inundaciones y otros desastres naturales dejan regiones inhabitables, lo que obliga a poblaciones enteras a reubicarse.

4. Persecución cultural y religiosa: Algunas personas son discriminadas o perseguidas por sus creencias o la cultura que siguen, imposibilitándoles permanecer en sus países de origen.

Al llegar a un nuevo país, los inmigrantes suelen enfrentar prejuicios, xenofobia y dificultades de adaptación. Algunos son vistos como “forasteros” o se les dan menos oportunidades simplemente porque son de otro lugar. Además, muchos enfrentan barreras burocráticas, como dificultades para obtener documentos, trabajar legalmente o acceder a servicios básicos.

Estos desafíos muestran la importancia de combatir la discriminación y garantizar que los inmigrantes tengan los mismos derechos que todos los demás. Después de todo, nadie debería ser tratado como inferior porque viene de otro lugar.

Los / las humanistas afirman que todos los seres humanos merecen respeto y dignidad, independientemente de su origen. Para nosotros la Tierra no pertenece a una sola nación, sino a toda la humanidad. Esto significa que nadie debe ser considerado “ilegal” sólo por cruzar una frontera.

Sostenemos que la migración debería ser una elección, no una necesidad. Las personas deberían poder vivir bien en sus países de origen, sin verse obligadas a abandonarlos por motivos como la pobreza o la violencia. Al mismo tiempo, los humanistas valoran la diversidad cultural y creen que los inmigrantes enriquecen las sociedades en las que viven.

La inmigración no es sólo un problema político; También es una cuestión de humanidad. Todos podemos hacer nuestra parte para que el mundo sea más acogedor para los inmigrantes. Aquí hay algunas maneras de ayudar:

1. Solidaridad: Es importante acoger a los inmigrantes con empatía y ofrecerles apoyo, como vivienda, comida o asistencia psicológica. Mostrar solidaridad puede transformar la vida de quienes han llegado desde lejos.

2. Educación contra los prejuicios: La xenofobia surge muchas veces por falta de información. Enseñar sobre otras culturas y mostrar las contribuciones de los inmigrantes ayuda a combatir los prejuicios.

3. Defensa de los derechos: Los inmigrantes tienen los mismos derechos que cualquier otra persona. Apoyar políticas que garanticen el acceso a la atención sanitaria, la educación y la protección contra la explotación es esencial para crear una sociedad más justa.

4. Creación de corredores humanitarios: Muchos inmigrantes enfrentan grandes peligros al intentar cruzar fronteras. Proteger estas rutas y crear caminos seguros es una forma de salvar vidas.

Los inmigrantes no son sólo beneficiarios de la solidaridad; también traen cambios positivos a las sociedades que los acogen. Contribuyen a la economía, introducen nuevas culturas y ayudan a crear un entorno más rico y diverso. Reconocer el valor de los inmigrantes es un paso fundamental hacia la construcción de una sociedad global más equilibrada y armoniosa.

Los / las humanistas trabajamos en el proyecto de un mundo donde las fronteras no sean barreras, sino puentes entre las personas. Para ellos, la idea de “nosotros contra ellos” debe ser reemplazada por un sentimiento de unidad global. Un mundo sin fronteras significa más libertad para todos, más igualdad y más oportunidades de colaboración entre naciones.

Esta visión puede parecer utópica, pero es un ideal por el que vale la pena luchar. Un mundo sin fronteras sería un lugar donde la migración no se considere un problema, sino una oportunidad para crecer y aprender unos de otros.

El Día Internacional del Inmigrante nos invita a reflexionar sobre lo que significa ser humano. Nos recuerda que nadie elige dónde nacer, pero todos merecemos vivir con dignidad. Desde una perspectiva humanista, el verdadero progreso se produce cuando aceptamos las diferencias y trabajamos juntos para construir un mundo más justo y solidario.

La migración no es sólo un desafío global; También es una oportunidad para mostrar lo mejor de la humanidad. Si cada uno pone de su parte, podemos transformar el mundo en un lugar donde todos se sientan como en casa.

La situación de los imigrantes, en especial a la de refugiados y desplazados constituye unas de las caras más crueles del antihumanismo. Las aspiraciones humanistas serán posibles, si crece en los pueblos con fuerza y con resolución la lucha a favor de la construcción de la democracia real y de la cultura de la no violencia. Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo.

Partido Humanista Internacional