Rincón Club de Campo: “pioneros”, “inversores” y “visionarios” neuquinos complotados para despojar a una abuela mapuche del poco territorio que le han dejado

Entrevista a Alicia Ñanku.

Kiñe | Uno

Editorial: la tierra del olvido

¡Se trata del agua! ¡Sí! Una vez más, se trata de comprender la dimensión del ciclo del agua en relación a nuestro desarrollo como personas, de entender que somos parte de ese ciclo de la vida; que somos finalmente la vida en movimiento y en comunión con otras formas de vida.

Hace miles de años el agua es la responsable de generar vida, de mantener la vida en la tierra. “¡Sin agua no hay vida!”. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto cuidarla, aprender de esta consigna básica, fundamental y vital? ¿Qué ha sucedido históricamente para que esta máxima se pueda torcer y modificar; vender y cuantificar como un pedazo de oro, con total impunidad y complicidad, como se cambian y/o se entuban los cursos de los ríos con decretos express, de espalda al pueblo, cuando estos cursos necesitan, por ejemplo, ser usados para un proyecto extractivo o regar las canchas de golf de la alta sociedad?

¿Podremos un día contemplar los cursos de agua como seres sagrados y antiguos?

A pesar de la infinidad de manchas azules en el mapa hídrico, la teoría de que la Patagonia es un desierto se sigue manteniendo para la conveniencia empresarial transnacional. Lo que permite avalar cualquier proyecto productivo, sin mostrar el lado b del mismo. “Todo es ganancia con Vaca Muerta” confirman los especialistas, académicos y economistas.

Con ese impulso discursivo de la realidad envían a nuestros pibes y hombres, a nuestras mujeres y jóvenes, a la tierra que tiembla (Vaca Muerta), para que vuelvan malditos, cubiertos de la cocaína que dicen quemar, arrasados por la ansiedad y la depresión que todo el capital puede ejercer sobre su psiquis. Con el cuerpo estropeado, inservible por el esfuerzo inhumano. Intentando habitar familias desmembradas, masticando odio y violencia en completa soledad y aislados de la sociedad, intentando dormir, aunque sea dos horas, en la estepa árida patagónica. Inmolándose la sien, a las cinco de la madrugada, sin esperar nada más (y nada menos) que el fin de tanta tortura depredadora.

Pero incluso en este contexto hostil, el Estado Nacional y la ultraderecha tradicional mantienen su tono cínico distorsionando la realidad, convirtiendo en mendigo al santo y en rey al delincuente (de guante blanco).

Los intereses extractivos en la Argentina tienen la capacidad de subvertir todo con el objetivo siempre justificado de hacer un agujero más en la tierra, una herida en la espina dorsal de la existencia.

Para el Estado Nacional, fundamentalmente para el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, un machete representa, dentro de una comunidad mapuche, una amenaza, un arma mortal. Rápidamente, el Estado Nacional argentino, se las ingenia para convertir a una abuela sabia en un “Jason mapuche”; es decir, en una caricatura de una película de terror, creada a imagen y semejanza del Dios Vaca Muerta.

Esta conversión icónica tiene una raíz ideológica y es promovida por el jefe del movimiento ultraderechista en la Argentina, Javier Milei: la arenga y exhibición de una motosierra como slogan de campaña no es justamente para promover el trabajo rural, sino todo lo contrario, para remover, como una maleza, a toda persona que estorbe, que no sea productiva a los fines de la ultraderecha. Definida como la casta política, los directos damnificados, desde el primer momento siempre fueron los ciudadanos más vulnerables de la sociedad: trabajadores precarizados, estudiantes, jubilados. Disidencias, organizaciones sociales y comunidades originarias. Por lo tanto, la motosierra como el machete, no representa para la ultraderecha una herramienta de trabajo. La ultraderecha desconoce su funcionamiento real, no sabría cómo usarla. Ve en ella una amenaza, el impedimento del desarrollo productivo tecnológico. El impedimento del desembarco de los robots de Elon Musk.

Y nos dicen que todo justifica todo, entonces en nombre de ese todo, se sacrifica el agua, a nuestros jóvenes y a nuestras abuelas sabias. Se llevan todo, y no nos dejan nada. Y encima no nos podemos quejar, nos meten presos y nos disparan por la espalda. Pero no podemos decir ni mu. ¡Hacen del abuso una norma! En nombre del oro negro y la energía del centro de la tierra enferman a nuestra gente, producen diásporas en los animales, aniquilan la medicina tradicional, contaminan el agua. Para nuestra gente sabia, la tortura y el despojo; para sus ambiciones inescrupulosas premios, ascensos e incentivos.

Mientras, los líderes de opinión de Buenos Aires se llenan la boca hablando de las bondades de Vaca Muerta, de las proezas estadísticas de Vaca Muerta; de la proyección latinoamericana del gasoducto sureño. Pero nada dicen de los metales pesados en el agua, de las familias que se calefaccionan con leña, de los abortos instantáneos, de la taquicardia en el corazón de los ancianos, de los ACV en los pibes de 23 años, de los suicidios en el descampado de la vida; nada dicen del dolor de las madres que ven cómo sus hijos se transforman lentamente en seres despreciables, en tornillos sueltos del gran agujero negro e irreparable que produce el francking en el centro de la tierra, en el sur del mundo.

En nombre de todo, no queda nada. Todo es arrasado con la urgencia que imponen las commodities.

El pasado 9 de diciembre de 2024, a través del Decreto 1083/2024, publicado en el Boletín Oficial, el Estado Nacional argentino comunicó la derogación del decreto de emergencia (prórroga) N° 805/221 que impedía la “ejecución de sentencias, de actos procesales o administrativos, cuyo objeto sea el desalojo o desocupación de las referidas tierras” de comunidades originarias a lo largo de todo el país, favoreciendo, de esta manera, la adquisición de las mismas por capitales extranjeros.

Menos indios y más canchas de golf parece ser el lema de la Argentina blanca y católica que intentan refundar los herederos y reinvindicadores del asesino mata–mapuche Julio Argentino Roca.

La predicción de los gurús de las finanzas parece estar mucho más cerca de concretarse, que la toma de conciencia por parte de los pueblos afectados que deberían resguardar todas las formas de vida y los cursos de los ríos como si fueran su propia vida.

El misterio de la vida se nutre de la desinformación.

Bienvenidos a la tierra de la muerte, bienvenidos a la tierra del olvido.

Epu | Dos

La visita de Bullrich, el comando anti piquetes y los allanamientos 

El lunes 4 de noviembre Patricia Bullrich llegó a la ciudad de Neuquén capital con el objetivo de publicitar la quema de 800 kg de cocaína y mantener una mesa chica con los jefes a cargo del comando anti piquetes, responsables de mantener disponibles las vías de acceso y traslado de toda la producción gasífera–petrolera de Vaca Muerta. En este contexto, fueron digitados una serie de allanamientos a comunidades mapuche que fueron ejecutados al día siguiente y en los días posteriores a la visita de la ministra a la Dubai Argentina. Entre esos allanamientos estaba señalado el Lof Ñanku, ubicado en al noroeste de la ciudad, lindero a un barrio privado conocido por las personalidades públicas de poder que allí residen: el barrio Rincón Club de Campo.

“Llegaron ocho oficiales. Rompieron la entrada. Los perros ladraban. Entraron de asalto. Entraron en la casa de mi hijo. ¡Revisaron todo! Levantaron el colchón. Le sacaron fotos a la moto y a la bicicleta. A todas las cosas que tenía, fundamentalmente herramientas. Yo les pregunté por qué lo hacían. ‘Usted no tiene nada que preguntar’, me respondieron. ‘Esta es una orden que viene de arriba y la tenemos que cumplir’. Esa fue la causa por la que me llevaron detenida. Porque dicen que los agredí. Lo llevaron a mi hijo también. Ellos le pusieron la ropa y lo sacaron esposado. Había entrado, dentro de la comunidad, el camión en el que llevan los presos. Ahí se lo llevaron. Fue en ese momento que ingresó la gente del municipio”.

La orden judicial, firmada por la jueza María Cecilia Gómez, contiene dos diligencias inconexas e incompatibles. Por un lado, una medición del canal circundante y divisorio de la comunidad y el barrio privado Rincón Club de Campo. Y, por otro lado, una orden de allanamiento en contra de todas las viviendas pertenecientes a la Lof Ñanku: en total tres casas.

Gabriel Contreras es docente y uno de los hijos de Alicia. Fue la persona que se encontró con todas las casas de su lof revueltas y sin personas dentro. Apenas vio la notificación judicial me las envió por WhatsApp para difundir la intervención de la policía.

“Entré por la parte de atrás. Generalmente voy en bicicleta a trabajar. Ese día no fui en bicicleta, porque me fui en colectivo. Tenía que ir más lejos. Y encima me había olvidado el teléfono, que es algo que no hago porque intento estar conectado y para charlar con mi madre. Siempre le pregunto cómo está, qué necesita. Normalmente salgo del trabajo a las 12 o 12:20 hs. Tardo 40 minutos, más o menos, hasta llegar acá. Cuando llegué vi una situación rara: el ingreso estaba lleno de agua porque el riego había quedado prendido. Había una huella de un auto que había pisado la manguera. Eso ya me parecía raro, porque normalmente no entran los vehículos hasta acá. Veo también que los perros no están. Normalmente me salen a recibir. Empiezo a observar que no hay nadie. Es decir, que las personas que normalmente están, no estaban: no está mi madre, no está mi hermano y no están los perros. Es en la puerta de la casa de mi madre donde encontré la notificación. Como no había quedado nadie en el terreno, dejaron la hoja ahí”.

Por su parte, Alicia me contó, a más de un mes de lo ocurrido, que ese día hacía frío, que normalmente ella encendía el fuego de un leñero antes de ir a soltar las gallinas. Pero nada de eso sucedió, todo se produjo con vertiginosidad y violencia. “Una vez que me sacaron de la casa no me dejaron entrar más. No me dejaron ir a buscar los anteojos. No me dejaron apagar el gas. No me dejaron soltar las gallinas”.

A Alicia la trataron como la peor de las delincuentes. Estaban decididos a maltratarla, herirla, hacerle pasar un mal rato. Ejerciendo siempre sobre ella un trato indigno, despectivo y racista. Ella reconoció el nombre de las tres mujeres policías que la rodearon: Patricia San Martin, Susana Soto y Aldana Campos. Pero no pudo ver el nombre de la mujer que la recibió y agredió, pateándola en las piernas, dentro de la comisaría primera de Neuquén.

“Me querían tirar al piso. Y yo me resistí. No deje que me tiren al piso. Por supuesto que me revisaron. Me llevaron a la comisaría primera. Sin decirme por qué. Actuaron con total crueldad, así como son ellos. Decí que cuando llegó mi hijo Gabriel, se dio cuenta de lo que había pasado”.

Kvla | Tres

“Acá usted no tiene derechos; afuera si, acá no” 

La policía de Neuquén, como la de otras provincias, habla poco, pero cuando habla emite mensajes elaborados y masticados que condensan el pensamiento más íntimo de la institución a la que pertenecen; revelan, en pocas palabras, la verdadera esencia de su ideología antisocial. “Usted acá no tiene derechos. Afuera si, acá no”, fue la advertencia de la mujer policía a Alicia Ñanku, cuando esta le solicitó hablar por teléfono, para comunicarle al resto de sus hijos dónde se encontraba detenida.

Cayetano Contreras, otro de los hijos de Alicia, fue el segundo incriminado. Él tuvo que ver como cazaban a su madre, como si fuera un animal, sin la posibilidad de hacer nada ante semejante atropello. Cayetano vio como la intentaban reducir, arrinconar y callar, como si fuera ella un perro sin dueño.

“En el caso de Alicia, ella viene resistiendo hace muchos años. Ella nos está enseñando a resistir, porque pasó las peores circunstancias. ¿Cuántas dictaduras pasaste? ¡Dos! Tres con esta. Y la tipa sigue resistiendo. Lo que le hicieron fue canallesco. ¡Cobarde! ¡Son unos cobardes! Porque no viene el juez que les habilitó esto. Él capaz que pasa para cagarse de risa. Ahora el mote de ellos es pasar y cagarse de risa. Pero nosotros vamos a estar acá. Vamos a seguir resistiendo. Y ella va a seguir resistiendo. ¡La maltrataron! Le pegaron en el pie, la ataron como un perro, la hicieron orinar delante de todos los demás presos. Son todas formas canallescas. Y están todas relacionadas con que te caigas. Ella no va a caer. No vamos a caer. Más nos vamos a fortalecer. Eso quiere decir que algo estamos haciendo bien. ¡Yo estoy orgulloso de la lonko!”.

Las imágenes siguen rebotando en la cabeza de Cayetano. Marcó un antes y un después en él; él mantenía un tono conciliador hasta esta última embestida. ¡Nunca se habían animado tanto! “Fue aleccionador. Querían que tengamos miedo. Querían que veamos que cuando quieren ellos son poderosos”, reflexiona Alicia. Sin embargo, la familia Ñanku–Contreras no se dejó amedrentar. Está convencida, aunque anden indios amigos intentando convencerlas de que se vayan de su territorio, ellos no se van a ir, no les van a mostrar un rasgo de duda y vulnerabilidad. “No me vieron caer una lágrima”, resume Alicia, describiendo la inmensidad de su fortaleza.

Meli | Cuatro

La criminalización

A Cayetano lo sacaron desnudo de su habitación. Lo inmovilizaron y luego lo vistieron como si fuera un chico que llevan de prepo a la escuela para reformarse y aprender la lengua del colono. Con él se llevaron un machete y dos plantas de marihuana de 40 cm, que sirven como tratamiento paliativo de las heridas en las piernas de Alicia.

“Nos secuestraron y a ella la torturaron. Me trataron mejor que a ella. Hay una (mujer policía) que se ensañó, pero las demás no. Las demás quedaron todas mirando, porque vos no te podés enseñar con una persona de 77 años. Lo único que ha hecho es defender el espacio donde está, el poco río que le dejaron. ¡Las plantas! Estamos defendiendo las plantas. Nosotros vivimos de esas plantas, estamos comiendo de esas plantas. De alguna manera, tres o cuatro meses al año tenemos frutos. Para ellos es un pedazo de tierra y son dólares. Te usurpan el terreno y te lo revenden en dólares, acompañados por la inmobiliaria. Y dentro de esos barrios privados viven los jueces, los fiscales, los empresarios, viven todos los garcas. Toda la gente que trabaja en esta mafia. ¡No es un Estado! No es un Estado de derecho. ¡No hay nada! Porque estando en regla, nunca le pegamos a nadie acá. Y eso que tenemos varios años de lucha y nunca le pegamos a nadie. ¿Y ellos qué vinieron a hacer? A criminalizar. Yo ahora tengo que salir a decir que no quise apuñalar a nadie. No le quise pegar a nadie, que no me resistí, que tengo plantas medicinales. Porque al final me robaron las plantas. Nosotros las usamos como medicina. ¿Por qué no se llevaron la ruda? ¡Inventan! Inventan que los quise apuñalar con un machete que está a casi 50 metros de mi casa. Nosotros tenemos un galpón donde tenemos las herramientas para que no se pierdan, Los tipos sacaron las herramientas de ahí y dijeron que yo las tenía allá (en la habitación) y que las quería utilizar contra ellos. No alcancé a tocar el piso, que ya estaba reducido. ¿Qué les podía hacer?”

El allanamiento fue exitoso. Todas las cuentas cerraron. Encontraron dentro de la comunidad a un hombre, relativamente joven, de piel oscura, al que le pueden imponer los delitos de agresión, resistencia a la autoridad y tenencia ilegal de estupefacientes. “Fue un asalto. Los ladrones no te avisan que van a entrar. Ellos se comportaron igual. No esperaba que entraran de esa manera”. “Aún los cargos están en suspenso”, me advierte Gabriel.

“¿Cuál es el siguiente paso? ¡Van a matar a alguien! Se movieron en absoluta clandestinidad. No se enteró nadie. Nosotros creíamos en la justicia, pero ya está. Estamos ajustados a derecho, pero haciendo todo eso no te respetan porque tenemos derechos consagrados hace muchos años-Lo que está pasando ahora es una locura. Es retroceder 130 años. ¿Va a volver una cacería? ¿Hasta dónde quieren llegar? Yo creo que no pudieron ejecutar el genocidio porque éramos tantos mapuche, que no le alcanzó las balas. El pueblo mapuche está acá, en el sur, en gulumapu. ¡Estamos en todos lados! Los tipos no lo pueden negar, sería una locura hacer otro genocidio, no lo pudieron hacer.”

Kechu | Cinco

El blindaje mediático

“Los medios están todos apagados. Es como un blindaje que hicieron. Esos días se mandaron todas juntas. Y algunas cosas empezaron a salir, pero lo nuestro no, porque Alicia no salió. Telefe no es una televisión abierta. Está a cargo Schroeder. Y Schroeder es uno de los socios de Sobisch. Viven ahí adentro. Los tipos muestran lo que ellos quieren, lo que a ellos les conviene. Pero hay cosas que no puede tapar. En este caso no van a decir nada. Nos sorprende de otros medios. Fue un allanamiento ilegal: no hubo testigos. Se robaron cosas. A mi me dieron vuelta todo. No sé qué buscaban. Algo para incriminarme. Plantas medicinales. Ahí es cuando te das cuenta cómo funciona la cuestión de los fiscales, la cuestión de los jueces, la cuestión de las inmobiliarias. Y que la policía es la que hace el trabajo sucio. Si tienen que matar a alguien lo van a hacer. Y van a ser exonerados. Pasó en otras comunidades. Con Rafael Nahuel, con Elías Garay, con Santiago Maldonado. A la larga los tipos no pagan. Ellos los mandan a matar. Y lo hacen para que digan: ‘vieron, hay un muerto’. Para que vean todos los demás. Hay gente que se acobarda. Obvio, la piensa, pero estamos defendiendo nuestro territorio. En nuestro caso no estamos jodiendo, nos dispusimos a no joder a nadie, porque al no reclamarle a estas larvas de Rincón Club de Campo, nos dispusimos a vivir tranquilos. Nadie quiere tener quilombo toda la vida. Y sin embargo, vos te quedas tranquilo y vienen y te quieren robar lo poco que te queda”.

El modus operandi fue el mismo que en otras causas. Alicia ya fue sobreseída del delito de usurpación. Por eso, para el poder judicial de Neuquén y el Ministerio de Seguridad de la Nación, es determinante poder criminalizar de alguna forma a los integrantes de la comunidad, acelerando, de este modo, la ocupación de un sendero de tierra de la Lof Ñanku, justamente donde se emplazan todas las viviendas de la familia.

Fue en 2021 cuando la inmobiliaria Alippi Hermanos, perteneciente a Ariel Ramón Alippi, mantuvo una disputa judicial por una parcela de una hectárea de tierra, en la que se comprobó que los papeles que presentó este empresario carecían de sustento legal, siendo los mismos desestimados por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), lo que le otorgó el sobreseimiento inmediato a Alicia Nanku. En este contexto, no es casual que Ramón Alippi estuviera asociado (y se presentará descaradamente en el terreno en disputa) con Eduardo Ormazabal (el dueño de la Pescadería Neuquén) sentenciado en 2007, junto a dos integrantes de su familia, por el delito de asociación ilícita por una estafa millonaria conocida como la “Mega estafa del Corralón Limay”, en donde los responsables de ejecutarla entregaron cheques sin fondo a decenas de proveedores.

Volviendo a la derogación del decreto de emergencia que protegía a las comunidades de posibles desalojos en uno de los pasajes específica:

“Que el conflicto por la toma y usurpación de tierras, en muchos casos ejerciendo violencia, bajo el amparo de la Ley N° 26.160 y sus respectivas prórrogas, ha llevado a que se vean amenazados o restringidos los derechos de los ciudadanos legitimados con respecto a la titularidad de la tierra y a la libre circulación, se han bloqueado el desarrollo de inversiones y las obras de infraestructura para el desarrollo de servicios públicos, e inclusive se ha vulnerado el derecho a la tierra de familias que pertenecen a los mismos pueblos originarios.”

Para el Ministerio de Seguridad de la Nación el perfil de los ciudadanos inversores y legitimados son hombres como Ariel Alippi o Eduardo Ormazabal. Nunca será para este ministerio una persona fiable una persona como Alicia Ñanku, acreedora del paraíso en la tierra por portar el derecho preexistente a habitar el suelo de sus antepasados.

Kayu | Seis

La indiferencia social

Hernán Contreras es el tercer hijo de Alicia y fue la primera persona de la familia que conocí en el 2021. Recuerdo que surcamos las bardas de arcilla para poder llegar a la lof. La comunidad Ñanku es una de las únicas comunidades que se emplaza dentro del casco urbano de Neuquén. Para llegar hay que pasar primero por la Universidad Nacional del Comahue y la Ciudad Judicial. En ese trayecto se pueden ver diferentes caminos que han ido trazando los habitantes neuquinos. En muy pocos lugares de la Argentina existe una real concientización sobre el uso e intervención de los espacios naturales. Se los sigue pensando como si fueran paisajes, áreas de entretenimiento, un pedazo de tierra que se puede adaptar para la dispersión del humano. Esta perspectiva facilita los discursos de explotación del territorio. ¿Quién va a defender una planta medicinal como la jarilla presente en las bardas? ¿La sociedad de Neuquén va a suplantar una planta medicinal por un pozo de petróleo? Sin embargo, dentro de Neuquén y Río Negro sabemos que cuando las papas queman, hasta el más incrédulo y racista, busca la medicina mapuche para encontrar un poco de esperanza para abordar las enfermedades crónicas que los fármacos de la medicina occidental no pueden contener.

“Dos por tres (la policía) te paran. Yo los veo. Los conozco. La mayoría son descendientes de mapuche. No se reconocen y no se van a reconocer. Te lo niegan, pero igual la firma está en la cara. Pero eso no hace la diferencia tampoco. El sistema hace la diferencia. La gente se come lo de las clases sociales, porque el dinero es esto y aquello, pero, en definitiva, la tierra que tanto rompen las pelotas se los va a comer. Y quedarán sus hijos, sus ideas y todas sus raíces, pero de ellos no va a quedar nada. ¡Son polvo en el viento! Así como va esto, todo degradante, todo consumo… Vos si salís a la barda, están corriendo ahí atrás. La gente corre y ellos no saben que con sus pisadas depredan la zona. Ni hablar los que hacen caminitos, hay gente que hace caminos para andar boludeando con la bicicleta y van rompiendo las plantas, vienen con tijera y cortan. Yo me he peleado con gente que viene con la pala. Flacos jóvenes que he increpado. No es que peleaba a las piñas, los hago razonar, no soy tonto, pero ahí te das cuenta de que no es la plata, la diferencia es la cabeza. El vago viene con una BMX de una luca y media y te lleva por delante las plantas, las hace mierda. Te pisotea, te pisotea. ¡Parece un chivo! El chivo te hace pelota el terreno. ¡Está comprobado! Un animal que camina mucho va degradando el terreno, va rompiendo las plantas. Porque uno tendrá cuidado con las plantas, pero otro no tiene cuidado. Le manda nomas. Yo lo he visto. Los caminos no están porque sí. ¿Y las bolsas de nylon que están por todos lados? Los recorridos que hacen cuando hay carrera y todo eso. Bueno eso es lo mínimo. ¡La contaminación! El avance de la gente sobre la barda. Que la caminen, que la disfruten, eso no sería nada. El tema va de la mano de la contaminación”.

Los valores en la sociedad extractivas están invertidos, llegan a extremos inigualables. Su ímpetu aturde. Las personas se vuelven diez veces más avaras y egoístas, se transforman en personas diez veces más racistas y homofóbicas. El consumismo de las sociedades extractivas se expande, prolifera, mientras la ciudad se convierte en un gran basurero producto del consumo desenfrenado y obsceno.

En cambio, en lo más pequeño e insignificante para las sociedades hiperconectadas y consumistas, habita la conciencia y el kimvn mapuche.

“Hay plantas que no se recuperan así nomás. ¡El tomillo! El tomillo es un bonsái. El tomillo es una planta pequeñísima, nadie le da pelota. Y es medicinal. Menos mal que no se sabe de medicina, sino la gente depredaría el doble o el triple.”

Regle | Siete

Mari Malen: un retrato sobre el negacionismo y el cinismo presente en las familias con poder

Rincón Club de Campo es un festín de negacionismo, cinismo e impunidad. Basta con navegar un par de horas dentro del Boletín Oficial de la provincia de Neuquén para encontrar la misma inmundicia pestilente que se puede hallar en las aguas del río Limay. Es evidente que los empresarios del Barrio Rincón Club de Campo gozan de prerrogativas que el resto de la sociedad no posee. Los primeros no dudan en pedirle, siempre que pueden, una manito al Estado cómplice y vecino con el que conviven. Parece que, de tanto en tanto, se quedan sin activos económicos y necesitan injustificadamente un aporte estatal.

Uno de los casos más llamativos es el de Walter Luis Gallucci, que siendo parte activa de varias empresas (Brantec S.A., Unika S.A., Libra S.A., Pronto S.A., Grupo Gallucci) recibió, por un lado, un crédito no reintegrable por parte del Estado, mientras por otro lado, una de sus empresas fue contratada por el Estado provincial sin que mediara el correspondiente llamado a concurso. ¿Por qué Gallucci recibe créditos por parte del Estado que, siendo un empresario exitoso y expansivo, nunca devuelve? ¿Cuáles son los vínculos que posee con las personalidades del poder que viven dentro del barrio Rincón Club de Campo para obtener estos atajos judiciales a través de la contratación directa? ¿Se concretan estos acuerdos dentro de los encuentros de polo y tenis que se disputan en el barrio privado?

Otro de los casos que ilustra las dos aristas de este barrio de empresarios y deportistas, coloca en el ojo de la observación al grupo de veteranas de tenis “Mari Malen”, no sólo por la adquisición de créditos no reintegrables, siendo estas también empresarias y emprendedoras de Neuquén (entre las jugadoras figuran los apellidos de Ferracioli, Mc Donald, Rochaix), sino además por la apropiación cultural del nombre en mapudungun (lengua mapuche) que utilizan.

Secuestran dos palabras del mapudungun (mari malen) para apropiarse de su capital simbólico, para construir una imagen con identidad local desde el anonimato y la distancia que otorga un barrio perimetrado, pero cuando ven a un mapuche en persona, de carne y hueso (en este caso una abuela mapuche) se asustan, llaman a la policía e intentan quedarse con sus tierras. Una fotografía fidedigna contemporánea de la apropiación cultural y física que han realizado las familias pioneras y visionarias de la Argentina en el sur del país contra el pueblo nación mapuche. 

Luego el Estado Nacional y los medios hegemónicos locales (como La Mañana de Neuquén, perteneciente a Juan Carlos Schroeder) omiten realizar la traducción completa, distorsionando la información. Mari malen no significa mujer diez. La palabra malen hace referencia a una niña que sale de su edad como infante para ingresar en la adolescencia (por lo tanto, representa a una persona menor a los 30 años, algo que contradice la característica +30 del grupo de tenistas veteranas). Por otro lado, esta traducción no se expone como corresponde, con toda la información pertinente. Debería decir: “Mari Malen (la traducción en mapudungun es diez mujeres jóvenes”) o “Mari Malen (según la lengua mapuche significa diez mujeres jóvenes)”. Sin embargo, en el Boletín Oficial y en la Mañana del Sur se limitan a escribir “Mari Malen (mujer diez)”. La omisión de la palabra mapuche no es accidental, ni es la primera vez que se ejecuta. Responde a una estrategia de invisibilización y negación en donde, como en la época de la Campaña expedicionaria al desierto y el proceso de colonización educativa que dirigió Domingo Faustino Sarmiento, se intenta ocultar, negar y callar la voz local, manteniendo, a su vez, la “pose de ciudadano progre”.

Existe una directa relación entre la historia oficial de la Argentina, el accionar de los pioneros del país y el despojo a las comunidades preexistentes al Estado. Por cada comunidad desmembrada, una empresa naciente.

No hay que olvidar que uno de los fundadores de este barrio fue Carlos Alfredo Vidal, un pionero y visionario de la Argentina que estuvo también en la gestión y fundación de Corfone S.A., una de las madereras responsables de convertir los bosques nativos en cultivos de pinos.

Purra | Ocho

“Mi anhelo es que las futuras generaciones resguarden todas las formas de vida”

Alicia es considerada y generosa. Me recibió en su casa con fuego y con un plato con tortas fritas. Cinco perros adultos la perseguían para todos lados, mientras ella se movía entre el fuego y un horno de barro. Con Alicia conversamos de cada hecho que aconteció desde la última intromisión de la policía (2021) hasta la perpetrada el mes pasado (noviembre 2024). Con ella recorrimos cada una de las plantas medicinales que tiene sembradas. Muchas de ellas están ahí hace cientos de años: jarilla, llantén, siete venas, cola de caballo, pañil, chilco, zampa. Alicia me mostró, de tanto en tanto, una sonrisa. Cuesta creer que una abuela como Alicia haya sido sacada por la fuerza y revolcada por toda su casa al frente de sus hijos por las pretensiones avaras de los “pioneros” de Neuquén. Como si se tratara de un deber antiguo Alicia mantiene en sus actos sabiduría y fortaleza. Lucha con determinación y no se olvida, ni por un segundo, de ser kvme che (buena gente). Sabe que sus hijos la están mirando de cerca, que intentan ser un retrato, que fomentan, en conjunto, entre la comunicación de familia y comunidad, una autorregulación antigua que sólo se puede aprender en las lof mapuche. 

Alicia ha pasado muchas noches sin dormir, con el miedo constante de que su casa amanezca invadida, ocupada por indios amigos que sólo quieren su rendición, la destrucción de su rewe y espiritualidad. El brazo armado de las fuerzas del cielo está envalentonado. Ya demostraron que son capaces de cualquier cosa. Ostentan la muerte como verdugos que afilan el hacha durante la madrugada. En esa incomodidad, Alicia saca a relucir el vuelo de sus alas, como el ave que le cubre su linaje, observa sigilosa desde la distancia del aire los peligros que rondan los cursos del agua.

“Mi deseo es ese, mi anhelo es que estas futuras generaciones puedan entender que para nosotros, para la gente originaria, para cualquier pueblo originario, lo importante es cuidar el planeta. Esta tierra es tan hermosa, que no pide nada, no nos cobra nada, Todo es gratis: el aire, el agua, la luna, el sol. ¡Ellos no nos cobran nada! Entonces, yo considero que, tenemos que devolverle de alguna manera ese cuidado. Ese es mi anhelo, ese es mi deseo: seguir como hemos estado, cuidando este espacio y viviendo, porque uno tiene que vivir, tratar de ser feliz. A mi me gusta cantar, hago tortas fritas. Yo siembro, cuido las gallinas, tengo pollitos (en la época que hay cría de pollitos), los cuido. ¡Yo me considero una persona feliz! Yo siempre digo: ‘no me van a quitar esa felicidad que yo tengo, con la que quiero vivir, no me la van a quitar’. Así que le digo siempre a mi hijo Cayetano: ‘Cayetano, acompáñame que voy a cantar una canción. Estos no me van a quitar la alegría de vivir’. Así es que estamos grabando unas canciones. Y lo mismo le digo a mis nietos. Yo siempre he sido una persona que amó la vida y la he cuidado. Yo amo mi vida, la cuido, he cuidado la vida de mis hijos. Cuido la vida de los animalitos. Por eso me considero una persona feliz. Ese es mi deseo, ese es mi anhelo, aunque no nos dejen, aunque siempre nos están molestando, haciendo lo que nos han hecho, los atropellos que nos han hecho. Todo eso que nos han hecho a mi no me quita la alegría de vivir, no me la quitan. Al contrario, me hace más fuerte, porque todo lo que nos han hecho no me ha hecho mella. Me he sentido ultrajada, como me han tratado, pero no me han doblado. Y sé que no lo van a hacer. Yo estoy convencida. Mi vida ha sido feliz, a pesar de todo. Es feliz ahora, hasta que algún dia me tenga que ir a otro plano. Mientras tanto, mi vida es feliz”.


Fotos: Gustavo Figueroa

El artículo original se puede leer aquí