“¿Qué hago yo? ¿Qué haces tú?”, con estas preguntas, Vijay Prashad (1), resumiendo un nefasto año 2024, trata de proponer un qué hacer para protegernos frente al creciente sufrimiento de todo el planeta. Concluye su artículo con la esperanza de que “Si el tiempo y la lucha lo permiten seremos capaces de despertar adecuadamente los sueños de la humanidad… Para llegar a él habrá que poner fin a la guerra y la ocupación y a las atrocidades del capitalismo y el imperialismo”.

Con el mismo interés de recapitular la situación actual y en un detallado estudio de memoria histórica , Rafael Poch (2) inicia un artículo con la frase: “La humanidad ha abierto las puertas del infierno”, para acabar concluyendo que “mientras se hace la guerra, se pierde un tiempo del que no disponemos como especie”.

En el análisis y preocupación por la emergencia del momento contemporáneo, pensadores, analistas de diferentes disciplinas y ciudadanos de a pie, se hace patente una descripción de situaciones de colapso y de preocupación desde las más graves a nivel global a las que afectan en el día a día a escala más cotidiana, fruto de las anteriores.  A modo de enumeración, citaré las más evidentes y harto comentadas: en primer lugar el horror de la guerra y sus consecuencias genocidas; el temor a una posible III GM nuclear; la crisis del capitalismo global; el desastre ecológico y el cambio climático con la consecuente desertización e incremento de la virulencia de los fenómenos atmosféricos; la criminalización de los migrantes; la retórica de la derecha nacionalpopulista; el poder de los bancos o las compañías tecnológicas; las posibles direcciones antihumanistas de la inteligencia artificial utilizada como arma de control  humano; el recorte de los derechos de la mujer, el aumento de casos de violencia de género y violencia vicaria; el control digital; el dominio informativo de los medios de comunicación por parte de quienes ostentan el poder; la lucha por el tiempo libre frente a trabajos alienantes; el incremento de las enfermedades mentales; el difícil acceso a la vivienda y sanidad;  las constantes dudas sobre metodologias y calidad educativa; la privatización de servicios básicos… en resumen, una cultura del antihumanismo que nos lleva, como se mencionaba más arriba a las puertas del infierno. 

Análisis catastrofistas, que según Poch, algunos pretenden solucionar con el exterminio del 80% de la población, en un sálvese quien pueda. Mientras, en sectores humanistas existe un anhelo de cambio por parte de grupos organizados que luchan desde hace décadas por revertir este panorama deshumanizador. Somos colectivos diseminados en todo el planeta, en direcciones similares, cada uno con sus particularidades, desde la política, los movimientos sociales, los colectivos de barrio, involucrados en la dirección del cambio, de la noviolencia. No parece que la situación pase sólo por la acción individual, poco vamos a hacer sin la fuerza colectiva, sin el consenso y el apoyo del conjunto. Numerosas son las consignas para frenar este declive, pero llevarlas a cabo debería surgir de una posición de sinceridad interna de uno para uno y hacia los demás.

Con ese espíritu se creó esta agencia de noticias Pressenza,  desde la que me gustaría compartir la reflexiones que Pía Figueroa, codirectora  y fundadora de la misma escribió con motivo de la reciente reunión mundial de coordinación de la agencia.

Sin más, os dejo con el texto y con una reflexión inicial para el 2025: ¿Qué hago yo? ¿Qué haces tú? y ¿Qué hacemos juntos?

Texto de Pía Figueroa:

Nuestro mundo no es aquel en el cual nos formamos y crecimos. Ni siquiera los más jóvenes entre nosotros fueron educados para el mundo actual. Ni las circunstancias por las que pasamos ni los valores que sostenemos son los que campean hoy en ninguna latitud. Desgraciadamente todas nuestras creencias sobre el ser humano y el mundo van siendo pisoteadas y las más diversas formas de violencia aumentan día a día.

Sabemos que nuestros ideales han fracasado porque no se han podido cumplir. Pero insistimos ya que, hoy más que nunca, el mundo necesita más humanismo y nosotros también.

Resulta urgente que en nuestro interior refresquemos los ideales de la paz y la noviolencia, de la coherencia entre nuestro pensar, sentir y actuar, así como mejoremos el trato que damos a los demás, aprendiendo a desplegar la Regla de Oro en todos los ámbitos en los que nos movemos. Pero sobre todo, en tanto comunicadores y voluntarios, voluntarias de Pressenza, hace falta que seamos capaces de considerar el tremendo cambio que se está desarrollando en el mundo y podamos entregar una visión resueltamente humanista ante los distintos conflictos.

Nadie entre nosotros estaba preparado para la enorme desestructuración actual que va arrasando con cualquier institución desde las mismas Naciones Unidas hasta los clubes de barrio y las juntas de vecinos. Tampoco considerábamos posible el horror desatado actualmente por el belicismo, la crueldad que ejercen los gobiernos, su carencia de ideas y propósitos, las crisis ambientales a las que estamos sometidos junto con todas las demás especies vivientes, el infortunio de las poblaciones migrantes, la escasez de agua y alimentos, la concentración escandalosa de recursos económicos que va dejando a enormes proporciones de la población mundial en la pobreza y la miseria, la crisis educacional que afecta a los más jóvenes, la precariedad sanitaria, las indignas pensiones de los mayores, por mencionar algunos de los aspectos de esta crisis general.

Creímos ingenuamente que la caída de “la otra mitad del mundo” sería una ventana de oportunidades. Pero tampoco advertíamos los desajustes que el paso hacia la multilateralidad iba a producir en las grandes potencias ni en los pequeños países que nunca han logrado despegar. El desgaste de las democracias formales nos parecía una consigna y no lográbamos comprender que los desalmados que nos gobiernan pudieran tener semejante tropismo por el poder. Menos aún imaginábamos que las redes sociales resultarían adictivas y distorsionadoras de las informaciones al límite en que hoy engañan y adormecen a la conciencia humana.

Estamos pasando por las mayores turbulencias sociales, sin que los pueblos sean capaces de tomar el destino en sus propias manos. Y, lo que resulta aún más grave, no imaginábamos que el futuro pudiese cerrarse del modo en que hoy se oscurece.

Se dirá que, por el contrario, son todavía muchas las iniciativas empeñadas en denunciar, luchar, fortalecer y nutrir con propuestas lo mejor de la humanidad, que hay un trabajo de base sostenido por las mujeres, los indígenas, los jóvenes de muchos lugares. Y efectivamente son los estudiantes quienes acampan para detener las guerras, los originarios custodian las semillas y cuidan las aguas, las mujeres levantan sus voces por los derechos usurpados. Muchos hombres también, así como las disidencias sexuales. Eso es así y sus diversas luchas nos alientan. Pero son insuficientes ante tamaña crisis global.

Desde Pressenza podemos seguir dando espacio a tantas personas y organizaciones que nos hacen llegar sus contribuciones, gérmenes muchas veces de posibles efectos demostración de un futuro diferente.

Pero nuestros contenidos originales, aquellas crónicas, entrevistas, videos o columnas de opinión que nosotros mismos generamos, me parece que requieren un reforzamiento importante de humanismo, en todas sus expresiones. Un humanismo que no se limite a la paz y la noviolencia. Que, comenzando por ahí, clame por la reconciliación, el desarme, la re-distribuición económica, la inclusión de todos en un tipo nuevo de progreso que debe ser para todos y todas, porque si no es así resulta en el progreso de nadie. Un humanismo que destile amor y compasión por nuestra especie completa y deje de buscar culpables o preocuparse por quién tiene la razón, para pasar a proponer un salto evolutivo que nos lleve a todos a asumir con lucidez los desafíos que tenemos en frente.

Tal vez nosotros tampoco tenemos las respuestas que hoy hacen falta, pero podemos buscarlas. Ponernos en la tarea de detectar aquello que abre el futuro, que comunica esperanza. 

Pero sobre todo, creo que nos hace falta una profunda reflexión respecto de cómo podremos abrir futuro en estos tiempos complejos para que el ser humano pueda abrirse paso.


(1) https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/boletin-palestina-y-lucha-en-el-ano-nuevo/

(2) https://rafaelpoch.com/2024/12/19/un-genocidio-entre-dos-crisis/