En Uruguay, ese país chiquito que en el mapa casi no se ve, cuatro veces campeón del mundo en fútbol, la sorpresa es que no hubo sorpresa. Pese a los pronósticos de los medios hegemónicos de que podía darse un resultado ajustadísimo, el pueblo frenteamplista nuevamente salió a festejar: volvió la esperanza.

El centroizquierdista Frente Amplio (FA), con 15 años de gobierno entre los años 2005 y 2020, asumirá desde el sábado 1 de marzo de 2025 el desafío de recuperar los derechos perdidos, de construir una propuesta progresista y de volver a ubicar al Uruguay como uno de los países que impulsan la profundización de la democracia y de las libertades frente al avance de las derechas, en un contexto mundial de inestabilidad, crisis y conflictos bélicos.

Al margen de la crispación promovida por la extrema derecha regional, el triunfo del Frente Amplio abre una nueva esperanza para América Latina y el Caribe y para todos y todas quienes defienden la democracia, la igualdad y la justicia. Con un liderazgo que combina cercanía con la ciudadanía y experiencia en el gobierno, Yamandú Orsi asumirá el desafío de responder a las demandas sociales más urgentes, mientras busca construir consensos en un escenario parlamentario fragmentado.

La candidatura de Orsi fue mayoritaria en los departamentos donde tradicionalmente es fuerte el FA, Montevideo y Canelones, pero también en Salto, Paysandú y San José. En el resto de los departamentos fue mayoritaria la coalición de derechas. Ahora habrá que ver cómo se comportan los partidos de la coalición siendo oposición esta vez, es decir, si se mantienen unidos como bloque o no..

Orsi asumirá el gobierno hasta 2030, en el bicentenario de la República, en una de las democracias más estables de la región, y deberá afrontar desde el primer día los principales reclamos de la sociedad, que pasan entre otras cosas por el costo de vida y la seguridad pública, apostando a mejorar la eficiencia del Estado para potenciar la calidad de los servicios públicos y la competitividad de la economía.

La polarización entre izquierda y derecha existe en Uruguay al modo tradicional, pero se mantiene lejos de los extremos. Los líderes tienen que enmarcarse en los partidos, y así  a los mesianismos les cuesta crecer si no lo hacen desde dentro. El Frente Amplio es especialmente sólido, con gran presencia territorial y un fuerte vínculo con sindicatos y organizaciones sociales, que se fue consolidando desde  el 5 de febrero de 1971.

Orsi recibió, entre otras, las felicitaciones del presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, quien aseguró que confía en que los dos países «continuarán trabajando juntos para construir futuros más seguros y prósperos”,  y del presidente del gobierno español Pedro Sánchez, quien destacó a Uruguay como un socio en la “lucha contra el cambio climático y la justicia social”.

En su primera actividad tras el triunfo, Orsi visitó a su mentor, el expresidente José “Pepe” Mujica y su esposa Lucía Topolanski, en su chacra en las afueras de Montevideo. Mujica le habló de su experiencia y le deslizó su pensamiento sobre determinados temas. «Tiene la sabiduría de no plantearte las cosas como consejos, sino decirte cuál fue su experiencia, como él armó, cómo es la Presidencia… alguna cosa que ya habíamos hablado», dijo.

En su mensaje de la victoria aseguró su predisposición a negociar, a tender puentes para unir al país, tanto en su propia fuerza, con la oposición, así como con los países vecinos. Señaló que «la relación con Argentina tiene que ser muy buena, no tenemos chance», aunque cruzando el Río de la Plata está el ultraderechista Javier Milei, quien aún no lo catalogó de “comunista”.

En su segundo día como presidente electo, se reunió con Luis Lacalle para iniciar la transición y coordinar las presencia de ambos en la cumbre presidencial del Mercosur, el 6 de diciembre en Montevideo. Orsi tendrá que hacer equilibrio entre los dos países más influyentes de América del Sur, Brasil y Argentina, teniendo en cuenta que a Milei no le interesa el Mercosur, ya que sus opciones están en Estados Unidos e Israel.

Y habló sobre el aumento en los últimos cinco años de niños y familias en situación de calle. La pobreza infantil supera el 20 por ciento, y el incremento de la población carcelaria (más de 16.000 presos) la necesidad de no naturalizar los homicidios de niños y profundizar en resolver las causas de la problemática..

Los escándalos de Lacalle

Se van Luis Lacalle, su tabla de surf y su gobierno de escándalos -en los que directa o indirectamente autoridades se vieron involucrados-, desde el incumplimiento de las promesas electorales, la vulneración de la ética pública, el mal funcionamiento de la función pública, los casos de corrupción o la comisión de delitos, entre ellos el desafuero del senador lacallista Gustavo Penadés, imputado por múltiples delitos de abuso sexual  a menores.

Para recordar, los casos de Alejandro Astesiano -jefe de la custodia del presidente Lacalle, acusado por la falsificación de documentos para la expedición de pasaportes a ciudadanos rusos. y de Sebastián Marset, narcotraficante uruguayo sindicado como asesino del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, a quien  el gobierno le expidió la visa para que viajara por el mundo, escándalos que acapararon la agenda pública desde la salida de la pandemia de Covid-19.

A fines de noviembre de 2022, de la investigación de las conversaciones de whatsapp de Astesiano se divulgó la que mantenía este con algunos oficiales militares retirados, dueños o parte de una empresa de seguridad que opera desde EEUU, en la cual le solicitaron el armado de fichas con información del seguimiento de los legisladores frenteamplistas Mario Bergara y Charles Carrera, quienes habían denunciado la la concesión del puerto de Montevideo  a la trasnacional belga Katoen Natie.

La ventaja del FA, el futuro de la derecha

Finalmente Yamandú Orsi le sacó una ventaja de 95.000 votos a Álvaro Delgado y quedó 49,84% a 45,87%. Desde 1923 que el país no tenía un mandatario no nacido en Montevideo. El último presidente electo que nació en el interior del país había sido Baltasar Brum. Con el resultado rápido del balotaje se terminaron varias incertidumbres pero se abren otras que se empezarán a develar en las próximas horas y días.

Ganó Orsi y, nuevamente, volvió a ganar la institucionalidad. El derrotado Álvaro Delgado señaló que:”Con tristeza, claro que sí, pero sin complejo de culpa podemos felicitar a quién ganó, quién tuvo la preferencia y hacerlo con sinceridad y de corazón”.

Otro claro ganador fue el jefe de campaña de Orsi, el senador Alejandro “Pacha” Sánchez (bien pudo ser el candidato), quién se encargó de llevar a Orsi a buen puerto en su estrategia trazada. Tras cinco años fuera del gobierno, tras el estruendoso fracaso del socialista Daniel Martínez como candidato presidencial cinco años atrás, el Frente no tendrá mayoría parlamentaria y por eso tendrá que buscar acuerdos. En Diputados le faltan dos votos para lograr la mayoría.

El FA ya es muy diferente al de su fundación: ya no están ni Liber Seregni, ni Juan José Crottogini, ni Zelmar Michelini, ni José Pedro Cardoso, ni José Luis Massera, ni Juan Pablo Terra… Pero, al igual que en 1971, sigue constituyendo y construyendo la esperanza para la mayoría de los uruguayos.

¿Llegará la autocrítica del oficialismo y los análisis para comprender la derrota? Quizá la soberbia de Lacalle y su séquito lo impida. Todavía resuena la disputa por la decisión de elegir a Valeria Ripoll como candidata a vicepresidenta y el interrogante de por qué las altas tasas de aprobación de Lacalle, que según las usinas de la prensa hegemónica casi llegan al 50%, no se tradujeron en triunfo de la coalición de derechas.

Más allá de estos interrogantes, surge la duda sobre la continuidad de la coalición en el próximo período. Siendo gobierno, lograron mantenerse unidos por cinco años, pero en la oposición será muy distinto, sobre todo porque ahora no manejarán el presupuesto nacional.

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