Existe un dicho que dice “el amigo de mis amigos es mi amigo”, con lo que demuestro confianza en mis amigos. Esto a veces lo podemos trasladar a “el enemigo de mis amigos es mi enemigo”, con lo que demuestro solidaridad con mis amigos, pero a veces también se transforma en “el enemigo de mis enemigos es mi amigo”, y aquí acabamos de hacer un salto mortal y hemos caído de cabeza.
Hay algunas personas, de postura y actitud humanista y noviolenta, que consideran que la OTAN representa todo lo contrario, o sea que es una organización violenta y antihumanista. Estoy totalmente de acuerdo con ellos, la OTAN va en la dirección opuesta a la humanización de la Tierra, que es la aspiración de los humanistas. Pero, en aplicación de la tercera versión del refrán, algunos de estos piensan que los enemigos de la OTAN deben ser, por alguna pirueta mental, amigos de los humanistas, pacifistas y noviolentos. Nada más alejado de la realidad; un pacifista noviolento, que pone (o al menos intenta) como valor central de toda la actividad social al ser humano, está en el lado opuesto de aquellos que son violentos, que creen que las cosas se resuelven por la violencia. Entre estos últimos está Putin, presidente vitalicio de Rusia, encarnación de los zares de todas las Rusias, que cree sin lugar a dudas en la resolución de conflictos por medios violentos, que no cree en la libertad y, en general, cuyos valores son opuestos al pacifismo, a la noviolencia y al humanismo.
Quien conozca un poco la historia de Rusia verá con facilidad la gran cantidad de puntos de contacto que hay entre Putin y, pongamos por caso, Iván el Terrible. Putin representa una figura muy apreciada en la cultura rusa, que de momento sigue concitando cierta admiración, y gracias a eso puede seguir ganando elecciones mientras sus posibles adversarios mueren de misteriosas enfermedades o accidentes inverosímiles. Es el hombre fuerte que viene a resolver los problemas del pueblo, y por supuesto para eso lo que hace es aplicar mano dura donde haga falta (y donde no también, por las dudas). Esta figura, antigualla histórica de varios siglos de masacres e injusticias a sus espaldas, representa el autoritarismo más rancio, que pretendió ser desterrado con la revolución de 1917, aunque ésta acabó dando paso a otro “hombre fuerte” como Stalin. Para quien desee profundizar en la figura de Putin y su significación histórica recomiendo el libro “Entender la Rusia de Putin”, del periodista Rafael Poch.
La actual guerra que se desarrolla en Ucrania es una guerra entre dos bandos militaristas que pugnan por el poder, entre el complejo militar-financiero de EEUU y el de Rusia, ambos compitiendo por un mismo “mercado”. Más allá de algunas diferencias superficiales, no veo qué nos puede aportar cualquiera de estos dos bandos a la humanización de la Tierra.