PIA Global.
Por Mario Colonna* –
Por primera vez, cinco países europeos han decidido emitir bonos para financiar gastos militares.
Ocurrió ayer en Varsovia durante la reunión del llamado «formato de Weimar» y contó con la participación de Alemania, Francia, España, Gran Bretaña y la UE.
Entretanto, el ejército polaco ha hecho saber que ha desplegado carros de combate surcoreanos K2 Black Panther en Braniewo, a pocos kilómetros de la frontera con el enclave ruso de la región de Kaliningrado.
La declaración fue hecha el viernes por la portavoz de la 16ª División Mecanizada de Pomerania, la mayor Magdalena Koszczynska, a Polska Agencja Prasowa, la agencia de noticias polaca.
La militarización del Frente Oriental
En agosto de 2022, pocos meses después del inicio de las operaciones rusas en Ucrania, el Ministerio de Defensa polaco había destinado 3.400 millones de dólares a la compra de 180 carros de combate a Corea del Sur. Este despliegue sigue, por tanto, a las primeras entregas procedentes de Seúl.
Según fuentes ministeriales, Varsovia tenía previsto adquirir en realidad unos 1.000, confiando en que las entregas fueran «rápidas», según la administración, debido al desmantelamiento a gran escala de los viejos tanques alemanes Leopard 2 y los T-72 soviéticos en el país, que fueron enviados a Ucrania.
El despliegue de los tanques se produce después de que en agosto se triplicaran las fuerzas terrestres en la frontera bielorrusa. La militarización de las fronteras se produce en un contexto de crecientes tensiones con Moscú, frente al que Varsovia pretende convertirse en el «baluarte yanqui» del frente oriental.
La asociación militar con Corea del Sur
Desde el punto de vista militar, según los expertos, el K2 es en muchos aspectos el carro de combate con mejores prestaciones desplegado por cualquier Estado miembro de la OTAN en la actualidad.
El vehículo utiliza un cargador automático que reduce la carga de la tripulación en un 25%, ostenta una mayor cadencia de fuego, consume menos combustible, tiene unas necesidades de mantenimiento inferiores a la media y es más capaz de funcionar como sistema de artillería con un modo de fuego indirecto.
Además, el K2 Black Panther incorpora tanto un sistema de radar de banda milimétrica que puede actuar como sistema de alerta de aproximación de misiles, como una cámara termográfica que puede rastrear objetivos específicos a distancias cercanas a los 10 km.
Pero además de tanques, Polonia tiene pedidos muy importantes de obuses y artillería de misiles surcoreanos, así como de tanques estadounidenses M1A1 y M1A2 Abrams y sistemas de artillería de misiles Himars.
Las miras de Polonia
Estas adquisiciones alimentan las proyecciones que ven a Varsovia como la inminente segunda fuerza terrestre más poderosa de la OTAN después de Estados Unidos.
Desde luego, no es nada nuevo que Polonia, junto con el resto de los países bálticos, sople el viento de la «guerra contra el oso ruso» para desplazar el eje político europeo hacia el este, aprovechando las dificultades políticas de Francia y las económicas de Alemania, el eje sobre el que se ha basado la Unión Europea en sus 30 años de existencia.
Sus miras puestas en las regiones occidentales de Ucrania son el precio que Polonia ha exigido por convertirse en portavoz de los intereses del imperialismo estadounidense en el continente.
Una UE cada vez más «oriental» y belicista
El debilitamiento político y económico de la UE tal y como se conocía hasta ahora concede a los países ribereños del Báltico un espacio de maniobra -muy poco diplomático- hasta ahora insospechado, tanto desde el punto de vista histórico como de su capacidad para influir en la dinámica de la Unión en términos demográficos, tecnológicos y económicos.
Los nombramientos de peso señalados por la aún no vacante Von der Leyen 2, con la estonia Kaja Kallas como Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad, el lituano Andrius Kubilius como Comisario de Defensa y Espacio (nueva cartera), el letón Valdis Dombrovskis en el Pnrr y el polaco Piotr Serafin en el Presupuesto, marcan esta peligrosa tendencia belicista emprendida por la Unión Europea.
Una tendencia que la victoria de Trump y los coletazos del saliente Biden parecen reforzar, en detrimento de quienes viven y trabajan en Europa.
*Mario Colonna, escribe en Contropiano.