La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos desencadenó una serie de efectos en el mercado financiero, y uno de los principales benficiarios fue Elon Musk, el hombre más rico del mundo y CEO de Tesla y SpaceX, quien ha visto como el valor de las acciones de una de sus empresas ha subido en los últimos días.
X, ex-Twitter, suma críticas por su transformación en la máquina de expansión de la ultraderecha internacional. Cada vez más, se discute la deriva de esta red social. Pero con más de 250 millones de usuarios –entre ellos presidentes, líderes políticos y periodistas– no es fácil encontrar un reemplazo.
Además de un cargo en el gobierno, Musk espera recibir un trato favorable de la administración de Trump, lo cual facilitaría la obtención de aprobaciones regulatorias para proyectos de conducción autónoma y otros avances tecnológicos en los que Tesla y SpaceX están a la vanguardia.
Musk sumó Twitter a sus emprendimientos en los sectores del transporte (Tesla), la infraestructura (The Boring Company), las monedas digitales (activos en dogecoin y bitcoin), el aeroespacial (Space X), la comunicación informática cerebral (Neuralink, fabricante de chips cerebrales…
Nacido en Pretoria, hijo espiritual del apartheid sudafricano, el hombre más rico y uno de los más influyentes del mundo, el propietario de la industria social que ha moldeado la política internacional en la última década, es un troll que se autopercibe como alguien ingenioso, como el nuevo líder de la extrema derecha «anti-woke».
También como un fanfarrón que se ha tenido que retractar varias veces de sus metidas de pata, un criptobro y un paranoico con problemas de sueño y adicciones. «Quiere colonizar Marte y su ego es casi tan grande como el planeta rojo», concluye un artículo del historiador y escritor Derek Seidman en Little Sis.
Apoyó a Donald Trump durante la campaña, realizando donaciones para su regreso a la Casa Blanca. Ahora, tras la victoria del republicano, la fortuna de Musk se ha disparado a 314.000 millones de dólares, gran parte de eso generado por las acciones de Tesla.
Algunas de las promesas más absurdas de la campaña de Trump provienen de Elon Musk, que dice saber cómo recortar dos mil millones de dólares del presupuesto federal, Es mucho decir para alguien cuyas empresas dependen tanto de los contratos y los rescates gubernamentales: sin el préstamo de 465 millones de dólares que recibió de la administración, Tesla bien podría haberse ido a la quiebra, recuerda Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial.
Las afirmaciones de Musk revelan una ignorancia asombrosa tanto en materia económica como política. Sus propuestas representan un recorte de alrededor de una tercera parte de los gastos del gobierno, ocho veces más de lo que estima el organismo de control interno del gobierno constituye despilfarro o fraude. Estados Unidos tendría que recortar todo el gasto discrecional, incluso en defensa, salud, educación y los departamentos del Tesoro y de Comercio, así como recortar drásticamente la seguridad social, Medicare y otros programas bien establecidos y sumamente populares, añade.
Stiglitz, presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente, señala que con su objetivo de derogar la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible y la cláusula de la ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA), que reduce los precios de los medicamentos bajo receta, Trump agravaría la situación. EEUU encabeza la lista de economías avanzadas en términos de desigualdad, y los recortes impositivos de Trump para los ricos ensancharían la brecha aún más. Quizá de eso se trate, realmente.
Desde que Musk se hizo cargo de Twitter, ha convertido X en una máquina de odio. El racismo y las teorías de la conspiración se difunden sin trabas. Los insultos y las amenazas apenas se sancionan y se venden como supuesta libertad de expresión», explicó y denunció el histórico club de fútbol St.Pauli de Hamburgo al anunciar su decisión de abandonar la red social.
«Cabe suponer que X también promoverá contenidos autoritarios, inhumanos y de extrema derecha en la campaña de las elecciones al Bundestag y manipulará así el discurso público», advirtió el club, preocupado por el avance de ultraderecha en los comicios alemanes.
Además de la crisis sanitaria y de desigualdad, el cambio climático les está costando mucho a los estadounidenses en términos de vidas y daños a la propiedad. Aun así, Trump ha venido acercándose a los magnates del sector de los combustibles fósiles para solicitarles aportaciones de campaña, prometiéndoles, a cambio, recortar las regulaciones en materia de contaminación.
Dos símbolos de exclamación (!!) se han convertido en el distintivo que usa el dueño de X para movilizar y propulsar a la extrema derecha internacional. «Es la marca de la bestia», resume Carlos Benéitez, integrante del proyecto de análisis de fake news y redes sociales Pandemia Digital.
Benéitez distingue dos tipos de aceleración en la expansión de contenidos de extrema derecha en X desde la compra por parte de Musk en octubre de 2022. Una vinculada a la expansión de las noticias falsas, los bulos, los discursos de odio de carácter racista, de odio religioso y lgbti-fóbico. «Han tocado el algoritmo: se muestran más porque es el objetivo que tiene Musk», resume este investigador.
El otro momento de aceleración se conecta con la promoción, aparentemente casual, que el propio Musk, la persona con más seguidores en X (no sin trampas), hace de algunos de esos contenidos a través de las exclamaciones o de otro tipo de interacciones, de manera que «se dispara el rango de impresiones y de interacciones, tanto naturales, de personas a las que les llega esa información, como de cuentas automatizadas», indica.
Para Marta G. Franco, autora del reciente Las redes son nuestras, Musk es el brazo tecnológico de la derecha reaccionaria, una pieza más de la «Alt-Right», o como queramos llamar a esa mutación ultratóxica del capitalismo que surge como respuesta a la ola de movimientos de cambio que se articularon a través de internet en las dos décadas pasadas.
Es un paso más de esa Internacional del Odio: primero comenzaron a invertir en bots, trolls a sueldo, webs de fake news e influencers afines, y con Musk les llegó la oportunidad de comprarse el propio medio para seguir distorsionando la conversación pública. El algoritmo de la red social que en la última década ha concentrado las comunicaciones sociales de presidentes, ministros, representantes institucionales y gran número de personas de interés favorece la cultura del meme y la ideología troll.
A Musk, que se define como un «libertario», un neoliberal puro y duro, no le gusta que le cobren impuestos, por más que esté entre los más ricos del mundo. «Los empresarios estamos para emprender y para derramar hacia abajo con nuestra iniciativa y no para que los burócratas nos esquilmen», supo decir este hombre, que mudó la sede de Tesla de California a Texas para beneficiarse de leyes sociales y de un sistema fiscal mucho más favorables a los «emprendedores».
En Brasil ha sido distinto: el juez Alexandre de Moraes ha iniciado una ofensiva judicial contra la desinformación en la que requirió el cierre y control de varias cuentas asociadas a la extrema derecha –de políticos, blogueros e influencers– relacionadas con el intento de asalto al Congreso brasileño en enero de 2023, tras la derrota de Jair Bolsonaro y la victoria electoral de Luis Inácio Lula da Silva.
Amparado en que la legislación brasileña permite bloquear contenido con el fin de proteger las instituciones del país, Moraes inició una investigación contra Musk, acusándolo de obstrucción a la justicia.
Una investigación publicada en la revista científica Nature Communications sugiere que X está atravesada por el «abuso político», en coincidencia con la decisión de los periódicos La Vanguardia y The Guardian de abandonar la plataforma. El artículo, dirigido por investigadores del City St George’s, de la Universidad de Londres, en colaboración con el Instituto Alan Turing, apunta a develar patrones que expliquen el funcionamiento polarizante de la comunicación política en distintos ámbitos.
«El abuso político es un rasgo clave de la comunicación política en la plataforma X y, tanto si se es de izquierdas como de derechas, es igual de común ver a usuarios políticamente comprometidos abusando de sus oponentes políticos, en un grado similar, y con poco espacio para los moderados», concluye el estudio
Mi amigo Musk
Según los datos del índice Bloomberg Billionaires, el 6 de noviembre, tan solo un día después de que se confirmara la victoria de Trump, las acciones de Tesla tuvieron un aumento histórico, cerrando con una subida cercana al 15%. Antes de la elección, la fortuna del Musk estaba valorada en 237.000 millones de dólares, pero ascendió a 314.000 millones tras la percepción de un entorno regulatorio más favorable para sus negocios.
Entre las promesas del presidente electo se encuentra la creación de un Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), un guiño humorístico a la criptomoneda Dogecoin, oficina de la cual Musk sería el encargado. Esta propuesta tiene como objetivo reducir el gasto federal y acelerar procesos regulatorios que afectan directamente a las industrias en las que Musk está involucrado.
Musk donó alrededor de 120 millones de dólares a la campaña republicana, puso a su servicio la plataforma X y llegó a participar en eventos junto al expresidente, y en reuniones en solitario en Pensilvania, donde sus discursos combinaban temas políticos con ambiciosos proyectos como los viajes a Marte.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca marca una potencial era dorada para las criptomonedas, incluyendo el bitcóin, cuyos influyentes patrocinadores apoyaron en gran medida su candidatura presidencial.
El bitcóin llegó a marcar este miércoles un nuevo máximo provisional de 92 mil 870 dólares, con una subida de 6.6 por ciento respecto de la sesión del martes y de alrededor de 33 por ciento desde que la semana pasada se confirmó la victoria de Donald Trump
La criptomoneda de mayor valor y más conocida del mercado acumula un repunte de más de 30 por ciento desde la victoria del candidato republicano el 5 de noviembre para regresar a la Casa Blanca y se aproxima cada vez más al umbral de 100 mil dólares.
Trump Y Musk: ambos enemigos de los pueblos, y proclives al golpismo, son una amenaza para los países del Sur global. Con mecanismos clientelares y de propaganda, los partidos y gobiernos de izquierda liberal no serán capaces de evitar la entronización del populismo empresarial en sus gobiernos.
A Musk le gusta posar, le gusta bailar mientras inaugura una nueva planta de Tesla, hacer mohínes mientras anuncia un nuevo viaje de Space X del que él mismo formará parte. Le gusta provocar payaseando, pero cuidado con tomarlo como un payaso. El apenas cincuentón sudafricano es uno de los pocos magnates modernos que marca los rumbos de este mundo, como a comienzos del siglo XX lo marcaban los dueños de las siderúrgicas, del carbón, de la industria automotora, señala Daniel Gatti en Brecha.
«Musk es ahora más poderoso que muchísimos Estados. Controla el activo tecnológico más importante de Estados Unidos (Tesla) y probablemente uno de los activos más estratégicos del mundo (Space X). Con Twitter tiene en su poder, además, una de las herramientas de comunicación más importantes del planeta», comentó el inversor Ross Gerber (Mediapart, 26-IV-22). Gerber es un estrecho colaborador del multimillonario.
Bernie Sanders, el veterano senador del ala izquierda del Partido Demócrata, no cree en espejitos de colores. «Musk es uno de los representantes por excelencia del capitalismo de casino. La libertad para él es la libertad de los dueños del dinero»,
La llegada de Musk al mando de X fue una fiesta para los ultras. En un artículo de despedida a X, la columnista Katie Martin describía cómo los abusones habían hecho suya la red a través de un «goteo de racismo casual, intolerancia de los edgelords [provocadores online], polémicas de mala fe, dog-whistle (lenguajes codificados, comprensibles para un tipo de público pero anodinos para el resto, como los silbatos ultrasónicos para perros), desinformación grosera, pornbots dudosos, estafas cínicas, conspiraciones de sombreros de hojalata y tonterías cripto».
No se puede olvidar que la internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha y, obviamente, está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de gobiernos, fundaciones, institutos, ONG, centros y sociedades unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas, y ahora recibirá el apoyo del próximo presidente de EEUU.