Las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos no son únicamente un acontecimiento político; tienen un significado cultural más profundo. Más allá de los últimos titulares de los medios sobre Palestina, Rusia, la inflación, la IA y China, en su núcleo fundamental, esta elección trata realmente dos temas que dan forma a la sociedad estadounidense: la raza y el género.

En 2008, la elección de Barack Obama como el 44avo Presidente rompió con la limitante racial de Estados Unidos. Ese día histórico marcó un cambio profundo, mientras el mundo veía a Estados Unidos abrazar una nueva era de posibilidades.

Ahora, nos detenemos ante otra encrucijada de la historia, con la oportunidad de poder elegir a nuestra primera mujer presidenta. Kamala Harris representa más que su historial político – encarna el potencial para transformar nuestro liderazgo en un momento crucial. Está dispuesta a desafiar una estructura de poder impulsada por el machismo y destrozar una barrera anticuada que ha limitado las aspiraciones de más de la mitad de nuestra población.

El impulso para el cambio se ha ido construyendo. En 2017, se estima que tres millones de personas se unieron a la Marcha de las Mujeres, la mayor protesta realizada en un solo día en la historia de Estados Unidos. Como señala Wikipedia: La Marcha de las Mujeres fue una protesta mundial el 21 de enero de 2017, al día siguiente de la toma de posesión de Donald Trump. Fue impulsada por las posiciones políticas y la retórica de Trump, que se consideraban misóginas y una amenaza para los derechos de las mujeres.

Si bien nuestro sistema político sigue siendo profundamente defectuoso, elegir a una mujer de color como Presidenta sería transformador. Tal victoria elevaría a millones de personas que han enfrentado discriminación y violencia, completando un viaje que comenzó con el sufragio femenino en 1920. La creciente participación de las mujeres en el liderazgo estadounidense ha fortalecido constantemente a nuestra nación, lo que marcaría otro paso adelante vital.

Las verdaderas campañas deben hacer más que oponerse; deben inspirar esperanza y motivar a la acción. Esta elección ofrece precisamente esa oportunidad.