El llamado «efecto mariposa» trasladado a sistemas complejos como la Predicción Meteorológica tendría como efecto colateral la imposibilidad de detectar con antelación un futuro mediato.
Hasta la ultima década, la predicción meteorológica era diseñada por modelos finitos que podían intermodelar o simular varios futuros alternativos y que tenían como resultado predicciones con un alto grado de fiabilidad. Sin embargo, debido al cambio de circulación atmosférica, asistimos en el último quinquenio a la irrupción de los autopistas de humedad que enlazan el Caribe con el Sur de Europa, generando un clima húmedo y templado en el Sur mientras el Norte y Centro de Europa quedan presos del chorro polar que genera nevadas copiosas y vientos gélidos.
Al mismo tiempo, asistimos al incremento de la irrupción de DANAS (Depresión aislada a niveles altos) que se desgajan de la circulación atmosférica general y que alimentadas por vientos húmedos del Mediterráneo generan severas inundaciones en los países del Sur de Europa y Norte de África. Dichas DANAS estarían regidas por las leyes del caos inconexo y se desplazarían con movimientos erráticos impulsados por fuerzas centrípetas y centrífugas, lo que incrementaría su volatilidad y la dificultad de los modelos cuánticos para dibujar con suficiente antelación su posible trayectoria y su impacto local, lo que se ha comprobado en la reciente DANA de Valencia con su reguero de más de 200 fallecidos y pérdidas multimillonarias.
Así, los modelos cuánticos que se utilizan en la predicción meteorológica como el GFS, ECMWF High RES, SPIRE o AROME serían tan sólo simulaciones basadas en modelos precedentes, con lo que la inclusión de tan sólo una variable incorrecta o la repentina aparición de una variable imprevista provoca que el margen de error de dichos modelos se amplifique en cada unidad de tiempo simulada hasta exceder incluso el límite estratosférico del cien por cien.En consecuencia, dichos modelos numéricos únicamente son capaces de radiografiar fragmentos de la secuencia total del inmenso genoma del cambio climático que se está gestando.
El Mediterráneo se habría convertido pues en una incubadora de DANAS al presentar las condiciones óptimas para su desarrollo y posterior implosión al contar con los ingrediente letales que conforman el cóctel explosivo de las gotas frías o DANAS. Así, la elevada humedad aportada por los vientos de Levante y el incremento desbocado de la temperatura de sus aguas, conforman un duplo que se retroalimenta y genera un tren de violentas tormentas que al estancarse en las montañas que cierran el arco mediterráneo, provocan lluvias torrenciales en las cabeceras de los ríos y barrancos y posteriores inundaciones en las poblaciones de sus tramos bajos y desembocaduras.
Dada la inacción del Norte Global para reducir la emisión de gases contaminantes a la atmósfera que conllevan el calentamiento global y el preocupante incremento de la temperatura de los mares, los fenómenos meteorológicos extremos se irán incrementado hasta el paroxismo en las próximas décadas, siendo previsible la repetición inarticulada de las DANAS en todo el arco mediterráneo, ensañándose con especial virulencia con la fachada mediterránea española.