PIA Global: por Beto Cremonte*-
Senegal se prepara para unas elecciones legislativas, este 17 de noviembre, cruciales y que llegan en un momento de intensas transformaciones sociales y políticas en el país y en toda la región del Sahel.

Con la reciente llegada al poder de Bassirou Diomaye Faye, quien asumió la presidencia con una plataforma de cambio y soberanía, Senegal enfrenta un reto doble: consolidar una democracia genuina, libre de injerencias extranjeras, y reafirmar su independencia en una región marcada por décadas de influencia y control por parte de potencias coloniales. A medida que se aproximan los comicios, surgen preguntas sobre si el país podrá mantener su rumbo hacia la descolonización y fortalecer las alianzas africanas en una región que busca un equilibrio entre seguridad, autonomía y desarrollo.

El desafío de la descolonización en Senegal

La independencia de Senegal en 1960, como la de muchos otros países africanos, no ha significado una ruptura completa con las antiguas potencias coloniales. La presencia de fuerzas extranjeras, particularmente de Francia, ha seguido marcando la política y economía del país. Aunque Faye ha hecho de la independencia política y económica una prioridad en su administración, desmantelar años de dependencia estructural es una tarea compleja. Las elecciones legislativas se convierten en un termómetro para medir el respaldo popular a una agenda de descolonización efectiva, que busque construir instituciones más autónomas y priorizar los intereses nacionales frente a los dictados de potencias extranjeras.

Desde su ascenso al poder, Faye ha impulsado un discurso de descolonización que se refleja en su política exterior y su interés en reducir la influencia de las instituciones financieras internacionales que, a su juicio, perpetúan la subordinación de Senegal. Esta postura también ha influido en su respaldo a la Alianza del Sahel, un esfuerzo conjunto entre los países de la región para promover la cooperación económica y la estabilidad, en una clara señal de que el país pretende asumir un rol activo en la redefinición del poder regional.

El liderazgo de Bassirou Diomaye Faye y Ousmane Sonko, en su rol de primer ministro, presenta una oportunidad para desafiar las limitaciones de esta herencia. Sin embargo, ambos enfrentan obstáculos profundos que van desde la dependencia económica hasta la resistencia interna de quienes se benefician del statu quo.

A pesar de sus intenciones de descolonización, uno de los mayores desafíos para Faye y Sonko es la dependencia económica de Senegal hacia instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, así como hacia antiguos colonizadores, particularmente Francia. Estas relaciones económicas han permitido a las potencias extranjeras mantener un grado de control sobre las políticas internas de Senegal, especialmente en sectores clave como la minería, la agricultura y las infraestructuras.

Faye y Sonko han expresado su deseo de reducir esta dependencia, buscando alternativas que privilegien la autosuficiencia alimentaria y el desarrollo de industrias locales. Esto incluye políticas para fortalecer el sector agrícola, promover la fabricación nacional y reducir las importaciones. Sin embargo, cualquier intento de modificar los términos de la deuda o de renegociar los acuerdos comerciales plantea un riesgo de represalias económicas y diplomáticas que podrían desestabilizar el país.

Reformas políticas y resistencias internas

Otro desafío que se le estás presentando a este “nuevo” Senegal es la necesidad de reformas políticas profundas. La estructura gubernamental y los sistemas administrativos senegaleses son, en gran parte, herencias de la época colonial, lo que se traduce en burocracias ineficientes y, en ocasiones, corruptas. Faye y Sonko han intentado implementar políticas de transparencia y rendición de cuentas, pero enfrentan una resistencia considerable de sectores de la clase política y empresarial que se benefician del sistema actual.

La capacidad de Sonko para navegar esta resistencia es crucial. Como primer ministro, su rol le exige no solo implementar las políticas de Faye, sino también gestionar alianzas políticas y mantener una cohesión interna en el gobierno. Sin embargo, los intentos de reforma a menudo chocan con intereses bien establecidos, y cualquier desestabilización puede ser aprovechada por sectores externos para debilitar el liderazgo de Faye y Sonko, manteniendo así la dependencia de Senegal en un equilibrio de poder favorable a las antiguas potencias coloniales.

Una de las facetas menos visibles, pero igualmente importantes, del proceso que lleva adelante Faye en Senegal es la transformación cultural y educativa. El sistema educativo, en gran medida, sigue los lineamientos y enfoques franceses, lo que limita el desarrollo de una identidad senegalesa fuerte y autónoma. Para Faye y Sonko, la descolonización debe incluir una reforma educativa que priorice la historia y los valores africanos, promoviendo una narrativa de autonomía y orgullo nacional que reemplace la dependencia cultural.

El proyecto de reformar el sistema educativo enfrenta, sin embargo, desafíos tanto logísticos como ideológicos. Cambiar la estructura educativa requiere una inversión significativa en la formación de profesores, en la producción de materiales de enseñanza y en la redefinición de los contenidos curriculares. Además, existe una resistencia natural entre sectores de la sociedad que han sido educados en un sistema que promueve valores europeos y ven en los cambios una amenaza a su identidad adquirida.

Tanto Faye como Sonko también buscan fortalecer los vínculos con la diáspora senegalesa, un grupo con influencia económica y social que podría jugar un papel clave en el proceso de descolonización. La diáspora no solo representa una fuente de ingresos a través de remesas, sino también una red global de personas comprometidas con el desarrollo de Senegal y la construcción de una identidad africana más fuerte.

La colaboración con otros países africanos en el marco de la Unión Africana y la Alianza del Sahel refuerza la estrategia de Faye y Sonko de construir un frente común contra la injerencia extranjera. Estos lazos son un recurso crucial para enfrentar los desafíos de seguridad y desarrollo en el Sahel, y también son una manera de crear una unidad panafricana que consolide la independencia de Senegal y sus vecinos.

La Alianza del Sahel y el resurgimiento de la solidaridad africana

La inseguridad en el Sahel es otro desafío crítico para la descolonización. Con la expansión de grupos extremistas en la región, países como Senegal han sido históricamente dependientes de la presencia militar de potencias extranjeras, principalmente Francia, para garantizar la seguridad. Faye y Sonko, alineados con la Alianza del Sahel, están explorando una política de seguridad colectiva que pueda reemplazar gradualmente a las tropas extranjeras por fuerzas regionales africanas.

Esta iniciativa, aunque vista por muchos como un paso hacia la soberanía, también tiene riesgos. La capacidad operativa de los ejércitos africanos en el Sahel es limitada, y una retirada prematura de las fuerzas extranjeras podría dejar a Senegal y a sus vecinos vulnerables a la violencia. La consolidación de la Alianza del Sahel como una fuerza efectiva requiere tiempo y recursos, lo que plantea un dilema: ¿hasta qué punto se puede reducir la dependencia militar sin sacrificar la seguridad del país?

Uno de los puntos más importantes en la política exterior de Faye ha sido su apoyo a la Alianza del Sahel, un bloque que se ha fortalecido en los últimos meses para hacer frente a los desafíos comunes de la región. Los países del Sahel enfrentan retos de seguridad debido a la expansión de grupos extremistas y las crisis climáticas y económicas. Este contexto ha servido de marco para que la Alianza del Sahel busque la independencia de las políticas de seguridad impuestas por las fuerzas internacionales, especialmente las europeas, y fomente soluciones africanas para los problemas africanos.

Senegal, bajo el gobierno de Faye, ha abogado por una mayor colaboración militar y económica dentro de la Alianza, como una estrategia de seguridad colectiva que reemplaza gradualmente la presencia militar de fuerzas extranjeras. Este enfoque ha sido bien recibido por sectores de la población que ven en la Alianza una herramienta para construir un futuro regional autónomo, pero también ha generado escepticismo entre aquellos que temen el vacío de poder que podría dejar la retirada de fuerzas internacionales. Las elecciones legislativas serán un espacio para debatir la política de la Alianza del Sahel y ver hasta qué punto esta iniciativa cuenta con el respaldo popular.

Los retos de Faye en las elecciones legislativas: ¿apoyo o resistencia?

El gobierno de Senegal se enfrenta a una creciente polarización interna. Mientras una parte de la población respalda la agenda de descolonización y la alineación con el Sahel, otra expresa sus dudas sobre la viabilidad económica y social de tales políticas. La dependencia económica de Senegal hacia las exportaciones y ayudas europeas, especialmente de Francia, genera preocupación entre aquellos que temen un colapso económico si el país corta estos lazos sin una transición adecuada.

Sin embargo, el discurso de Faye ha encontrado resonancia en sectores de la juventud que ven en la descolonización una oportunidad para redefinir la identidad senegalesa y africana, y para recuperar los recursos naturales y estratégicos del país. Estos candidatos representan una voz emergente que, de consolidarse en estas elecciones, podría darle un nuevo rumbo a la política senegalesa, marcando un distanciamiento claro con las viejas élites alineadas a intereses extranjeros.

Si las elecciones legislativas logran traducirse en un respaldo significativo a la agenda de Faye, Senegal podría consolidar una senda hacia la independencia real, abriendo puertas a un cambio estructural que reverbere en toda la región del Sahel. Sin embargo, el desafío de este proyecto radica en superar la dependencia económica y las tensiones políticas que surjan con la descolonización. La viabilidad de una descolonización efectiva dependerá de que el gobierno de Faye logre construir un modelo económico sólido y autónomo, además de fortalecer la seguridad y la cooperación en el Sahel sin la intervención de potencias extranjeras.

Las próximas elecciones legislativas en Senegal no son solo una contienda política; representan una oportunidad para que el país determine su posición en la historia de la descolonización africana. Con el liderazgo de Bassirou Diomaye Faye como presidente y Osmane Sonkp como Primer Ministro, su enfoque en la autonomía y la alianza con el Sahel, el pueblo senegalés está ante una elección crucial que definirá el futuro de su nación y su papel en una región convulsa pero llena de potencial. La mirada de África y el mundo estará puesta en Senegal, en espera de ver si el país puede servir como un modelo de independencia en el Sahel, un espacio donde el espíritu anticolonial, más vivo que nunca, aún lucha por concretar sus ideales.

*Beto Cremonte, Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

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