El diputado de Acción Humanista sostuvo que “es necesaria una agenda política más marcada, más vinculada con las necesidades concretas de la gente”. En esa línea planteó que “las grandes transformaciones de un país no se logran por la sola acción legislativa, es importante, pero en la medida que vaya acompañada de una fuerte movilización y presión social” y ejemplificó con el caso de la movilización reciente de pescadores y profesores. Reconoció que se viene un tiempo complicado para el oficialismo para sacar adelante reformas y dijo que en la reciente reunión de Cerro Castillo “se puso la mirada en avanzar con la agenda legislativa, sabiendo que es una agenda que tendrá muchas dificultades para avanzar en la dirección que queremos, por la presencia de una derecha muy obstruccionista enclavada en el Parlamento”. En cuanto al cambio del equipo ministerial, Hirsch Goldschmidt expresó que “no hay ningún motivo real que justifique que tengan ser sacadas del gabinete ninguna de las dos ministras”, en relación a Carolina Tohá y Antonia Orellana y enfatizó que “si uno mira los hechos objetivos, no hay ningún elemento que explique que tengan que ser removidas”.

Por Hugo Guzmán

En la reunión en Cerro Castillo te vi sentado junto a la ministra Carolina Tohá, ¿cómo la viste, cómo sentiste su estado de ánimo? Dada toda la presión que hay sobre ella por el Caso Monsalve.

Quiero partir diciéndote que fue una muy buena reunión, con un muy buen formato que nos permitió estar alrededor de una mesa a toda la diversidad del oficialismo, del Gobierno, de los partidos, de los legisladores, una representación muy diversa de alcaldes y gobernadores electos, con un espacio para que cada una y cada uno pudiera dar su mirada, su visión. Quien llevó la reunión fue justamente la ministra Tohá que fue coordinando los espacios, los tiempos, el enfoque que promovían para la evaluación política, del proceso electoral, una mirada de lo que viene ahora, de lo que tenemos que enfrentar, y la proyección futura del proyecto que estamos impulsando desde el oficialismo. Vi a la ministra muy centrada en los temas de la reunión, con muy buen tono, con una mirada muy resolutiva hacia adelante, con las tareas que tenemos, muy cálida su relación con todos los que estábamos ahí, me pareció verla muy bien, con un claro sentimiento de estar haciendo lo que corresponde. Dejó muy en claro como se ha pretendido involucrarla en denuncias totalmente absurdas, y como se ha terminado de parte de la derecha en el absurdo de poner los ataques sobre dos ministras, sobre dos mujeres, cuando estamos frente a una denuncia de abuso y violación efectuada en contra de Manuel Monsalve. La ministra Tohá fue muy clara, y coincidimos todos los que estábamos en la reunión, que estamos frente a un caso de un aprovechamiento político brutal en lo que hace a los ataques contra ella y contra la ministra Antonia Orellana. La vi bien, muy centrada, muy metida en temas que tienen que ver con contribuir a impulsar hacia adelante la propuesta y el proyecto del Gobierno y el oficialismo.

Con lo que dices, estás totalmente en contra de la idea de que habiendo cambio de gabinete deban salir las ministras Tohá y Orellana.

Hoy no hay ningún motivo real que justifique que tengan que ser sacadas del gabinete ninguna de las dos ministras. Por supuesto, si alguna de ellas tuviera alguna expectativa de tipo electoral tendrá que cumplir con el plazo legal y eso significa renunciar antes del 15 de noviembre, pero ese es un tema aparte. Desde el punto de vista de cómo ha enfrentado este grave caso y la crisis que se generó por la acusación contra el exsubsecretario, creo que la ministra Tohá cumplió a cabalidad con el rol que le corresponde, puso a disposición del Ministerio Público y de las policías todos los antecedentes con que contaba, ha contribuido a que se avance con la investigación. Si uno mira los hechos objetivos, no hay ningún elemento que explique que tengan que ser removidas las ministra Tohá y Orellana.

La versión es que la reunión de Cerro Castillo fue positiva y constructiva. Pero está sobre la mesa el Caso Monsalve, hay una agenda legislativa embromada, sobre todo por el muro que levanta la oposición, se indica que las pasadas elecciones no fueron del todo buenas para el oficialismo, seguimos con el tema de la delincuencia muy avivado. Entonces no parece muy fluido ni fácil el escenario que tienen en frente las fuerzas de Gobierno y el propio Gobierno.

La reunión fue positiva en términos que tuvimos un buen espacio para reflexionar y hacerlo con toda la transparencia y la franqueza necesaria para evaluar un proceso electoral que, sin duda, se dio en un contexto complejo, de una crisis general no sólo por el Caso Monsalve, sino de descrédito del mundo político, del mundo judicial, con casos gravísimos como el de (Luis) Hermosilla, Marcela Cubillos, las acusaciones constitucionales contra una jueza y jueces de la Corte Suprema, y varios otros temas. En ese marco tuvimos una evaluación positiva en cuanto a que allí donde se fue en unidad y se respetó esa unidad, donde se trabajó unitariamente, el resultado en términos generales fue bueno. Al mismo tiempo quedó en evidencia lo grave que significa el quiebre de la unidad, donde se levantaron candidaturas alternativas, donde hubo partidos que no apoyaron a los candidatos acordados, eso tuvo un costo y se evidencia mucho en el caso de los gobernadores, las candidaturas alternativas presentadas por algunos sectores como en Los Lagos, Valparaíso y la Región Metropolitana, terminó afectando la posibilidad de elegibilidad en primera vuelta, y ahora la situación se puso difícil para la segunda vuelta. Dados los resultados sabemos que enfrentamos un panorama complejo para la segunda vuelta de gobernadores y se puso entonces el acento en la necesidad de un trabajo muy intenso, sostenido y, sobre todo, unitario, con participación de todos los partidos. Y, por otra parte, se puso la mirada en avanzar con la agenda legislativa, sabiendo que es una agenda que tendrá muchas dificultades para avanzar en la dirección que queremos, por la presencia de una derecha muy obstruccionista enclavada en el Parlamento, que sabemos que durante este año hará todo lo posible por negarle la sal y el agua al Gobierno, por impedir el avance de las reformas, aun cuando eso signifique el deterioro de las condiciones de vida de la gente o un no mejoramiento de esas condiciones. Pero se tomó la definición de avanzar con fuerte resolución en los proyectos relevantes, como reforma de pensiones, fin del CAE (Crédito con Aval del Estado), “deuda histórica” del magisterio, reforma a la salud, proyecto de ley de Inteligencia y otros que están en el Congreso.

Frente a todos estos temas, la gente está observando, escuchando. ¿Se está pensando en cómo hablarle mejor a la ciudadanía, explicar mejor las situaciones, sacar un poco la conversación de ámbitos políticos e institucionales y buscar mejores canales hacia el pueblo, en Santiago y en regiones? Sobre todo la gente quiere saber de soluciones a sus problemas, sus demandas.

Aun siendo parlamentario, estoy convencido de que las grandes transformaciones de un país no se logran por la sola acción legislativa, es importante, pero en la medida que vaya acompañada de una fuerte movilización y presión social. Un ejemplo claro es lo que pasó esta semana con la Ley de Fraccionamiento donde se logra su aprobación con condiciones mucho más favorables para la pesca artesanal, luego de un largo proceso de movilización, de involucramiento, de presión, por parte de las organizaciones territoriales de los pescadores artesanales, que el día de la votación estaban por miles afuera del Congreso. Si queremos avanzar con la reforma de pensiones, necesitamos un movimiento ciudadano vivo, activo, si queremos avanzar en la ley de aborto en diciembre, si queremos avanzar en el proyecto del fin del CAE, se requiere de movilización estudiantil, feminista, ciudadana. El acuerdo al que se llega por la “deuda histórica”, no me cabe duda de que es el resultado de un impresionante activo de las profesoras y profesores, sus movilizaciones, que durante años marcharon, estuvieron frente a La Moneda, incluso en estas semanas, y estuvieron exigiendo, presionando, levantando la voz por el derecho a recibir una compensación por la deuda histórica”. Por eso, el Gobierno debe fortalecer el vínculo con los movimientos populares, con los movimientos ciudadanos, territoriales, con el mundo de las organizaciones ciudadanas. El resultado que se obtuvo en Puente Alto, el gran triunfo de Matías Toledo, muestra claramente que quienes están vinculados, enraizados con su gente, con su territorio, obtienen un claro triunfo. Esta elección nos muestra que la gente votó consciente, sabiendo lo que estaban votando, al menos en términos generales. Castigan a Marcela Cubillos, cuando ella creía que no le iba a pasar nada, apoyan a Toledo y rechazan la candidatura impostada de Karla Rubilar, no se da el respaldo que esperaban los Republicanos, todo son señales muy importante que hay que tomar en cuenta. El triunfo de Ítalo Bravo en Pudahuel, de Tomás Vodanovic en Maipú, y muchos otros casos en regiones que reflejan que hay candidaturas generadas desde los territorios, desde los movimientos sociales y populares, con las que se obtienen importantes avances.

De improviso pareciera que el Gobierno y el oficialismo no tienen control de la agenda, o no logran instalar una preponderantemente propia. ¿Hay que hacer un esfuerzo en eso?

Sí, es necesaria una agenda política más marcada, más vinculada con las necesidades concretas de la gente. Hay muchas demandas pendientes que se expresaron en el estallido del 2019 que no han sido respondidas todavía. Eso requiere de una agenda política que no puede estar dependiendo de un cuidado extremo de los índices macroeconómicos, que siempre son importantes, tiene que haber una mirada puesta en la vida real y cotidiana de las familias y en responder a las necesidades ciertas que tienen. No se trata sólo de comunicar de manera diferente, sino también de poner el énfasis y las prioridades en esa dirección. En varios de los proyectos que el Gobierno está impulsando eso está presente, pero tenemos que fortalecer esa dirección, esa comunicación.

Esta semana y fin de semana siguieron produciéndose hechos noticiosos en torno del Caso Monsalve, parece que no acabará muy pronto que sigan saliendo antecedentes. ¿A quince días del episodio, crees que el Gobierno actuó bien política y comunicacionalmente?

Yo creo que el Gobierno es el primer interesado en que este caso se esclarezca totalmente y se sancione a quienes sean responsables. Me parece que hay dos principios que han guiado la política del Gobierno: la transparencia total y lo vimos en ese larguísimo punto de prensa del Presidente (Gabriel Boric), que se podrá discutir si estuvo bien hecho o estuvo mal, pero creo que el ánimo estuvo en la transparencia; y el principio de igualdad ante la ley, que se refleja en las acciones que han tenido el Presidente y las ministras. Las acusaciones que hubo hacia el Gobierno, pretendiendo acusarlo de ocultar información, de manipular información, de estar protegiendo a alguien, son absolutamente infundadas y son muy perversas, de muy mala leche. Nadie podría pensar que el Presidente Boric pudiera pretender una acción encubridora de un delito tan grave que él ha condenado desde el primer minuto. Pueden haber ocurrido errores comunicacionales, si uno mira con el espejo retrovisor podría decir que algunas cosas se pudieron hacer de otra manera, no me parece bien que Monsalve haya renunciado desde el centro de La Moneda, que haya declarado en ese lugar su inocencia, en fin, hay cuestiones que pueden ser claramente criticables, de forma, pero en cuanto a la cuestión de fondo por parte del Gobierno, de condenar inmediatamente el hecho, de poner en el centro la protección de la víctima y el esclarecimiento de la verdad, soy de quienes opinan que el Gobierno actuó correctamente. Lamentablemente hubo de parte de la oposición y a veces de algún fuego amigo, un intento de aprovechamiento político que sobre todo en un caso así de grave, es inaceptable.

Se ha hablado mucho del Gobierno en esta coyuntura, ¿pero qué crees que deben hacer los partidos, un ajuste, una rediseño, un mejor ordenamiento?

Es que, sin duda, estamos viviendo una crisis institucional, algo que ocurre hoy en todo el mundo, donde instituciones del Estado están en entredicho, instituciones del Poder Judicial, de la policía, de las Fuerzas Armadas, del mundo deportivo, del mundo político entre otros. Esa crisis institucional está presente en los partidos políticos, se expresa como una fragmentación, como una dificultad de converger en torno a miradas comunes, a acuerdos que se mantengan y se respeten. Uno mira al Congreso y ve la cantidad de diputadas y diputados que renuncian a los partidos y quedan como independientes o se traspasan a otro partido, son cosas que te hablan de una desestructuración muy grande. Frente a eso no hay soluciones parche, no se arregla con la modificación de una ley, tiene que ver con una reflexión profunda sobre cuál es el rol de los partidos políticos, los que me parecen fundamentales en una sociedad para configurar propuestas en una dirección o en otra. Hoy es necesaria una reflexión al interior de todos los partidos, pero también contar con una institucionalidad que ayude a que los partidos no terminen siendo en muchos casos unas Pymes que buscan aprovecharse para beneficio interno y personal, más que ponerse al servicio del mejoramiento de vida de la gente. Entonces sí, hay un tema que está pendiente y que trasciende la situación política actual y específica en nuestro país.

¿Específicamente, no debe mejorar la conversación entre los partidos oficialistas?

Claro, el gran llamado que se hizo en la reunión de Cerro Castillo, repetido por todos, es que necesitamos un mejor diálogo entre los partidos. La unidad no es una unidad exclamativa, de palabra, sino que se expresa en acciones, en que cuando llega el momento de los acuerdos electorales se considere la valoración del conjunto por sobre el interés individual, eso requiere un mayor y mejor diálogo, requiere una convergencia y también requiere por parte de los partidos una definición clara sobre cuál es el proyecto al que se adhiere. No podemos proyectar el futuro de las actuales alianzas en el oficialismo, sólo en base a un cálculo electoral y a la búsqueda de uno u otro nombre para candidaturas. Es fundamental poner al centro una propuesta programática, un para qué, hacia dónde queremos avanzar. En ese sentido, el diálogo real, sincero, profundo entre los partidos es fundamental.

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