El 6 de octubre, la Tercera Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia hizo una parada en las evocadoras Ruinas de Copán, en Honduras, un sitio arqueológico lleno de significado histórico y cultural. Los miembros del equipo base, procedentes de diversas partes del mundo, reafirmaron con fuerza su mensaje de paz, solidaridad y respeto por los derechos humanos, eligiendo una vez más un lugar emblemático de la civilización humana como marco de su compromiso.
Este evento rememora la Primera Marcha de 2009, cuando se colocó una placa conmemorativa en Copán para marcar el vínculo entre la lucha por la noviolencia y la memoria histórica. Hoy, al igual que entonces, la Marcha busca promover una transformación profunda y simultánea tanto del individuo como de la sociedad, a través de un llamado universal a la noviolencia.
Los participantes, hombres y mujeres unidos por un ideal común, subrayaron con urgencia la necesidad de construir un futuro libre de guerras y opresiones. Los marchistas recordaron que el ser humano es un ser histórico e intencional, capaz de moldear su propio destino y el mundo que lo rodea.
La Tercera Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia representa así un camino hacia la liberación de la opresión y el sufrimiento, poniendo en el centro el poder del individuo para ser artífice del cambio que desea ver en el mundo.