por Mabel Severich Larrea
En un país marcado por estructuras patriarcales profundamente arraigadas, Claudia Sheinbaum se ha alzado como una de las figuras políticas más relevantes de México, rompiendo barreras y desafiando estereotipos que durante generaciones han limitado a las mujeres en el poder. Científica de formación y la primera mujer elegida para gobernar la Ciudad de México, Sheinbaum representa un liderazgo que combina pragmatismo técnico, sensibilidad social y una resiliencia inquebrantable que ha definido cada paso de su trayectoria pública.
Claudia Sheinbaum asumió la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en 2018, luego de su desempeño como delegada en Tlalpan, donde destacó por su compromiso con la transparencia y el apoyo a los más vulnerables. Durante la pandemia de COVID-19, su liderazgo proactivo y su sólida formación científica se hicieron notar, implementando medidas de salud pública basadas en datos y una comunicación clara y empática con la ciudadanía, buscando siempre proteger a los más vulnerables.
A lo largo de su gestión, Claudia Sheinbaum ha impulsado políticas sociales inclusivas, siempre con la mirada puesta en mejorar la calidad de vida de los sectores más desfavorecidos y reducir la desigualdad. Su cercanía con el hoy, ex presidente Andrés Manuel López Obrador la ha consolidado como una figura esencial de la llamada Cuarta Transformación, siendo una líder que ha promovido la sororidad y el avance colectivo de las mujeres en la política.
Lo que verdaderamente define el liderazgo de Claudia Sheinbaum es su capacidad de desafiar estereotipos sin perder su autenticidad. En un contexto donde la firmeza de las mujeres se suele juzgar con dureza —etiquetándolas de «agresivas» o «autoritarias»—, Sheinbaum ha demostrado que esta cualidad no es un defecto, sino una virtud esencial para quienes asumen responsabilidades de poder. Entender que ser fuerte, asertiva e incluso “ruda” es, en muchas ocasiones, necesario para enfrentar los retos del liderazgo político, ha sido clave en su trayectoria.
Al mismo tiempo, ha logrado mantener un equilibrio que le permite ser empática y cercana, demostrando que se puede ser una líder técnica y pragmática sin dejar de ser humana y sensible a las preocupaciones de la gente. Su carrera es, en muchos sentidos, un testimonio de la fuerza de la autenticidad y del reconocimiento del valor de todos estos rasgos, frente a las expectativas contradictorias que la sociedad impone sobre las mujeres en el poder.
Para muchas mujeres latinoamericanas, la figura de Claudia Sheinbaum es una inspiración. No solo porque ha llegado al cargo más importante de México, sino porque lo ha hecho sin renunciar a su esencia, demostrando que el liderazgo femenino no tiene que encajar en moldes tradicionales. En un contexto latinoamericano donde el machismo y el patriarcado aún dominan gran parte de la vida pública y privada, su ejemplo es un recordatorio de que la resiliencia, la capacidad de adaptación y la autenticidad son claves para derribar barreras y abrir el camino hacia un futuro más justo y equitativo.
Hoy la historia de México se escribe con A mayúscula.