Algunas expresiones de la crisis civilizatoria tienen que ver con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la deforestación y el cambio de uso de la tierra, la alteración de los ciclos de nitrógeno y fósforo, la contaminación química y los plásticos (tanto macro, micro y nanoplásticos), la crisis del agua, la acidificación de los océanos, entre otros. A ello se suma una profunda crisis política en la que las fuerzas ultraconservadoras están ganando terreno ante los fracasos de propuestas que en teoría eran más humanas.

Por: Rodrigo Arce Rojas*

El Geobiohumanismo es una forma de plantear un humanismo renovado para ampliar a todas las especies en el planeta en reconocimiento de la condición de cohabitantes de la tierra en busca del florecimiento continuo en perspectiva de bioética cultural. Esto implica reconocer grandes brechas tanto para el bienestar humano como para el bienestar con los ecosistemas y las especies.

Dada la gravedad de la crisis civilizatoria, es importante superar un antropocentrismo exacerbado que ha llevado a la actual situación, al colonialismo que subordina las maneras de pensar, ser y actuar en la lógica del dominio del capital que ha llevado que todo se exprese y se trate en términos de capitales sustituibles, al especismo tanto humano como a las especies compañeras que ha llevado a tantos procesos de opresión y exclusión, al patriarcado que ha llevado a que se subordine los aportes de las mujeres al florecimiento de la vida.

Es por ello la necesidad de generar apertura, en primera instancia a enfoques biocéntricos, ecocéntricos, geocéntricos y cosmocéntricos, y en segunda instancia a la celebración, exaltación y respeto de la vida en todas sus manifestaciones. La apertura hacia enfoques más biocéntricos, ecocéntricos, geocéntricos y cosmocéntricos no implica de ninguna manera subestimar la importancia de la atención a los humanos reconociendo que hay muchas brechas aún dentro de la propia humanidad. Por ello es fundamental seguir apostando por el ejercicio pleno de los derechos humanos. A lo que se añaden ahora los derechos de la naturaleza y cuya integración constituyen los derechos bioculturales.

Procesos políticos, históricos, económicos han llevado a que algunos pueblos busquen el poder y la acumulación mediante el dominio bélico, social o simbólico sobre otros pueblos considerados inferiores, incluso subespecies o infrahumanos. Ello justificó las conquistas, la colonización, la esclavitud, el despojo de las riquezas dando como resultado un mundo fuertemente desigual en el que hay grupos de países considerados desarrollados y otro gran grupo de países considerados como atrasados. Pero la riqueza de algunos se ha realizado a costa de la pobreza de los otros.

En gran medida la causa central de la crisis civilizatoria se debe a un sistema económico globalizado y se encuentra ubicua y poderosa, aunque muestra la paradoja de revitalización y crisis a la vez. La actual crisis civilizatoria demuestra, tal como lo menciona Carlos Maldonado (2020), que Occidente es una civilización que nació enferma, pero que a la vez existen indicios de una nueva civilización. De ello dan cuenta las multitudes dispersas en el globo que van generando alternativas al desarrollo como propuestas del Buen Vivir, la vida plena, la vida bonita, la vida sabrosa, el decrecimiento, las ecoaldeas, las luchas por transiciones justas, las luchas por la renta básica universal, la ciencia lenta, los derechos de los animales, el animalismo, el veganismo, entre otras que se despliegan desde los sures políticos. (En los nortes geográficos también hay sures políticos).

Plantear una perspectiva de Geobiohumanismo plantea diversos desafíos. Uno de ellos implica dar respuestas a aquellas propuestas que señalan que si aún no se ha acabado con las injusticias humanas cómo se podría hablar de ampliación de la comunidad moral a todos los seres vivos. No es un tema de exclusión o de polarización, tanto la orientación hacia el bienestar humano como la orientación al bienestar de los ecosistemas son importantes y ambos merecen ser atendidos. Más aún si la vida silvestre y los animales domésticos han sido relegados desde siempre y de ahí que haya movimientos de justicia ecológica se han empezado a activar. Por supuesto que es importante continuar, como ya se ha mencionado, con la lucha por una vida humana digna (pero no a costa de las especies compañeras). Todavía duele la guerra hecha cotidianeidad, las dictaduras que aplastan los derechos humanos y cercenan los futuros.

Hay consciencia que la población crece exponencialmente, y por tanto las necesidades de alimentos y otros bienes importantes para el bienestar humanos también se incrementa sustancialmente. Es necesario por tanto asumir este importante desafío sin que signifique la profundización de la crisis actual. Existen importantes aproximaciones desde el territorio, los paisajes, la agroecología, los sistemas agroforestales, la agricultura y la ganadería regenerativas, las ciudades sostenibles, las transiciones justas, entre otras que dan luces para atender las necesidades humanas tomando en cuenta relaciones de respeto con la naturaleza. Aunque en la mayoría de los casos constituyen situaciones aisladas, dispersas, es necesario rescatarlas y hacerlas visibles y valoradas. No es posible resolver los problemas de siempre con las mismas herramientas que las generaron, como decía Einstein, pues se requiere una visión de innovación transformadora.

Un reto que no se puede soslayar se refiere al avance vertiginoso de la tecnociencia y especialmente las referidas a la inteligencia artificial que constituye una gran oportunidad para expandir las capacidades humanas pero a la vez genera temores por las consecuencias que ni siquiera se puede anticipar. Depende de cómo se asuma la tecnología si es para ser más respetuosos o continuar efectivamente agresivos con el ambiente. Cómo domesticar este proceso de tecnologización sin que por ello la humanidad termine deshumanizándose más.

La crisis civilizatoria no solo afecta al ser humano si no a la vida en general. Incluso el planeta puede arreglárselas por sí mismo pero no el ser humano quien es altamente dependiente del planeta. Eso tiene una implicancia directa y es que la apuesta por una utopía que le dé sentido a  la existencia humana tiene que ver directamente con el cohabitar tanto entre humanos y los no humanos (mejor llamados, más que humanos, otros-que-humanos).[1] Muchos atributos que antes se pensaba que eran exclusivamente humanos también están presentes visiblemente en algunas especies animales. Así se conoce ahora que no se requiere lenguaje para pensar, como lo demuestra la zoosemiótica y la ecoética. Incluso la sintiencia no está reducida únicamente al hecho de contar con un sistema nervioso central. Eso implica entonces la ampliación de la comunidad moral a toda la especie humana y a todas las especies de la Tierra. Significa recuperar una ética, derechos y justicia biocultural que integre en equidad de condiciones los derechos de los humanos, pero también los derechos bioculturales.  El desarrollo humano no puede seguir haciéndose a costa de la vida de los demás seres de la Tierra. Es lo que se ha venido haciendo como civilización y ha provocado la amenaza a la integridad de la Biósfera. En concreto eso quiere decir la pérdida (exterminio) de biodiversidad. Aunque las extinciones son procesos naturales la extinción en curso, a diferencia de las anteriores, es antropogénica y la intensidad se ha acelerado exponencialmente. Consecuentemente en la imagen utópica esboza una sociedad

  • Que genera y consolida condiciones para que se despliegue el conjunto de capacidades, facultades y potencialidades del ser humano, de manera individual y colectiva, en armonía con la naturaleza.
  • Que genere las condiciones materiales (objetivas) y subjetivas para la celebración y el respeto de toda expresión de vida en la Tierra, superando la visión de la naturaleza únicamente como canasta de recursos, bienes y servicios, insumos, mercancías o capital natural. Ello implica una vida digna para todos los seres vivientes y su felicidad.
  • Que reconociendo la diversidad de historias, de culturas, de creencias religiosas sea capaz del diálogo, la empatía y la solidaridad para hacer frente a los grandes retos y desafíos.
  • Que gestione de mejor manera las energías renovables.
  • En la que se han eliminado las guerras y se ha producido la desmilitarización de los pueblos porque ya no tendría sentido.
  • Que tome en cuenta con el mismo nivel de importancia los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. Esto implica la eliminación de expresiones de racismo, especismo, sexismo, entre otros.

Todas estas propuestas implican:

  • Reconocer que existe una única y sola familia humana y que las expresiones de vida merecen consideración, respeto y dignidad.
  • La reconciliación profunda pasa por reconocer que todos formamos parte del entramado de la vida en el Planeta y que todos necesitamos cuidarnos y protegernos unos a otros.
  • El reconocimiento de la gravedad de la crisis civilizatoria y que todos nos tenemos para revertir la situación. O estamos todos o nos afectará a todos. La esperanza de huida hacia otros confines del universo no es la solución además que, de ser factible, solo sería para unos pocos.
  • La necesaria tarea de imaginar juntos ese futuro de la humanidad en alianza con la Tierra.
  • El despliegue de otras forma de relacionarse como el sentipensar y el corazonar

Referencias

Arroyo, R. (2024). Geobiohumanismo. En Devés, E., Alvarez, S. y Domínguez, C.F. (eds.) Problemáticas internacionales y mundiales desde el pensamiento latinoamericano. Teorías, Escuelas y Redes, Conceptos, Doctrinas. (pp. 301-310). CLACSO. https://repositoriodigital.uns.edu.ar/bitstream/handle/123456789/5240/Dev%C3%A9s,%20E.%20y%20Alvarez,%20S.%20Problem%C3%A1ticas%20internacionales%20y%20mundiales%20desde%20el%20pensamiento%20latinomericano.pdf?sequence=1

Maldonado, C.E. (2020).  Occidente, la civilización que nació enferma. Bogotá, Colombia. Ediciones desde abajo. https://www.academia.edu/44383166/Occidente_la_civilizaci%C3%B3n_que_naci%C3%B3_enferma

[1] Es muy interesante reconocer las diferentes ontologías en la relación sociedad/cultura – naturaleza. Nos queda claro la importancia de las ontologías relacionales, múltiples, el pluriverso. Para trascender el enfoque antropocéntrico se ha planteado otras categorías como el otro-que-humano o más que humano. La humusnidad es un neologismo para reconocer a los humanos, a los otros que humanos que compartimos la Tierra como cohabitantes. “La humusnidad” como concepto integrador que nos recuerda que todos somos Tierra.

(*) Dr. en Pensamiento Complejo por la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin de México. Correo personal: rarcerojas@yahoo.es. ORCID: http://orcid.org/0000-0003-0007-7174

Publicado en: Arce, R.S. (2024). Geobiohumanism as a transformative and regenerative alternative. MedCrave, 7(1), 173-184. https://medcraveonline.com/OAJS/OAJS-07-00231.pdf