El futuro no es sólo lo que ocurrirá mañana: eso es apenas la mecánica del presente. Para la humanidad, el futuro es una experiencia totalmente distinta. En los últimos 2.000 años, hemos desarrollado la mecánica del presente -la tecnología y las condiciones de nuestra existencia- sin una evolución paralela de lo que significa ser humano.

La antigua filosofía griega, que abarca desde el siglo VII a.C. hasta el comienzo del Imperio Romano en el siglo I d.C., dio a luz cinco grandes tradiciones: el platonismo, el aristotelismo, el estoicismo, el epicureísmo y el escepticismo. Pero, ¿somos más humanos que los griegos de hace 3.000 años? A lo largo de la historia, nos hemos dedicado a desarrollar asuntos externos, a menudo inhumanos: cosas materiales, construcciones sociales, sistemas logísticos y luchas por el poder político. Hemos viajado a la Luna, pero ¿registramos realmente la humanidad de esa experiencia? Muchos astronautas regresan transformados, con una visión renovada de nuestra existencia en común. Ron Garan, por ejemplo, habló de la humanidad vivía una «Gran Mentira» en su vídeo «Fui al espacio y descubrí una enorme mentira» (I Went to Space and Discovered an Enormous Lie).

Ahora, nos hemos vuelto tan expertos en modelar el presente que puede que hayamos descubierto una forma de hacerlo sin humanos en absoluto. La Inteligencia Artificial (IA) es una máquina que aprende de lo que no es humano, liberándonos de innumerables tareas mecánicas. Hemos llegado a un punto en el que podemos liberarnos del condicionamiento «natural y repetitivo» y entrar en el espacio de la energía libre, el espacio de la aspiración profunda y el verdadero futuro.

El futuro está a punto de dar un salto en nuestra humanidad, tirando de nosotros hacia una dirección desconocida en la que nos convertimos en mejores seres humanos, más creativos y más capaces de transformar las condiciones actuales.

¿Qué provoca el cambio en nosotros? ¿Es el amor una experiencia exclusivamente humana? ¿Cómo desarrollamos el amor y cómo lo ampliamos? No hablo del amor a los animales, a una nación, a Jesús o a la naturaleza. Hablo del Amor con mayúsculas: el amor a la propia humanidad. Esta es la verdadera pregunta: ¿Eres capaz de ampliar el amor incondicional que sientes por tus hijos y tu familia para incluir al resto de la humanidad?

Nuestro futuro depende de tu respuesta. Si tu respuesta es no, entonces tiene sentido todo lo que está ocurriendo hoy: guerras, violencia y la destrucción que apunta a la desaparición de la experiencia humana. Pero si tu respuesta es sí, acabas de definir tu futuro: trabajar para expandir tu amor incondicional por la humanidad, desarrollar y transformar los condicionamientos personales y sociales de nuestra situación actual, y ayudar a mover nuestra sociedad prehistórica para que se convierta en la primera verdadera civilización humana. Y amigos míos, no hay mejor dirección de vida que esa.