Un poeta en la estrategia
En un evento íntimo, por lo entrañable del lugar y por lo estrecho de las amistades convocadas, varias decenas de personas acompañaron a Juan Manuel Roca Vidales (Medellín, 1946) en una charla para celebrar su vida y su escritura.
El que dicen es el mejor poeta vivo de Colombia recibió un merecido homenaje en la Casa de la Estrategia en Bogotá por parte de amigas, familiares, colegas y entusiastas de la poesía y de su obra. Roca es una de las plumas más poéticas, aunque no defienda la rima, sagaces y críticas del panorama literario colombiano de los últimos cuarenta años.
Durante el encuentro, el poeta espantapárrafos, adjetivo que da nombre a la librería que regenta junto a Rocío Gutiérrez, conversó con el periodista Ricardo Rondón y con la escritora María Alicia Cabrera. Poeta, narrador y periodista, Roca coordinó y dirigió el Magazín dominical del periódico El Espectador durante diez años y estuvo al frente, a lo largo de cinco lustros, del taller de poesía de la Casa de Poesía Silva en Bogotá. Es doctor honoris causa por la Universidad del Valle (1997) y por la Universidad Nacional de Colombia (2014).
Ha sido galardonado, entre otros premios, con el Nacional de Poesía Universidad de Antioquia (Medellín, 1979), el Nacional de Periodismo Simón Bolívar (Colombia, 1993), el Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura (Colombia, 2004), el José Lezama Lima de Casa de las Américas (La Habana, 2007) o el Casa de América de Poesía Americana (Madrid, 2009).
Autor de más de treinta libros entre poesía, narrativa y ensayo como: Memoria del agua, Luna de ciegos, País secreto, Ciudadano de la noche, Pavana con el diablo, Tertulia de ausentes, Esa maldita costumbre de morir, Las hipótesis de nadie, Biblia de pobres, Las plagas secretas y otros cuentos, Pasaporte del apátrida, Tres orillas en busca de un río, El beso de la Gioconda, Silabario del camino. Poesía reunida 1973-2014 y Libro de los encuentros.
Gracias a que traicionó al fútbol llegó a César Vallejo y a la poesía. Roca es un poeta genial e inclasificable que respeta la rima y la métrica, pero odia la declamación y que piensa en imágenes y atmósferas para escribir. Sus textos diseccionan la realidad de su país y del mundo desde la ironía y con una mirada crítica. Afirma, con seguridad y una sonrisa, que los poetas ´viven de milagro`, que es un defensor de la dictadura del ´poetariado` y que vive en la nostalgia, entre la Soledad (barrio bogotano) y el recuerdo.
Para finalizar la tertulia leyó algunos de sus poemas, cerrando con el titulado “al pobre diablo” que reza así:
“Al hombre anclado en la esquina del olvido, al hombre escupido por viejos matones de barriada / Al jubilado de sí mismo, al muchacho humillado que se esconde detrás de su acuosa mirada
Al que estorba en la fiesta de los audaces, a los que no han tenido oficio conocido y no podrían balbucir el retrato hablado de su madre / A los que siempre parecen estar en otra parte, al que escapa de las miradas cuando lo buscan en el parque como pasto de burlas
Al confinado al cepo del silencio en la ronda nocturna de los sabios, al que tartamudea como una vela encendida / Al que está a punto de abrir la puerta de emergencia que conduce a un pasadizo de ingreso al otro mundo
A la oveja negra de la familia que picotea fármacos y grageas para intentar espantar la jauría de sus miedos / Al sumo sacerdote de la religión de las derrotas, a los despreciados por sus espejos, al que prefiere ser prófugo de su cuerpo antes que ser su propio carcelero
A los que ignoran qué responder cuando preguntan “¿quién anda por ahí?”, al que “le daban duro con un palo y duro también con una soga” / Al que cambiaría el becerro de oro por una charla con parias y tenderos, al aturdido, al turulato, al pestífero que pregunta en qué lugar queda la vida
Al incierto cuya sombra cojea más que su cuerpo, a los que han sido más pateados que el balón de una escuela, al sospechoso de todas las aduanas por su morral lleno de vacío / Al que no logra ser jinete de sí mismo, a los que ejercen el papel de niños clandestinos y solo juegan cuando no los obligan a mendigar
Al hereje hecho a imagen de nadie, a los abucheados por la multitud en un país de dioses abolidos / A los que desafinan en el coro, al que suena como el platillo de una batería que cae en el silencio de un velorio
Al imprudente que no espera a que el flautista de Benarés duerma la cobra para mirarla a los ojos / Al hombre de cristal que atraviesa en medio de una pelea entre dos bandos de picapedreros
A los desobedientes que quisieran confinar en un rincón del museo del olvido, al que nadie espera al regreso de la guerra / A los que desalojan de su casa y luego expulsan para siempre de su cuerpo, al espantapájaros burlado por el cuervo
Al portavoz de sí mismo que odian los feligreses de todos los partidos, al que conducen a la comisaría mientras grita que la civilización es “puta, vieja y desdentada” / Al que jugó su corazón y se lo ganó la violencia, al que intenta dormir “en la carreta que lo conduce de la cárcel al patíbulo”
Al perseguido que pretende esconderse en el poema de un gitano y al gitano que pretende esconderse tras la sombra de un violín / Al impulsado a la plaza del escarnio, al asediado por la jauría de Salieris de parroquia que le ladran a su sombra
Al calumniado por los sacristanes de la envidia que lo maldicen en la lengua de los muertos / A los que no extienden su sombrero para pedir migajas de milagro, a los que están en la mira de los hacedores de villanos en los diarios y en las redes policiales
Al que solo conoce la lengua del silencio, al que llevan al tribunal por negarse a vestir el uniforme de la muerte / Al que devela la miseria que ocultan los himnos, a los hombres acosados que sospechan que todas las ventanas del mundo están a punto de saltar al vacío
A los desplazados y sus muros de aire, al boxeador que cae a la lona sacudido por un gancho… de derecha / A los locos del pueblo que cruzan enfundados en una capa de harapos como reyes miserables
Al músico envuelto en un gabán raído al que le indican los empresarios la puerta de servicio del lento salón de baile / Al que se niega a escuchar el canto de los vendedores de humo, al gato escaldado por el carnicero, al caballo espoleado por el miedo
Al sin suerte que practica el tiro al blanco y siempre atina en el centro del error, al niño solitario que espía la vida a través de los cerrojos / Al aguafiestas. Al que llega tarde a su propio velorio. A los poetas enjaulados por todos los tiranos.
Les dedico esta ronda de palabras sin blasones: algo de ellos convive sin remedio en mi pellejo”.
Tras la lectura, se celebró la poesía y la vida obsequiando al homenajeado con una caricatura suya titulada ´el espantapárrafos` y al público con ejemplares de algunos de sus libros.