En medio de una grave crisis energética y de seguridad, que pone en riesgo la reelección del actual Presidente Daniel Noboa, candidato de las élites, el país recibió con sorpresa la semana pasada la intervención directa del Embajador norteamericano en Ecuador, quien hizo pública la declaración del Departamento de Estado de negar el ingreso a los EEUU de los ex mandatarios Rafael Correa y Jorge Glass, “debido a su implicación con actos significativos de corrupción durante su ejercicio como funcionarios públicos” (09/10/204).
Un capítulo más del ‘lawfare’ extendido contra el ex presidente y su Vicepresidente, actualmente cercado en prisión, luego del asalto policial a la Embajada de México en Quito, en abril pasado. No es una coincidencia esta intromisión extranjera, en momentos en que la candidata del progresismo, Luisa González, lidera la preferencia en las encuestas, las mismas que muestran una caída en la aceptación de la gestión del gobierno, a pesar de la campaña mediática montada para mostrarle como símbolo del conflicto armado contra el crimen organizado.
No ha sido suficiente el apoyo incondicional de los medios de comunicación corporativos para sostener la imagen del “muñeco de cartón”, hijo de la mayor riqueza del país, deudora al Estado de más de ciento cincuenta millones de dólares. Los esfuerzos del poder de los medios por crear ídolos no son suficiente, puesto que se desgastan rápidamente dando paso a una “sociedad de la desconfianza”, ante la realidad cruda que se impone frente al cinismo como política.
La realidad es que la inseguridad y la violencia no muestran signos de disminución, a pesar de la propaganda oficial. Los hogares y empresas sufren cortes del servicio eléctrico hasta de diez horas diarias, sin reconocer la responsabilidad de los tres últimos gobiernos neoliberales por el incumplimiento del compromiso constitucional de “asumir el control y el manejo de los sectores estratégicos”, incluyendo el sector eléctrico (art.312 y 313).
“Estamos cosechando los que es la improvisación, la mediocridad y el dogmatismo neo liberal, que quiere vender la idea de que hay que privatizar el sector eléctrico para resolver los problemas”, afirma Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente (Radio Pichincha, 15/10/204). El hecho es que nos encontramos ante una crisis inducida para privatizar el servicio eléctrico, que triplicará el precio de la energía eléctrica, una “perversa maniobra movida por la indolencia de las élites, la falta de solidaridad y de empatía con los sectores populares” (Palabra Suelta, 11-10-24).
Antes estas condiciones, cada vez crece clamor por un giro civilizatorio puesto que, como afirmó Mircea Eliade, el hombre de las civilizaciones modernas no reconoce otra responsabilidad que la que tiene con respecto a sí mismo y el universo es para él pura y simplemente la suma de las reservas materiales.