El panorama electoral de Túnez se encuentra en una situación tensa y crítica mientras el país se prepara para las elecciones presidenciales del próximo 6 de octubre. La autoridad electoral tunecina confirmó recientemente que solo tres candidatos están oficialmente habilitados para competir, incluyendo al actual presidente, Kais Saied. Esta confirmación llega en un contexto de creciente preocupación por la erosión democrática en un país que, hace poco más de una década, fue símbolo de cambio y esperanza durante la Primavera Árabe.
Entre los candidatos que competirán se encuentran, además del presidente Saied, el empresario Ayachi Zammel y el ex parlamentario Zouhair Maghzaoui. Sin embargo, la situación de Zammel ha generado controversia, ya que fue detenido poco después de ser anunciado como candidato por presunta falsificación de firmas de votantes inscritos. Este arresto ha desatado sospechas de manipulación política, particularmente dado que el tesorero de su antiguo partido político también fue detenido el mes pasado por acusaciones similares.
En un principio, 17 candidatos se presentaron para competir en estas elecciones, pero la lista final se redujo drásticamente a solo tres. La exclusión de varios candidatos notables, como Abir Moussi, líder encarcelada del Partido Destourian Libre, y Abdellatif Mekki, ex miembro del partido islamista Ennahda, ha generado críticas y protestas. La decisión de la comisión electoral de mantener la exclusión de estos candidatos, a pesar de un fallo a su favor por parte del más alto tribunal administrativo de Túnez, ha sido recibida con escepticismo y denuncias de parcialidad.
El presidente Saied ha sido objeto de críticas tanto a nivel nacional como internacional por su enfoque cada vez más autoritario. Desde que asumió el poder, Saied ha suspendido el Parlamento, reescrito la Constitución, y llevado a cabo una serie de arrestos de opositores políticos, consolidando su poder en una nación que en su momento fue el emblema del cambio democrático en la región. Estas acciones han levantado alarmas sobre el futuro de la democracia en Túnez, que parece estar retrocediendo hacia un gobierno más autocrático.
La resolución de la autoridad electoral de excluir a varios candidatos, incluso aquellos respaldados por el tribunal administrativo, ha provocado protestas de organizaciones no gubernamentales y partidos de la oposición. Los manifestantes han expresado su descontento ante lo que consideran un intento de manipular el proceso electoral a favor del presidente en ejercicio. Estas acciones, combinadas con las detenciones recientes y el control creciente sobre las instituciones del Estado, han hecho que muchos tunecinos y observadores internacionales se preocupen por el rumbo que está tomando el país.
A pesar de las críticas y las medidas drásticas, Kais Saied mantiene un apoyo significativo entre la población tunecina. Muchos ciudadanos siguen respaldándolo, atraídos por su retórica populista que denuncia a las élites corruptas y la influencia extranjera. Este apoyo subraya las profundas divisiones dentro de la sociedad tunecina, donde un sector considerable de la población ve en Saied una figura capaz de enfrentarse a los desafíos económicos y sociales que aquejan al país.
A medida que se acerca la fecha de las elecciones, el futuro de Túnez pende de un hilo. La campaña electoral, que comenzará oficialmente el 14 de septiembre, será un test crucial para la democracia tunecina y podría definir el rumbo del país en los años venideros. La comunidad internacional observa con atención, consciente de que el resultado de estas elecciones tendrá implicaciones significativas no solo para Túnez, sino para toda la región.