Con Argentina como aliado, el gobierno uruguayo, que acaba de asumir la presidencia temporal del Mercosur, busca avanzar en los cinco meses que le quedan de gestión en una “modernización” para que los socios puedan negociar acuerdos comerciales de forma individual.
Argentina presentó una propuesta “para dinamizar y flexibilizar estas negociaciones externas”, la cual, “preservando el Mercosur, tiene como objetivo modernizar el funcionamiento del bloque” al habilitar la posibilidad de que “los Estados Parte puedan presentar propuestas de reducción arancelaria y disciplinas de forma diferenciada”.
Esto pondría fin al principio unificador distintivo del Mercosur como bloque, el arancel externo común (AEC), y por ende a una herramienta imprescindible para la aspiración estratégica de un mercado común.
El gobierno de Luis Lacalle Pou, frustrada la posibilidad de negociar bilateralmente con China para firmar un acuerdo de libre comercio, apuesta al Mercosur como plataforma para avanzar en los meses que le quedan de gobierno.
Por su parte, Argentina insistió en el planteo de Uruguay de que miembros del Mercosur puedan negociar de forma individual y que aquellos países que estén dispuestos a abrir nuevos mercados puedan iniciar negociaciones de forma individual o plurilateral. El gobierno derechista uruguayo ya había manifestado su deseo de flexibilizar sus relaciones comerciales, con o sin el bloque comercial.
El Mercado Común del Sur es el principal destino de las exportaciones argentinas al mundo, con 15.091 millones de dólares en 2023 (22,6% del total exportado) y el principal origen de las importaciones con 21.845 millones de dólares (29,6% de las compras al mundo). Además, desde su creación en 1991, las exportaciones argentinas a los socios del Mercosur crecieron un 760%.
En particular, Brasil se ha consolidado como un destino clave para las ventas externas de productos agrícolas de Argentina (trigo, malta, cebada, harina de trigo, leche en polvo, ajos, etc.). En tanto, con ventas externas promedio por 4.200 millones de dólares anuales, el Mercosur es el tercer destino en importancia para los productos agroindustriales de Argentina, el 10% de las exportaciones al mundo.
La posición uruguaya
El canciller uruguayo Omar Paganini señaló: «Queremos que el Mercosur se abra lo más posible» y sincerarlo «puede servir para que China tome decisiones». Consideró que las relaciones con Argentina están «en un muy buen momento» tras la reunión entre Luis Lacalle Pou y Javier Milei.
Uruguay es el gran impulsor de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China. Incluso, la idea de avanzar con negociaciones individuales, sin el acuerdo de todos los Estados miembros, motivó en su momento un cruce con el expresidente argentino Alberto Fernández. Y con la llegada del libertario Javier Milei, Argentina se embanderó detrás del Acuerdo del Mercosur con la Unión Europea.
Este histórico tratado se ha puesto en el foco de atención luego de más de tres décadas de idas y venidas. Durante la última reunión de ministros de Relaciones Exteriores en Uruguay, la canciller argentina Diana Mondino planteó la necesidad de darle más dinámica al bloque de cuatro países, sin contemplar, o siquiera tal vez comprender, que las alternativas propuestas llevarían a su desarticulación y no a su fortalecimiento.
Y presionó para flexibilizar y avanzar con tratados sin el consenso de todos los miembros. La propuesta fue extensiva, no solo limitada a las negociaciones con Europa, aunque buscaron acelerarlas. La propuesta de Argentina consiste en que los Estados miembros puedan dialogar con posibles socios comerciales más allá del formato de acuerdo marco con los cuatro integrantes del organismo.
Cabe recordar que el Mercosur es una unión aduanera integrada por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, además de Bolivia, el último en sumarse como Estado parte. Durante la cumbre de cancilleres en Montevideo, Mondino señaló que el bloque regional “no ha logrado en estos años convertirse en un instrumento de acceso a los grandes mercados externos, sumado a un Arancel Externo Común alto para los estándares internacionales”.
En ese sentido, exhortó que aquellos miembros dispuestos a abrir nuevos mercados, se les permita iniciar negociaciones de forma individual o plurilateral. “Elaboramos una propuesta para la aplicación secuencial de distintas modalidades de negociación, más flexibles, con terceros países o grupos de países”, explicó. Es algo que Mondino ya había planteado en la cumbre de jefes de Estado en Asunción, a la que faltó Milei.
Por cierto, el Mercosur nació con un esquema contradictorio de «regionalismo abierto» aspirando a un esquema destinado a aumentar el comercio entre sus integrantes, pero siempre teniendo claro que el verdadero mercado a conquistar estaba más allá de las fronteras de la región.
Mantiene en general acuerdos de preferencias comerciales (no precisamente de libre comercio), en su mayor parte con países de menor envergadura, a excepción de India. Cuenta con nueve acuerdos de esta naturaleza (firmados con países que representan alrededor del 10% del PBI mundial) mientras que la Unión Europea tiene 47; Chile 31, México 23; Australia y Ucrania 19 cada uno; Canadá 15; Nueva Zelanda 15 y EE. UU. 14.
China y/o la UE
De hecho, Uruguay invitó a China a la última reunión de cancilleres en Montevideo. Los chinos empujan un TLC con el Mercosur. No obstante, Argentina es renuente a firmarlo, ya que el alineamiento de Milei con Estados Unidos desincentiva cualquier acercamiento con Beijing y que la balanza comercial con el gigante asiático tiene nueve mil millones de dólares de déficit, variables que obstruyen ese acuerdo.
En cambio, el gobierno de Milei ve con buenos ojos acelerar el tratado comercial con la Unión Europea. Precisamente, los jefes negociadores del Mercosur y la UE se encuentran reunidos en Brasilia para avanzar en ese sentido: participan sus pares de Brasil, Uruguay y Paraguay junto a Ruppert Schlegelmilch, diplomático alemán representante de los europeos.
Durante la presidencia de Mauricio Macri en Argentina, el Mercosur cerró el Acuerdo con la UE. Sin embargo, los europeos crearon el Pacto Verde el mismo año y pidieron reabrir las negociaciones para avanzar con propuestas de desarrollo sostenible, para poder dar lugar a barreras paraarancelarias discriminadoras y discrecionales.
Y los estados sudamericanos también exigieron poner otros tópicos sobre la mesa de las negociaciones, como derechos de importación, compras públicas, empresas estatales. Son esos los puntos que se discuten ahora en la capital de Brasil.
Los gobiernos de Argentina y Uruguay, agitando la bandera del libre comercio, no parecen contemplar siquiera la existencia en la actualidad de un mundo con creciente proteccionismo de países centrales, tensiones geopolíticas crecientes y mayores asimetrías para los países periféricos. No priorizan la defensa del interés regional, sus habitantes y producciones, sino que propenden a una mayor subordinación y exposición a un mundo peligrosamente desequilibrado.