Alfredo Jalife-Rahme
El mandamás de Meta, después de haber felicitado a Trump por su valentía tras el atentado en su contra, lanza una bomba mediática al exponer dos confesiones tectónicas: 1. Haber estrangulado el asunto delicado de la ‘laptop’ de Hunter Biden, y 2. Haber sido presionado por Kamala y Biden sobre los contenidos del COVID-19.
En medio de la feroz protesta global por la obscena censura a Telegram —con el «secuestro» (según Edward Snowden) de su dueño Pável Dúrov—, cuando arrecia el ataque a la libertad de expresión en Occidente en vísperas de la crucial elección presidencial en EEUU, nada menos que Mark Zuckerberg realizó una confesión ante el Comité Judicial del Cámara de Representantes estadounidense, lo cual puede perjudicar la candidatura de Kamala Harris.
En realidad, hace dos años Zuckerberg admitió que el FBI había presionado a Facebook* para censurar la delicada historia sobre la laptop de Hunter Biden, lo que visto en retrospectiva pudo haber aniquilado la candidatura del hoy presidente Joe Biden, sin contar los relatos cada vez más numerosos sobre el presunto fraude en la elección pasada.
Ahora Zuckerberg envió una carta estrujante al mandamás del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, Jim Jordan —¡Republicano de Ohio!—, donde admite que funcionarios de la Administración Biden «presionaron en forma repetida a Facebook*» para suprimir la información sobre el ya muy polémico COVID-19.
¿Qué se esconde realmente detrás de la pandemia del COVID-19 cuando todavía no se investiga a los biolaboratorios, fabricantes de armas biológicas en Ucrania, presuntamente creados por la pugnaz Vicky Nuland?
Muy tardíamente, cuatro años después y con millones de decesos a cuestas, Zuckerberg confiesa angelicalmente: «Creo que la presión del Gobierno (de Biden/Harris) fue errónea y lamento que no hayamos hablado más al respecto».
Como si lo anterior fuera poco, Zuckerberg añade que Meta/Facebook* nunca debió haber censurado el relato del New York Post sobre la laptop de Hunter Biden, que contenía datos cruciales que hubieran descarrilado la candidatura de su padre Joe Biden sobre sus pecuniarias tratativas subterráneas con Ucrania.
Zuckerberg justifica su censura, que visto en retrospectiva definió la elección pasada de EEUU —y quizá hasta de la bifurcación de su destino histórico—, de que «el FBI le advirtió que se trataba de una operación de potencial desinformación rusa(sic) sobre la familia Biden y Burisma en medio de la elección del 2020».
Cabe recordar que Burisma fue una gasera ucraniana, hoy disuelta después de tantos escándalos, que lubricó las andanzas de Hunter Biden para su protección mafiosa.
Por lo visto, el Zuckerberg de hace cuatro años no es el mismo de hoy cuando confiesa que «el reporte sobre la desinformación rusa no fue real» y se lamenta que «en retrospectiva no debimos haber degradado el relato» de la laptop de Hunter Biden. De hecho, Zuckerberg regaló indirectamente la Presidencia a Biden.
Trump aprovechó la ocasión y comentó en un mensaje que «Zuckerberg admitió que la Casa Blanca empujó a la supresión del relato de la laptop de Hunter Biden (¡y mucho más!)» y saca su conclusión de que «la elección presidencial del 2020 fue fraudulenta».
La confesión de Zuckerberg no es menor debido a la enorme influencia que ejerce en la opinión pública.
Meta* constituye el conglomerado de Facebook/Instagram/WhatsApp con un alcance respectivo de: 2.900 millones; 2.400 millones, y 2.700 millones. Específicamente en EEUU, el alcance de Facebook es de 193,8 millones.
Hoy se infiere que la confesión tardía de cuatro años de Zuckerberg significa un golpe severo a la aspiración de Kamala quien, a mi juicio, ya tocó su plafón de popularidad (muy inflada por Hollywood, los pletóricos donativos multimillonarios de los Super-PAC y las encuestadoras a modo) y ahora empezará a ser motivo del escrutinio y de otras «confesiones» de otros actores que afectarán su crecimiento fenomenal en solo un mes, después del golpe de Estado que le propinaron George Soros/Obama/Nancy Pelosi al hoy desechable presidente Joe Biden.
Más allá de sus tardías confesiones, basta con que Zuckerberg sea neutral —lo cual ya no lo es después de su carta al Comité Judicial de la Cámara de Representantes— para afectar a la candidata presidencial del Partido Demócrata que contaba con el apoyo irrestricto de las redes sociales y los multimedia que controla en forma increíble.