Hago uso de la palabra ante muchos especialistas en la cultura china. No tengo la intención de narrarles algo nuevo sobre esta cultura. El tema de mi intervención será el dialogo de los grandes mundos de cultura y lo que hemos escuchado y podremos escuchar de la gran cultura del Lejano Oriente.
Para esclarecer mi punto de vista voy a añadir que comúnmente pienso en categorías de grandes mundos de cultura: mundo cristiano, mundo islámico, mundo hinduísta-budista de Asia del sur y mundo del Lejano Oriente, que se .caracteriza por la presencia de las ideas de Confucio y del budismo.
En el siglo XIX parecía que el proceso conduciría a la igualación simple, que el modelo europeo se convertiría en proceso universal. Sin embargo el mismo proceso de asimilación de la cultura europea comenzó a dar resultados paradójicos. Hasta entonces en Rusia se idealizaba, por decirlo así, la asimilación de la forma europea de novela, y cuando en la obra de Turgueniev se logró la perfección próxima al molde francés, inmediatamente aparecieron Tolstoy y Dostoievski que han roto esta perfección, han creado nuevas formas, presentando en el mundo europeo el sentimiento ruso de abismo.
Contrapusieron a las formas conclusas de Europa la forma inconclusa rusa, la apertura rusa ante cuestiones sin solución y con esto conquistaron a Europa. De este modo, la europeización de Rusia se transforma en el dialogo de Rusia con Occidente. Lo mismo ha sucedido con India y con el Japón. Precisamente los pensadores indios educados de un modo europeo, tales como Vivekananda, Aurobindo y otros crearon la imagen de la cultura india en Occidente, así como los japoneses educados a la europea transmitieron a los europeos y americanos su fidelidad al zen budismo.
El interés hacia el Oriente se reforzó bruscamente después de las guerras mundiales. Ahora, -después del peligro de la noche atómica que se cernía sobre nosotros-, la primera guerra mundial no parece tan terrible, pero para los contemporáneos fue una catástrofe moral. Se vinieron abajo las ideas acerca de la superioridad de la civilización occidental, y el libro de Oswald Spengler «La Decadencia de Occidente» se convirtió en un libro que se reeditaba permanentemente. El libro apareció en 1918, y los traductores de este libro al ruso lo denominaron «El Ocaso de Europa». En 1922 era difícil comprender que significaba «círculo cultural», algo que abarcaba países tan lejanos como Francia y Nueva Zelandia. Pero Spengler no pensaba en categorías periféricas sino culturales, y para él, Occidente era el cuerpo cultural integral.
En 1922 se publicó el libro de Martín Buber «Yo y Tú», que determinaba la crisis de Occidente como pérdida de las «relaciones Yo- Tú» y como agresión de la relación “Yo-ello» (comparar con las palabras de Bazarov: «La Naturaleza no es un templo sino un taller» y la película de Tenquiz Abuladze «Confesión»). Gabriel Marcel consideró esta tesis de Buber como una revelación, como un descubrimiento igual al descubrimiento de Copérnico. Según sus palabras, la concentración en «Ello» conduce a «un desarrollo tecnocrático cada vez mas terrible para la integridad del ser humano y peligroso incluso para su existencia física». La división común en sujeto y objeto encubre un peligro, nos empuja a examinar el mundo como conjunto de cosas en el cual no cabe el espíritu, y de este modo priva al espíritu de sostén en la realidad.
Más tarde Marcel desarrolló esta idea contraponiendo «tener» y «ser». Al aspirar a tener, el ser humano divide el mundo en objetos y aprende a mirarse a sí mismo como un objeto, como un átomo aislado, para el cual el Universo entero es una abstracción vaga. El «tener» es analítico, se puede calcular cuantas cosas tiene un ser humano, cuanta tierra, cuanto dinero. «Ser» es indivisible, no se puede estar preñada a medias, o en un diez por ciento. No se puede ser ilustrado a medias. O Uds. han pasado el umbral o no. En términos de ortodoxia, no es posible salvarse a medias, y a medias estar en el infierno. El crecimiento de la conciencia analítica rompe la unidad del ser. Adonde conduce esto en el mundo síquico lo ha demostrado Erich Fromm. Posiblemente el lector recuerde la contraposición de la idea de “Dios-hombre” a la idea del “hombre-Dios” que ha sido considerada por Dostoievsky y que ha sido elaborada por la filosofía del » Siglo de Plata «.
La teoría de crisis más equilibrada la creó, después de la segunda guerra mundial, Víctor Terner. Desde su punto de vista es peligroso cualquier desequilibrio, tanto el desequilibrio hacia «tener» como el desequilibrio a favor de «ser». Pero Terner no utiliza términos ajenos, sino que introduce sus propios términos: «Estructura» y «Comunitas». Lo primero representa vínculos económicos y políticos, lo segundo “comunicación en el espíritu del amor”. Algo parecido encontramos en Confucio: la subordinación rigurosa en la actividad y la unidad en el rito musical.
«La exageración de estructura puede conducir a manifestaciones patológicas de comunitas desde fuera y de este modo infringir la ley», dice Terner. La exageración de «comunitas» en determinados movimientos religiosos o políticos de tipo igualitario puede pronto ser sustituida por despotismo, superburocratizacion y otros géneros de rigidez estructural.
“Comunitas” no puede mantenerse de por si, cuando las necesidades materiales y organizativas de los seres humanos deben ser adecuadamente satisfechas. La maximización de “comunitas” conduce a la maximización de estructura que a su vez engendra afanes revolucionarios hacia la renovación de comunitas».
«Comunitas» es caracterizada por Terner con citas tomadas de la obra de Buber, pero el etnólogo ingles no usa la contraposición polémica «yo-tú» como luz y «yo-ello» como oscuridad, sino que domina la aspiración de armonía, próxima al concepto “Yin-Yang”. El sentimiento de armonía ideal entre el ser humano y la naturaleza, el ideal de armonía social, de aproximación de extremos es lo mas valioso que nos da la civilización del Lejano Oriente. Elementos de la cultura del Lejano Oriente que entran gradualmente en el uso cotidiano de Occidente, y particularmente en Rusia, tienen en su seno un espíritu interpretativo de los contrarios diferente a la interpretación que se hace en el mundo mediterráneo. En la concepción mediterránea del mundo, luz y oscuridad son auto- excluyentes. Su relación es una relación de guerra: verdad y mentira, mal y bien. En la interpretación china, yin-yang es más bien la alianza entre hombre y mujer, los términos yin y yang llevan a la diferencia, a la distinción de los sexos, a la separación de los sexos, a los principios femenino y masculino que buscan un encuentro, una alianza. En el concepto yin-yang ya está el objetivo del matrimonio armónico, y en la crisis global contemporánea la salida puede ser encontrada también bajo el signo “yin-yang”, sin desequilibrio hacia una parte o hacia la otra.
La experiencia de países como el Tibet o el Imperio Bizantino, que han logrado ser estéticamente integrales, espiritualmente integrales y se detuvieron en esta síntesis, demuestra que tal solución -yo la denominaría como solución fundamentalista – como tentativa de salirse de la historia, de detenerse para siempre, conduce a que los países detenidos en su desarrollo se conviertan en víctimas de sus vecinos mas dinámicos.
Por otro lado, el dinamismo occidental ha demostrado sus capacidades destructivas. Yo diría que nosotros, por vez primera en el siglo XX, hemos comprendido claramente que las fuerzas productivas son a la vez fuerzas destructivas. Por esto, determinado nivel de las fuerzas productivas transformadas en fuerzas de guerra, ya es incompatible con la continuación de la historia humana sin una renuncia drástica a la guerra entre las grandes potencias. En esto está por lo visto uno de los rasgos fundamentales de la crisis contemporánea. Energía atómica y crisis ecológica nos imponen una solidaridad global.
No es la primera gran crisis en la historia de la humanidad, toda la historia humana es en cierto grado, una crisis permanente. La base de esta crisis radica en que el desarrollo que erróneamente entendemos como movimiento integral hacia adelante, es diferenciación. Desarrollo efectivamente es la pérdida de la integridad inicial, primitiva, infantil. La diferenciación puede conducir, y conduce, hacia la destrucción de la integridad y a la pérdida del sentido de la vida. Solo una vida integral tiene sentido.
Ninguna colección de particularidades da esta integridad. La cultura humanista abarcada por la crisis, no saca al profesor, protagonista de una obra de Chejov, de una historia mediocre, como Chejov denomino a su vida. Se trata de una vida con la pérdida de lo principal: del sentido de la integridad. Esta vida comienza a destruírse a si misma.
La primera gran crisis, sin hablar de crisis parciales, sucedió aproximadamente hace 2000 años cuando se hundió el mundo de las tribus y cuando el imperio, al mezclar las tribus, destruía el aislamiento tribal por un lado y por el otro la filosofía destruía las concepciones tribales ya formadas. La salida de esta crisis resulto ser la Revelación, expuesta en lo que puede ser llamado “libro principal”, que se impuso sobre mitologías tribales y doctrinas filosóficas. Los musulmanes llaman a los monoteístas de otras denominaciones, «pueblos del Libro».
Todas las grandes culturas de las cuales hemos hablado, aparecieron, -como resultado de la crisis antigua- con algún «libro» principal en torno al cual se creaba una cultura de edad media. Se trata del mundo de la Biblia, del mundo del Corán, del mundo de Baghavat Gita, del mundo del cánon de Confucio y el Tao. Yo simplifico un poco, porque las culturas de India y China no tienen un centro tan rígido como las culturas monoteístas. Sin embargo en todas ellas se ha formado un determinado círculo canónico. En China esto fue comprendido por uno de los emperadores de la dinastía Ming, quien publicó un edicto en el que establecía que Confucio, Lao Tse y Buda eran los tutores del Imperio del Cielo. De este modo fue aprobado desde arriba el cánon de cultura espiritual reconocido por el estado.
En India, el proceso se desarrolló de un modo distinto, sin aprobación estatal. Pero también en India, después de la larga lucha de mil años entre religión tradicional y budismo, se ha establecido un cánon de la tradición renovada, sin un libro sagrado obligatorio, pero con predominio de hecho de un círculo de imágenes y de ideas formadas en grandes poemas épicos como el “Mahabarata”, incluyendo el “Bhagavat Gita” y el “Ramayana”, en los “Puranas” de la Edad Media y en el “Gata Govinda”.
Esta síntesis de la Edad Media se vino abajo por vez primera vez en Occidente, y luego con motivo de la expansión occidental comenzó a crujir en todo el mundo. La rivalidad entre papas y emperadores no permitió establecer un imperio medieval. La aspiración de la estabilidad jurídica triunfó en las ciudades. Allí, bajo los muros urbanos, en las repúblicas comerciales y artesanales, triunfó la lógica práctica que destruyó el pensamiento de los santos padres. La filosofía, conservada en la síntesis occidental medieval como sirviente de la teología, inició la revuelta contra su amo. Así se hizo evidente que la civilización cristiana se había formado de tres culturas pre-cristianas: de la religión judaica, de la filosofía griega y del derecho romano. En China y en India no había palabras diferentes que distinguieran filosofía y teología. En Occidente cada esfera de cultura encontraba su propia etnia, con su tradición y su lengua. La civilización cristiana era lo que Lev Gumilev apodó despectivamente «un complejo quimérico»: coexistencia difícil de principios de diferentes tribus. De ahí la inestabilidad de la alianza, y la posibilidad del aislamiento de esferas separadas que alcanzan su libertad y comienzan un desarrollo independiente.
Sucede el resurgimiento de la filosofía y del arte de la antigüedad, el resurgimiento del derecho romano, el resurgimiento del cristianismo de la Biblia, del evangelio cristiano que rechaza las interpretaciones de los santos padres. Estos cambios espirituales permitieron a Odiseo, colocado por Dante en el infierno, el convertirse de nuevo en un héroe, en descubridor de nuevas tierras. El espíritu de Prometeo encontró su nueva encarnación en Fausto. El conocimiento dirigido al mundo de las parcialidades, a los objetos que puedan ser poseídos desató fuerzas materiales inmensas, lo cual dio al Occidente ventajas nunca antes existentes.
Este proceso iniciado en las ciudades-republicas del norte de Italia, se continúa en los estados nacionales. En vez del orden imperial, que no se ha realizado, surgió el orden nacional. Surgió un sistema de estados vinculados por la herencia común de la Antigüedad y de la Edad Media pero cada cual con su propio idioma nacional y con sus particularidades culturales. La nueva unidad resultó ser más flexible que la unidad imperial. Países aislados del Occidente podían ser metidos en un atolladero, por ejemplo la refeudalización de Alemania y de Italia. Pero el desarrollo se continuó en otros países. Se ha formado un concierto de naciones donde cada tema, por ejemplo, en la época del Renacimiento, barroco o clasicismo, lo tocan uno tras otro todos los instrumentos, pero ora una cultura nacional desempeña el papel principal, ora otra.
Pero el reverso del pluralismo de las culturas nacionales lo representan las guerras. En el Imperio chino cada dinastía fuerte daba al Imperio un siglo y medio de paz. Saltaban a la vista éxitos de la ciencia, la industria, las instituciones políticas y jurídicas, y el desarrollo aprecia ser progreso, movimiento desde lo malo hacia lo mejor. Pero esto duro hasta que las guerras mundiales destruyeron esta ilusión. Después de la Segunda Guerra Mundial, la crisis adquirió no solo dimensión espiritual -desconocida para el hombre de la calle-, sino también una dimensión material bien visible: se trata del atolladero ecológico, y de la amenaza de una noche atómica.
Vivimos en un tiempo en el que, por un lado, la vida nos enseña la inevitabilidad de algunas organizaciones globales parecidas a la Liga de Naciones y a la Organización de las Naciones Unidas, y por el otro lado, se produce un recrudecimiento nunca visto antes de la resistencia étnica y confesional. Del lado del universalismo está la razón, pero la política global interviene como una fuerza puramente administrativa, no espiritual, como producto de la razón pura. La tradición espiritual universal no se ha establecido aun, y lo espiritual se contrapone a la razón analítica, al mundo “yo-ello” como étnico y confesional. Grandes religiones mundiales que superaron los marcos de las tribus, condujeron a la integración espiritual de enormes regiones. Cada una de ellas ha creado su propio mundo: mundo cristiano, mundo islámico, etc. Pero hoy en día ellas desempeñan un papel doble: aproximan más o menos pueblos de una sola región, de un solo mundo tradicional, pero en el marco global, el cristianismo, el hinduismo, el islamismo, el budismo se convierten en algo parecido a nuevas tribus. El mundo salió de los marcos de antiguas regiones. El mundo se ha convertido en un mundo único.
Entretanto, las culturas religiosas siguen siendo diferentes y chocan unas con otras en el mismo espacio informativo. Hace mil años, ir desde Europa a China era más difícil que ahora ir a la Luna. Pero ahora todos nosotros vivimos en la Tierra, y celebramos dos, hasta tres Años Nuevos: celebramos el año nuevo occidental que es habitual, tenemos el año nuevo ortodoxo y el año nuevo oriental. Tenemos el calendario oriental, y todos sabemos que este es el año del perro. Seguimos recomendaciones de la medicina occidental, pero a la vez utilizamos los logros de la medicina china, de la medicina tibetana, toda persona ilustrada ha escuchado algo de Hata yoga, etc. En este mundo, las religiones mundiales, mundiales por su nombre, por su tarea, están ante la necesidad del diálogo, ante la búsqueda de terreno común para el diálogo, para la aproximación. No existe esta aproximación hasta ahora y las diferencias religiosas son usadas muchas veces como banderas de guerra. En casi todos los conflictos sangrientos contemporáneos ellas se utilizan como banderas de guerra.
¿Cómo salir de esta situación? En mayo de 1914 algunos ecumenistas trataron de examinar el problema de qué puede hacer una religión para prevenir una nueva guerra. Desde luego no era posible prevenir la guerra, pero son interesantes los argumentos de uno de los participantes de la conferencia, Martín Buber, quien desarrolló estas ideas hasta su muerte, acaecida en 1965. Buber decía que cada uno puede conservar su propia creencia, pero el acento debe ser trasladado a lo que no se expresa en palabras. Cada cual se queda con su libro sagrado, pero el hombre contemporáneo puede comprender que ninguna palabra puede saciar el secreto de Dios, porque este secreto es mucho más amplio y si nosotros sentimos la repercusión de este secreto de Dios en nuestro corazón, nos inclinamos ante esto, podemos comprender a los demás, podemos comprender a quien siente este secreto, aun cuando las palabras de la revelación, aquí y allá, son palabras diferentes. He aquí un gran aporte que introducen las culturas del Lejano Oriente, más lejano que el oriente ortodoxo o el oriente musulmán.
En general, el Oriente es muy diferente. Pienso que el mundo musulmán se diferencia del mundo del Lejano Oriente en grado no menor que del Occidente. Esto lo sentimos prácticamente en el desarrollo económico de las regiones. Pero aquí yo tengo en cuenta otra cosa: el pluralismo espiritual de los signos de santidad en el mundo indio y en el mundo del Lejano Oriente, la imposibilidad de expresar el secreto supremo, que el ser humano (que siente el fundamento espiritual del mundo) reconoce, ante el cual se inclina. ¿Es posible tal diálogo? Yo encontraba objeciones, en el sentido de que este diálogo es menos posible hoy día que en otros tiempos, que hoy día todos comienzan a golpear unos a otros, y nadie quiere escuchar al otro: esto efectivamente sucede en India, en Cercano Oriente, en el Cáucaso, en los Balcanes, en Asia Central. Sin embargo, el dialogo marcha. Se extienden en Europa formas de budismo propias del Lejano Oriente (Budismo Zen), y algunas doctrinas del Lejano Oriente basadas en principios Yin-Yang. Se divulgan doctrinas de India, se divulga el sufismo musulmán. De este modo el diálogo marcha, prácticamente. La cuestión está en qué se desarrollará más rápido: el acrecentamiento de las fuerzas destructivas que rompen nuestro planeta o la instauración del diálogo basado en la comprensión de que lo principal está más allá de las palabras. Este dialogo se desarrolla gracias a la comprensión de que lo esencial está más allá de las palabras, donde los que saben no hablan, y los que hablan no saben. Pero los sabios sienten y parten de esto indecible como si hubiera sido dicho. Porque en cierto sentido, se ha dicho, efectivamente, con la forma del lenguaje paradojal y metafórico.
Pregunta: ¿Cuando Ud. habla de armonía yin-yang, del problema de la luz y la oscuridad que no se niegan entre sí, como ello se corresponde con la comprensión cristiana del bien y el mal, como se corresponde con la contraposición mediterránea de luz y oscuridad?
Aquí tenemos una diferencia muy profunda de las zonas fundamentales de cultura. Incluso no de mundos culturales aislados, sino de dos grupos: el grupo del Mar Mediterráneo y el grupo integrado por el Lejano Oriente e India. A partir de la Antigüedad, en la región del Mar Mediterráneo se desarrolla la predilección de la línea recta en arquitectura (pirámides, zigurats), en armas (espadas), en formas del pensamiento (la división brusca entre luz y tinieblas, entre mal y bien). La lógica creada entre los griegos se basa en la ley del tercero excluido.
Desde luego, todos comprenden que Rascolnikov, protagonista de Dostoievsky, ni es bueno ni es malo, pero esto se considera como infracción a la lógica. En India tenemos otra lógica, no tenemos tercero excluido, allí es completamente lógico decir: es bueno y malo a la vez, o: ni es bueno ni es malo, o: él no puede ser descrito. El pensamiento indio tiene predilección hacia la línea curva, más que a la línea recta. Esto lo observamos en arquitectura, en utensilios, en armas: sables curvos, Kris de Java, etc. A mí me parece que ambos estilos, ambos enfoques, no son auto-excluyentes, sino auto-complementarios. Si nosotros resolvemos cuestiones en el plano científico, o en el plano habitual práctico, ejemplo: yo estoy sentado o yo estoy en la casa, desde luego no existe tercero excluido.
Pero en el ejemplo con Rascolnikov, o con Hamlet, y aún más en problemas teológicos, la lógica aristotélica falla, y al irrumpir en esta esfera lo destruye todo. ¿Cómo podemos meter en la lógica aristotélica las relaciones entre las diferentes caras de Dios? Newton con su espíritu científico se convirtió en el destructor de la doctrina de la Trinidad. Es menos evidente que la razón de Euclides, como la llamó Dostoievsky, destruye no solo a la personalidad divina de Cristo sino a cualquier personalidad humana, la mía y la suya. No se trata de que una lógica es buena y otra lógica es mala, sino que es necesario suponer la necesidad de la coexistencia de ambas. La yuxtaposición brusca del mal y el bien ayudó posiblemente a eliminar algunos reductos de la barbarie, trazar de un modo claro la división entre paganismo y religión universal, pero el reverso de esto lo encontramos en el fanatismo de la verdad revelada, en la persecución contra los herejes, las guerras religiosas, etc.
En India y China encontramos muchas guerras, pero no podemos encontrar guerras religiosas. Es un argumento más a favor de que es necesario tomar en cuenta las posibilidades de las tradiciones no-europeas y no-mediterráneas. Cada una de ellas ha encontrado su propia salida de la gran crisis de la Antigüedad y eso lleva a diferentes enfoques de la salida de la gran crisis contemporánea.
Pregunta: ¿Cómo aprecia Ud. las tentativas de crear una nueva religión? ¿Acaso no puede llevar esto a un nuevo totalitarismo?
El camino consiste no en crear una nueva religión, esto es imposible. El problema consiste en que cada religión regrese a la contemplación mística de la cual ha surgido, y deje de ser un conjunto de palabras, reglas, etc., en las que se ha congelado. Grandes tradiciones creadas hace dos mil años han superado a los cultos tribales por la fuerza de su repercusión frente a las necesidades más profundas del alma humana. Ir más allá de esta profundidad, a mí me parece imposible. ¿Qué sería una supuesta nueva religión? ¿Un pretendiente más al dominio mundial espiritual? En la novela de Richard Bach «La única», los protagonistas al recibir la revelación queman el pergamino, para no crear una nueva religión y nuevas querellas.
A mí me parece que las denominaciones se conservarán como diferentes escuelas, diferentes caminos hacia el mismo objetivo espiritual. Esta coexistencia de escuelas es la vida cotidiana del Lejano Oriente. ¿Porque no puede establecerse en todo el mundo? Europa nos da ejemplo de la unidad del pluralismo nacional, y China de la unidad del pluralismo espiritual. Se puede representar el futuro como una combinación del pluralismo europeo de culturas étnicas, con el pluralismo chino de culturas espirituales.
En el concierto de los mundos de cultura, esta combinación resulta natural: el mundo occidental es el mundo de la Biblia; el mundo del Cercano Oriente es el mundo del Corán; el diálogo mundial de las revelaciones es parte integral y necesaria del diálogo del mundo de las culturas. Sin este dialogo, la comunicación se queda en bellas palabras, en construcciones intelectuales. Esto es suficiente para las conferencias científicas, pero no es suficiente para la vida cotidiana.
En la Edad Media, en Irán surgió la leyenda del Imán oculto. Según esta leyenda, el Imán oculto, una especie de Mesías, al aparecer en el mundo no dará una nueva revelación, pero interpretará todas las revelaciones anteriores de tal modo que desaparecerá la hostilidad entre los pueblos del Libro. Yo veo en esta leyenda la llave para resolver los problemas espirituales contemporáneos. En cuanto al totalitarismo, es necesario trazar la línea divisoria entre el colectivismo y la integridad autentica. Esta diferencia la trazó Saint-Exupery en su «Ciudadela»; Buber en «Yo y tu». El colectivismo no crea ligazón efectiva entre una personalidad y el mundo integral. El colectivismo reúne una muchedumbre de personalidades no-desarrolladas y les impide pensar en problemas serios. Yo a los dieciséis años de edad me pregunté qué sentido tiene toda la vida humana si no tiene nada, a excepción de espacio, tiempo y materia, y en esta infinitud todo cae sin dejar rastro alguno. En este problema nos prohibían pensar. No lo prohibían jurídicamente, pero en el marco del marxismo era considerado un problema falso. Yo comencé a buscar respuestas, pero tuve que dejarlas de lado.
Pero cuando comencé a leer literatura rusa clásica, comprendí: Tioutchev plantea este problema; Dostoievsky sufre mucho con este problema; Tolstoy sufre también; y yo decidí que era una cuestión que valía la pena estudiar. De esta manera, la cuestión supuestamente falsa me ha conducido a descubrir la dimensión espiritual de la vida. Esto no cabía en la sociedad totalitaria. El totalitarismo exige una personalidad mediocre, que no sale de lo colectivo, que no entra en relación personal con el espíritu santo. El acento en la contemplación inmediata de lo profundo del ser, no es del agrado no sólo del totalitarismo, sino de los sistemas autoritarios. Todos los sistemas religiosos organizados no confían en los místicos, porque los místicos pueden ver algo y este algo puede contradecir al sistema, de ahí la canonización de los muertos y la actitud sospechosa hacia los vivos. Más o menos así trataba el sistema soviético a nuestros poetas.
Pregunta: ¿y qué puede decirnos sobre la agudeza de la crisis ecológica?
Hace veinte años leí en una revista ecológica canadiense acerca de la posible salida. La civilización del crecimiento indefinido está condenada. La salida está en la naturaleza, que no va detrás de determinados marcos de la producción. ¿Pero qué deben hacer los seres humanos que quieran vivir mejor? Pues, cambiar su comprensión de lo que significa vivir mejor. Hay que abandonar las tentativas de acumular nuevas cosas y nuevos modelos de automóviles, y buscar la acumulación de aquellos valores que surgen en la contemplación, de la reflexión, de la meditación, del arte elevado. Esta fue la respuesta que encontró un científico canadiense. La cuestión está en cuán posible es esta salida. Por un lado, en aquellos países donde crece impetuosamente la población, tiene gran prestigio la escritura sagrada y ella prohibe planificación familiar; Por otro lado, allá donde crece impetuosamente la producción, reina la democracia, que como se sabe es el peor modo de gobierno, sin contar todos los demás. Los electores luchan por vivir de un modo más rico que ayer. Es necesario convencer al elector de que se trata de un camino catastrófico, la sociedad de consumo está al borde del abismo. Hoy el hombre occidental está harto y tiene un sin fin de diversiones, es muy difícil convencerlo de la necesidad de un cambio drástico. Es más fácil comprender esto aquí en Rusia, en el país del caos evidente. Pero debemos revaluar los valores, y debemos hacerlo todos. Yo estoy de acuerdo con ustedes, se trata de un problema difícil. Por eso insisto en que sin un cambio profundo, sin viraje profundo, no podemos encontrar una salida. Programas de medidas racionales por si solos no pueden darnos una salida. Vemos cada día como se hunden, como fracasan planes racionales cuando entran en juego las pasiones. Sólo un espíritu muy poderoso puede apaciguar las pasiones. Hasta ahora no tenemos este espíritu. ¿Cómo será este espíritu? No sé, pero lo espero.
Pregunta: ¿Cómo es posible utilizar experiencias de las culturas del Oriente?
El Oriente ha conservado algunas costumbres de reflexión, meditación, incluso en países más dinámicos, en Japón y Corea. En el Occidente esto es accesible para un ser humano razonable. Los cambios espirituales del Occidente encuentran apoyo en el Oriente y desde ahí se despierta el interés hacia el Oriente.
Pregunta: ¿Existen garantías de que no llegue una noche atómica?
El problema sigue en pie, no puedo garantizar la seguridad futura.
Pregunta: Grigori Solomonovich, en su informe hay muchos hallazgos interesantes, una observación fina de que el globalismo espiritual tropieza con la resistencia religiosa. Qué piensa usted: ¿no es acaso esto reflejo de dos tendencias que son inmanentes eternamente, por un lado la tendencia hacia la integración y por el otro la tendencia hacia la desintegración?
En diferentes épocas esta contradicción se manifiesta de un modo diferente. Ya mencioné que la historia en su totalidad puede ser concebida como una crisis permanente. Pero existen épocas de crisis más grandes. Cuál será la salida de la crisis actual, es imposible predecirlo. Pienso que no se puede evitar grandes y pequeñas catástrofes. Pero quiero pensar que es posible una forma de diálogo de los mundos de cultura tal como el que se ha desarrollado en Europa, entre las naciones europeas. Europa es un concierto de naciones. Yo concibo la posibilidad del surgimiento de un concierto de mundos de cultura. En este concierto se conservarán las diferencias en toda su riqueza, se continuarán las tradiciones locales, pero se logrará una comprensión mutua, un verdadero dialogo de los mundos.
Instituto de América Latina – Moscú 18/02/94.
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