El asesinato en Beirut del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, sería una nueva trampa para involucrar a Irán en la escalada bélica e iniciar su desestabilización con ayuda de EEUU.
Netanyahu y la manipulación del miedo
Netanyahu, consciente de su precaria situación política y judicial y sirviéndose de la dictadura invisible del temor al Tercer Holocausto, aprovechó la cruenta ofensiva de Hamas para declarar el Estado de Guerra (defensa de la seguridad de Israel) y desencadenar una demoledora ofensiva en la Franja de Gaza que le permitiera aplazar el proceso judicial en el que está acusado de soborno, fraude y abuso de confianza. Tras el castigo asimétrico infligido por Israel, toda la infraestructura básica, escuelas, mezquitas, hospitales y el 90% de los edificios de Gaza habrían sido arrasados por los bombardeos sistemáticos de la aviación con el resultado de más de 41.000 víctimas civiles palestinas y varios miles más enterrados entre los escombros. Asimismo, tras la decisión de la Corte Penal Internacional de solicitar órdenes de arresto contra Netanyahu y Galant acusados de «crímenes de lesa humanidad», Netanyahu es sabedor de que una vez acabada la guerra asimétrica contra Hamas, se arriesga a un proceso penal internacional. Así, Joe Biden, en una entrevista publicada por la revista Time, admitió que «Netanyahu, estaría prolongando la guerra por motivos políticos y para mantenerse en el poder al frente de una compleja coalición de gobierno».
Invasión del Líbano
El impacto de un misil en una cancha de fútbol ubicada en los Altos del Golán con un saldo de 12 personas muertas, la mayoría niños y jóvenes sería un presunto ataque de falsa bandera de Israel que le serviría como pretexto a Netanyahu para invadir el Líbano.
Así, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Israel Katz, declaró al Canal 12 que «el momento de una guerra total contra Hezbolá se acerca» y el titular de Defensa, Yoav Gallant, adelantó que «atacaremos duramente al enemigo».
Sin embargo, tras dar por finalizada la campaña de Gaza, y a pesar de que Israel no obtuvo la respuesta que esperaba en forma de ataque de Hezbolá, Netanyahu con las bendiciones de Estados Unidos, habría decidido invadir el Sur del Líbano con la esperanza de ganar tiempo hasta la previsible victoria en noviembre de un Donald Trump, en la certeza de que podrá contar con sus bendiciones para exonerarlo de toda culpabilidad ante la Corte Penal Internacional.
El acuerdo alcanzado entre Biden y Netanyahu incluiría además el envío a Israel de cerca de 1800 bombas de 2000 kilos de peso para arrasar el Sur del Líbano y conseguir desplazar a sus 400.000 habitantes al otro lado del río Litani, crear un anillo de seguridad para los asentamientos israelíes.
¿Tras Líbano, Irán en la diana de Israel y EEUU?
La invasión del Líbano podría significar el inicio de un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años y que sería la tabla de salvación para Netanyahu quien lograría esquivar los juicios pendientes y la posible acusación de crímenes de lesa humanidad contra la población gazatí.
Así, Israel considera a Irán «el mayor exportador de terror y de violación de los Derechos Humanos en el mundo al tiempo que sigue enriqueciendo uranio y se acerca peligrosamente a la obtención de una bomba nuclear que podría lograr en las próximas semanas». Sin embargo, tras la aprobación por el Congreso y Senado de EE.UU. de una declaración preparada por Lindsey Graham y Robert Menéndez que señala con rotundidad que «si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente», estaríamos asistiendo al aumento de la presión del lobby pro-israelí de EE.UU (AIPAC) para proceder a la desestabilización de Irán por métodos expeditivos.
En este contexto, el asesinato en Beirut del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, sería una nueva trampa para involucrar a Irán en la escalada bélica e iniciar su desestabilización con ayuda de EEUU.
Caso de no caer Irán en la trampa, la CIA y el Mossad israelí prepararían atentados de falsa bandera en el Golfo Pérsico similares al del acorazado Maine de 1848, y tras atribuir su autoría a los iraníes, el Congreso estadounidense declararía el Estado de Guerra. Este proceso es conocido como «autorización estatutaria» y es un requisito imprescindible para que el Presidente Biden pueda aplicar la Ley de Poderes de Guerra de 1973 que le faculta para enviar tropas al extranjero.
Así, aprovechando que Rusia está ocupada con Ucrania, China rodeada por el arco de crisis nuclear del AUKUS para proteger a Taiwán y que las reservas estratégica de EEUU están en máximos, el Pentágono aprovechará la respuesta de Irán para iniciar una nueva Guerra en Oriente Medio con el doble objetivo de secar las fuentes energéticas de China y configurar la cartografía del Nuevo Oriente Medio.