Los jueces y las juezas serán elegidos por voto ciudadano. Se reducirá el número de integrantes de la Suprema Corte y se creará un Tribunal de Disciplina Judicial, entre otras medidas. Controvertida o no, fue la respuesta a un sistema judicial que todos querían/quieren limpiar y corregir. ¿Le hará sentido a la ciudadanía chilena la reforma implementada en México? ¿Si se conociera lo hecho en México habría simpatías hacia algunas de las medidas tomadas, sino todas, algunas? ¿O las elites dirán que es impracticable y que en Chile es impracticable una reforma al Poder Judicial de gran alcance y real efecto, pese a todos los acontecimientos conocidos?

1.-“No se anduvo con chiquitas” la reforma al Poder Judicial mexicano. En esta semana fue aprobada por la Cámara de Diputados, el Senado y legislaturas de 18 estados (México es un país federado). Por lo tanto, el Presidente Andrés Manuel López Obrador está en condiciones de oficializarla. ¿Qué contiene en lo sustancial esa reforma? Ahí les va. Entre las medidas que se aplicarán a partir del próximo año está la reducción de los integrantes de la Suprema Corte de 11 a 9 y que los magistrados en todos los niveles de la estructura judicial, estatal y federal, serán electos por la ciudadanía en procesos electorales administrados por el Instituto Federal Electoral. Es decir, que los jueces/juezas serán elegidos por voto popular. Además, se crea un Tribunal de Disciplina Judicial que verá los casos de anomalías e ilegalidades que se produzcan de parte de jueces y juezas, nada de comités de ética o instancias internas de las magistraturas, sino un estamento ajeno a ellas. Se fijan requerimientos que deberán cumplir las abogadas y los abogados que opten a cargos en instancias judiciales estatales y federales. La iniciativa establece que ningún ministro, magistrado o juez podrá ganar un salario mayor al del Presidente de la República.

2.-Es tal la magnitud de la reforma, que si bien siempre hubo consenso en limpiar/corregir  las prácticas corruptas dentro del sistema judicial mexicano, incluida la infiltración del narcotráfico y el crimen organizado, las componendas políticas, el nepotismo y la corrupción, hoy existe un debate muy fuerte sobre la iniciativa, por el alcance y complejidad que tiene. Por ejemplo, todo lo que significará un proceso electoral para elegir a los miembros de la Suprema Corte y otras instancias judiciales. Existiendo más consenso en medidas como la creación del Tribunal de Disciplina que sería efectivo para atacar las ilegalidades dentro del Poder Judicial. Esto provocó un remezón político en México, que incluyó un paro de magistrados y funcionarios judiciales, masivas marchas ciudadanas a favor y en contra de la reforma, convulsionó al Congreso y activó un intenso debate en el mundo judicial, académico, legislativo, político y social. Pero lo sustancial es que ya la situación negativa del Poder Judicial mexicano no daba para más y tanto apoyadores como detractores de la actual reforma coinciden en que había que operar cambios.

3.-En México se afirmaba hace mucho tiempo que en el Poder Judicial estaba enquistada la corrupción, el tráfico de influencias, las componendas con el mundo político, el nepotismo, la mentira, las desconfianzas, la impunidad. Términos/calificativos que les hacen sentido hoy a chilenas y chilenos al hablar del sistema judicial local. En estos meses los ejemplos están a la vista. ¿Entonces, también le hará sentido a la ciudadanía chilena la reforma implementada en México? Claro, si se le informa de ella, porque el silencio en este país sobre ese proceso es casi total, salvo pequeñas notas de tono crítico a la iniciativa y a López Obrador. ¿Si se conociera lo hecho en México habría simpatías hacia algunas de las medidas tomadas, sino todas, hacia algunas? ¿Habrá algún jurista, legislador, dirigente social, que tome algo de la reforma mexicana? Es posible que haya ganas de ir en ese sentido, como que se diga que es impracticable en Chile. Sin embargo, podría pensarse que la gente en Chile está esperando cambios realmente serios, gravitantes, estructurales que den confianza en que van a cambiar las cosas en el Poder Judicial y se van a detener operaciones perversas, ilegales, fácticas e insoportables como las descubiertas en torno de Luis Hermosilla…no descubiertas porque la institucionalidad investigó y funcionó, porque las fiscalías estaban atentas, porque hubo una prensa con capacidad investigativa propia, sino porque una abogada grabó e hizo correr un audio que después se filtró a la prensa. Con la pregunta adicional, ¿la práctica de Hermosilla, la red de Hermosilla, es la única que opera en Chile? Se podrá decir que en México se pasaron tres pueblos, que fueron muy allá, que es algo exagerado, pero seguidamente se debería señalar entonces cuál debería ser el contenido de una real reforma al Poder Judicial en Chile, transparentar el asunto, y no dejar el asunto en la ambigüedad, la relativización, los formalismos paralizantes, los párale, y la ausencia de respuestas eficaces. Con el peligro de que las elites, los poderes fácticos aún actuantes y sectores políticos de distinto sello, se vayan por la tangente y logren acuerdos en “cocinas” o entre cuatro paredes y todo lo que está viendo la gente hoy, no termine en ningún cambio real, ni modifique la estructura, los formatos, los mecanismos en el sistema judicial. Que todo siga igual, incluidas prácticas en torno de la Corte Suprema, la Fiscalía Nacional, los notarios, donde decide el cuoteo político, las operaciones ocultas y los vínculos amistosos y familiares, las operaciones para infiltrar procesos judiciales y ayudar a acaudalados abogados y poderosos empresarios, mantener dosis de impunidad, en un país donde están en la cárcel persona por robos menores y con prisión preventiva mujeres acusadas de robar unos panes.

 

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