Examinar la función cognitiva
Se trata de un estudio de grandes proporciones que involucró a 8.451 adultos mayores de 60 años con deterioro cognitivo, en su mayoría mujeres y casi todos blancos, del Biobanco del Reino Unido, que contiene información genética y de salud detallada y anónima de medio millón de habitantes de ese país. Los investigadores dividieron el consumo de café y té en terciles: consumo alto, moderado y nulo.
En cuanto al consumo diario de café, el 18 % declaró beber cuatro o más tazas (consumo elevado); el 58 % declaró beber de una a tres tazas (consumo moderado); y el 25 % declaró no beber nunca café. En cuanto al consumo diario de té, el 47 % declaró beber cuatro o más tazas (consumo elevado); el 38 % declaró beber de una a tres tazas (consumo moderado); y el 15 % declaró no beber nunca té.
Los investigadores evaluaron la función cognitiva en adultos mayores examinando la inteligencia fluida, una medida que incluye el razonamiento abstracto, el reconocimiento de patrones y el pensamiento lógico. El estudio evaluó la función cognitiva al inicio del estudio y al menos en dos visitas adicionales del paciente.
El café sin excesos
El equipo científico señaló que los resultados obtenidos en el estudio respaldan la hipótesis de que el consumo de café y té puede ser un factor protector contra el deterioro cognitivo, en particular para mantener la inteligencia fluida. Sin embargo, subrayaron que existe un límite superior para el consumo de café, con un máximo de tres tazas al día para obtener efectos beneficiosos. Los investigadores aseguraron que no consumir café es más beneficioso que tomar más de cuatro tazas al día.
En el caso del té, el resultado fue diferente. El estudio reveló que su consumo elevado proporcionó efectos positivos sobre la cognición por encima del consumo moderado y que no consumirlo.
«El viejo dicho dice que el exceso de algo no es bueno. Todo es cuestión de equilibrio, por lo que el consumo moderado de café está bien, pero probablemente no se recomiende el consumo excesivo», comentó Sewell a Medscape Medical News.
«Podemos ver que aquellos con un alto consumo de café mostraron la disminución más pronunciada en la inteligencia fluida a lo largo del seguimiento, en comparación con aquellos con un consumo moderado de café y aquellos que nunca consumieron café», subrayó Sewell. Al mismo tiempo, «nuestros datos sugieren que, durante este período de tiempo, el consumo moderado de café puede servir como algún tipo de factor protector contra el deterioro cognitivo«, añadió.
Dado que se trata de un estudio observacional, «todavía necesitamos ensayos controlados aleatorios para comprender mejor el mecanismo neuroprotector», aclaró la investigadora.
En relación con la enfermedad de Alzheimer
En respuesta, más tarde, a una pregunta de un delegado de la reunión sobre cómo el consumo moderado de café podría tener efectos protectores, Sewell explicó que probablemente existen «diferentes niveles de mecanismos«, incluso a nivel molecular.
Sewell también manifestó que espera que esta línea de investigación conduzca a nuevas vías para indagar en estrategias preventivas para la enfermedad de Alzheimer. «Esperamos que el consumo de café y té pueda contribuir al desarrollo de una estrategia segura y económica para retrasar la aparición y reducir la incidencia de la enfermedad de Alzheimer», apuntó.