El Secretario General de Naciones Unidas ha realizado un nuevo llamamiento “los devotos de la paz y la justicia debemos unirnos para cultivar una cultura de Paz”. La diplomacia política ha caído por los suelos y sólo los intereses geopolíticos son los que manejan las intervenciones mundiales, sin preocuparse en ningún momento de las consecuencias abrumadoras y perjudiciales que pueden ocasionar a las poblaciones civiles mundiales.
El incremento de los conflictos bélicos amenaza seriamente la estabilidad mundial y pone en peligro al desencadenamiento de una tercera guerra mundial de la cual absolutamente nadie saldría victorioso si se emplean las armas nucleares. Líderes de gobiernos obstinados en seguir con el sacrificio de su pueblo en lugar de dialogar para llegar a un fin de las hostilidades, alientan desde sus despachos a seguir con unos conflictos que sólo pueden pararse mediante el diálogo.
El comunicado de Naciones Unidas advierte que las profundas divisiones geopolíticas fracturan las bases de un mundo pacífico y exhorta a que debemos cultivar una cultura de paz y los primeros que deben cumplirla, son los gobiernos porque “la paz está amenazada”, en palabras de Antonio Guterres. Para ello, solicita que debemos de cultivar una cultura de paz y es por ello que la Asamblea General de la ONU propone una Declaración y Programa de Acción sobre una cultura de Paz para que “Sea una causa a la que todos los devotos de la paz y la justicia debemos unirnos, hoy y todos los días, a través de la Cumbre del Futuro y más allá (…) Que suene en todo el mundo”.
Pero este esfuerzo realizado por este Organismo Internacional, puede quedar sin sentido y olvidado, si las naciones no se comprometen a ello, no se impliquen en la búsqueda de la paz y si no se lleva a cabo de una forma eficaz y en su totalidad, el deseo de un mundo estable, pacífico, moderado y con intereses mutuos para la protección de la cultura de todos los pueblos de la Tierra incluidos los pueblos indígenas que tantas veces son ignorados y víctimas de derechos humanos.
Otro informe de Naciones Unidas presentado ante el Consejo de Derechos Humanos, detalla que el impacto del cambio climático, en muchos aspectos viola los derechos humanos y que éstos deben tener acceso a la justicia y reparación de los daños. No olvidemos que la crisis climática, no ha venido por sí sola a asolar nuestro planeta, sino que es una consecuencia del mal uso que gobiernos, multinacionales y en ocasiones ciudadanos, hacen mal uso de los recursos disponibles. Los refugiados medioambientales aumentan de manera exponencial según van pasando los años sin tomar soluciones efectivas para combatir las olas de calor, las inundaciones frecuentes, la sequía, la hambruna y muchas otras consecuencias directas de la mala gestión de nuestros recursos.
Mientras, en la Antártida, un continente virgen de ser explotado por el momento, a pesar de su gran contenido en minerales estratégicos, ha registrado un nuevo récord de derretimiento en pleno invierno austral.
Las advertencias siguen llegando. Las luces rojas continúan encendiéndose en los ecosistemas de nuestro único planeta. Los cadáveres y ciudades destruidas por las guerras, siguen aumentando. ¿Tan ciegos de poder y de una geopolítica sin sentido pueden los gobernantes del mundo arruinar la esperanza de millones de ciudadanos del mundo que sólo desean vivir en paz y con bienestar?
Mientras que la humanidad no se levante pacíficamente extendiendo banderas blancas en todos los balcones de nuestras casas y luces solares en las terrazas y ventanas que muestren nuestro rechazo a la violencia, a la guerra, a poner fin a la crisis climática; ellos, la élite, los que dicen luchar por el pueblo, no pondrán soluciones al dolor de todos los seres vivos. De ahí la importancia de las marchas y movimientos por la paz.
Extendamos en la mesa de nuestros gobernantes la declaración sobre una cultura de paz y que sea un compromiso efectivo a cumplir y no una mera declaración más que pueda ser olvidada al doblar la esquina de la ignorancia y la irresponsabilidad.