El presidente de Estados Unidos, Joe Biden extendió un año más la Ley de Comercio con el Enemigo, regulación de 1917 bajo la cual se impuso el bloqueo a Cuba, considerado hoy el más largo de la historia.

Persiste el anacrónico Bloqueo 
El cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, exigido por trigésima primera vez en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y aprobado de forma abrumadora por 187 votos a favor, 2 en contra (EE.UU. e Israel) y la abstención de Ucrania, reafirma la libertad de comercio y navegación ante un bloqueo anacrónico instaurado por Kennedy en 1962. Además, la renovación automática por parte de EEUU por un año más del embargo comercial a la isla atentaría contra el vigente sistema financiero y político internacional y podrían suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 7.000 millones de dólares. La utopía sería la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU, destino final de un recorrido jalonado por lo necesario (finiquito del Bloqueo energético) y lo posible (suspensión del anacrónico Bloqueo) hasta llegar a lo que parecía imposible (normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU). Sin embargo, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, extendió un año más la Ley de Comercio con el Enemigo, regulación de 1917 bajo la cual se impuso el bloqueo a Cuba, considerado el más largo de la historia.

La Crisis de los Misiles 

La Crisis de los misiles de Octubre de 1962 que tuvo en vilo a la humanidad se saldó con la firma por Kennedy y Jrushchov del Acuerdo de Suspensión de Pruebas Nucleares (1962) que incluía la retirada de los misiles rusos en territorio cubano a cambio de la retirada de los misiles de EEUU estacionados en Turquía, apareciendo en su letra pequeña la condición sine qua non de «no invasión de la Isla por parte de EEUU». Dicho acuerdo ha protegido a Cuba durante 60 años de una invasión estadounidense, estableciendo EEUU como contrapartida la figura del «bloqueo» cuya renovación automática por parte de EEUU atentaría contra el vigente sistema financiero y político internacional y podría suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 7.000 millones de dólares anuales.

Miopía geopolítica de la Administración Biden
Joe Biden en una entrevista concedida a la cadena CBS aseguró que «en el supuesto de ganar las elecciones retomaría la política llevada a cabo por Barack Obama hacia Cuba», lo que podría traducirse en un futuro mediato en un cambio sensible en las relaciones cubano-estadounidenses y en este contexto, se enmarcaría la petición del think tank Cuba Study Group (CSG) a la Administración Biden de «un compromiso diplomático renovado con Cuba».

El camino a recorrer estaba jalonado por los retos del finiquito del bloqueo energético a la Isla, la retirada de Cuba de la lista de «Estados Patrocinadores del Terrorismo», la derogación de la Ley Hemls-Burton y finalmente, la suspensión del anacrónico Bloqueo vigente desde 1962 que daría paso al intercambio de embajadores y a la anhelada normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU. Sin embargo, en una entrevista con la CCNN, el asesor de Joe Biden para América Latina, el colombiano Juan González, descartó un nuevo deshielo con Cuba y aseguró que «Joe Biden no es Barck Obama en la política hacia la Isla» al tiempo que añadió que «el momento político ha cambiado de forma importante».

Dichas afirmaciones se vieron corroboradas tras el apoyo expreso de Biden a la fallida Revolución de Colores impulsada por la CIA al declarar que «nos unimos al pueblo cubano y a su clamoroso llamado por la libertad», con lo que quedó demostrada la miopía geopolítica de la Administración Biden que podría generar un vacío en el Caribe de resultados imprevisibles en plena Guerra Fría 2.0 entre EEUU y Rusia.

La jugada geoestratégica de Putin
Tras el visto bueno de EEUU para que Ucrania pueda atacar territorio ruso utilizando los misiles ATACMS estadounidenses, Putin ha empezado a mover las piezas para situarlas estratégicamente en el llamado «patio trasero» de EEUU.

En este contexto geopolitico, Rusia estaría negociando instalar sus bases militares con Cuba, Venezuela, Singapur y Nicaragua con el objetivo inequívoco de ampliar el radio militar ruso y según lo expuesto a la agencia de noticias rusa Sputnik por el Jefe del Comité de Defensa de la Cámara Alta del Parlamento Ruso, Víctor Bóndarev «el establecimiento de una base militar rusa en Cuba en un contexto de aumento de las agresiones de EEUU, respondería a los intereses de seguridad nacional».

En consecuencia, dado que Estados Unidos mantiene intacto el anacrónico bloqueo sobre la Isla, es inevitable que surja en la Habana el desapego afectivo respecto a EEUU, vacío que será aprovechado por el hábil estratega geopolítico Putin para firmar un nuevo tratado de colaboración militar ruso-cubana (rememorando el Pacto Secreto firmado en 1960 en Moscú entre Raúl Castro y Jruschov).

El primer hito fue el despliegue en Cuba de un complejo móvil para la recepción de datos de satélites rusos, no siendo descartable la creación de una base de Radares en la abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de Washington. Asimismo, tras el visto bueno de EEUU para que Ucrania pueda atacar territorio ruso utilizando los misiles ATACMS estadounidenses, Rusia podría responder con el despliegue en Cuba de misiles Iskander M dotados de ojivas polivalentes así como misiles antiaéreos S-400, pudiendo revivirse la Crisis de los Misiles Kennedy-Jruschev (octubre, 1962) y la posterior firma con Jruschov del Acuerdo de Suspensión de Pruebas Nucleares (1962).